52

36 1 0
                                    

noto la cicatriz de bala en su hombro y la toco con cuidado y cariño. Él ve mi cuidado.

Poncho: Ya no duele. – Lo miro

Anahi: Lamento hacerte pasar por eso.

Poncho: Si alguien tiene que disculparse, soy yo, cualquiera. Perla no era tu problema y mira lo que hizo.

Anahi: Lo hizo gracias a Velasco. Y si no fuera por mí, ella seguiría siendo la novia ideal para ti. – se ríe burlonamente

Poncho: Ella nunca fue la novia ideal. Eres perfecto para mí.

Anahi: Totuși, Poncho. Mira todo lo que te hice pasar..

Poncho: Me enfrentaré a lo que sea necesario para ti. Ya te dije eso. No tiene sentido culparte a ti mismo ni a nadie más. Se acabó, se acabó.. – Te abrazo

Anahi: ¿Podemos finalmente vivir en paz ahora? – se acurruca hacia mí, recostándome de nuevo sobre mis pechos

Poncho: Eso espero. – se ríe

Anahi: Te amo mucho, mucho más.

Poncho: Oh, orice.. Yo también. Dios sabe cuánto.

Lo beso apasionadamente, nos abrazamos y dormimos.

Por la mañana me despierto con él todavía abrazándome, le acaricio el pelo y pienso en la vida. Él ya está bien y yo también me siento mejor. Creo que es hora de volver a casa, a mi casa o a nuestra casa, es confuso, pero independientemente de lo que sea, es hora de volver allí juntos. Se trezește.

Poncho: Buenos días.

Anahi: Hola. – sonríe – ¿Dormiste bien?

Poncho: Como si no hubiera dormido por un tiempo. – me besa

Anahi: Poncho. – él me mira, atento – creo que deberíamos irnos a casa. Quiero que las cosas salgan como antes.

Poncho: Yo también. Sabes por mí que habíamos ido directamente allí.

Anahi: Lo sé, pero fue bueno para nosotros quedarnos, nos recuperamos rápidamente y quiero volver ahora.

Poncho: ¿Hablas con tu madre o hablamos juntos?

Anahi: Yo digo que ella será feliz. – Sonrío – ¿Ordenamos las cosas?

Poncho: Ahhhh.. Sólo 5 minutos más. – cierra los ojos y me abraza

Anahi: Es cierto, 5 minutos más. – Cierro los ojos

Cuando nos despertamos bajo las escaleras, me quedo un rato con mi madre y le digo que nos vamos. Ante su vergüenza por el hecho de ayer, aceptó feliz y aliviada. Fue divertido. Empacamos nuestras cosas y nos fuimos a casa.

Al final de la tarde llamo a Maite, quien nos invita a cenar a su casa y a hablar de la boda. Entonces, me subo a la ducha y me preparo mientras Poncho resuelve algunos problemas por teléfono. Salgo en lencería, con albornoz, secándome el pelo cuando entra a la habitación.

Anahi: ¿algún problema?

Poncho: Ahora todo está resuelto. – se ríe y me mira – ¿Adónde vamos con esta lencería roja?

Anahi: ¿Cómo sabes que es rojo? – Miro la bata que cubre la lencería y lo miro con una mirada de asombro.

Poncho: Sólo te conozco, se acerca, tirándome por la cintura, conozco tus gustos – me huele y desliza su nariz sobre mi cuello – y su cuerpo principalmente.

Anahi: No lo justifica. – Cierro los ojos y él se ríe

Poncho: Déjalo así, la verdad es aburrida. – me deja ir y parpadea

no te dejare irDonde viven las historias. Descúbrelo ahora