PROLOGO

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Desde que era una nena, Sofía sintió una pasión innegable por el fútbol, una pasión que le fue inculcada por su papá, Gustavo. En su familia, el fútbol no era solo un deporte, era casi una religión. Los domingos se vivían al ritmo de los partidos, con Gustavo sentado frente a la tele, gritando y sufriendo por su equipo, mientras Sofía absorbía cada momento, cada gol y cada jugada. En ese ambiente, no era raro que el fútbol se convirtiera en parte de su identidad.

Su familia, compuesta también por su mamá Viviana y su hermano Matías, era grande y ruidosa, con tíos y primos por doquier que siempre encontraban la manera de entretenerse. Siendo la única mujer entre tantos primos varones, Sofía se adaptó rápidamente a su mundo. No dudaba en correr con ellos, jugar a los juegos de armas o lanzarse en bicicleta por el barrio, sintiendo el viento en la cara y la adrenalina en las venas. Fue en esas corridas cuando el automovilismo comenzó a picarle el bichito. Las carreras improvisadas en la cuadra, donde cada bicicleta era un auto de Fórmula 1, la hicieron soñar con circuitos y velocidades.

Pero Sofía no era solo una chica de juegos rudos. Como muchas chicas de su edad, también disfrutaba de las tardes tranquilas, jugando con sus Barbies, organizando desfiles de moda, tomando el té en su set de juguete y peinando las cabelleras de plástico en su improvisada peluquería. Vivió su infancia entre esos dos mundos, el de las carreras y el de las muñecas, sin sentirse atrapada en ninguno, sino disfrutando de ambos.

A medida que fue creciendo, Sofía comenzó a transformarse. Empezó a interesarse más por la moda, el maquillaje y los desfiles, sin perder nunca ese amor por el deporte. Las salidas con sus mejores amigas, Cata y Meli, se convirtieron en una parte esencial de su vida. Juntas exploraban el mundo de la moda, yendo de fiesta en fiesta, experimentando con estilos y viviendo la juventud al máximo.

Sin embargo, su amor por el fútbol y el automovilismo nunca desapareció. Al contrario, se volvió más fuerte, más arraigado. Fue tanta la pasión que decidió darle un giro a su vida y estudiar periodismo deportivo, un camino que le permitiría combinar su amor por el deporte con su habilidad para comunicar. Quería estar en el centro de la acción, vivir los partidos y las carreras desde adentro, y transmitir esa emoción a los demás.

Esa pasión la llevó a tomar una decisión que cambiaría su vida: viajar a Italia en un programa de intercambio para sumergirse en el ambiente del automovilismo. Sabía que Italia, con su rica historia en el automovilismo, era el lugar perfecto para expandir sus horizontes y vivir experiencias que en Argentina parecían un sueño lejano.

Sofía llegó a Italia con una mezcla de nervios y emoción, dispuesta a absorber todo lo que el país y su cultura le ofrecieran. Cada día era una nueva oportunidad para aprender, para relacionarse con personas del ambiente y para acercarse un poco más a ese mundo que siempre la había fascinado. Y aunque en algunos momentos extrañaba a su familia y a sus amigas, sabía que estaba en el lugar correcto, haciendo lo que amaba. En cada paso, en cada entrevista, sentía que ese sueño que había comenzado en las calles de su barrio estaba tomando forma, y que lo mejor estaba aún por venir.

Por otro lado, desde muy chico, Lando estuvo inmerso en el mundo de las carreras. Sus primeros recuerdos de la velocidad, del rugir de los motores y del olor a gasolina, están ligados al karting, donde comenzó a destacar desde sus primeras competencias. No era solo un pasatiempo; para él, era una pasión, una forma de vida. Con cada carrera, su habilidad crecía, y también lo hacía su determinación de ser el mejor. Ganó campeonatos desde muy temprana edad, mostrando al mundo que tenía un talento innato para el automovilismo.

Su familia siempre estuvo ahí para él. Sus padres, dedicados y amorosos, y sus hermanos, que lo apoyaban en cada paso, fueron una constante en su vida. Acompañaron a Lando a cada competencia, viajaron con él a cada circuito y estuvieron presentes en todos los momentos importantes, tanto en las victorias como en las derrotas. Ese apoyo incondicional fue fundamental para su desarrollo como piloto y como persona.

Conforme Lando fue creciendo, las oportunidades comenzaron a aparecer. Su gran talento y rendimiento lo llevaron a la Fórmula 2, una categoría donde los mejores jóvenes pilotos del mundo competían por demostrar su valía. Allí, Lando brilló, y no pasó mucho tiempo antes de que se le presentara la oportunidad de dar el salto a la Fórmula 1, el pináculo del automovilismo. Fue un momento de gran orgullo y emoción, tanto para él como para su familia, pero también marcó el inicio de una nueva etapa llena de desafíos.

Con la llegada a la Fórmula 1, la fama de Lando comenzó a crecer exponencialmente. Su nombre se convirtió en uno de los más conocidos en el mundo del deporte, y con ello vinieron tanto el fanatismo como el hate. Es algo con lo que Lando ha tenido que aprender a lidiar constantemente. A medida que pasaba el tiempo, la fama crecía, y con ella, la dificultad de distinguir entre quienes se acercaban a él por ser Lando Norris, el piloto de F1, y aquellos que realmente querían conocer a Lando, la persona detrás del volante.

Esa incertidumbre le molestaba profundamente. Aunque siempre se mostró amable y accesible con sus fans, en su interior, Lando se preguntaba si las personas que se acercaban a él lo hacían por interés o por auténtica conexión. Esta duda constante lo llevó a sentirse solo, incluso en medio de multitudes que lo aclamaban. A pesar de estar rodeado por su familia y amigos, quienes siempre lo apoyaban, había un vacío que no lograba llenar.

El constante cambio de ubicación, el ir de una ciudad a otra, de un país a otro, debido a las carreras, no le permitía establecer nuevos vínculos de manera profunda. Las relaciones que construía eran fugaces, efímeras, y eso le dejaba una sensación de soledad que no podía ignorar. Aunque adoraba lo que hacía y estaba agradecido por todas las oportunidades que había tenido, Lando a veces anhelaba la simplicidad de una vida normal, donde las personas lo conocieran por quien realmente era, y no solo por ser el piloto estrella de la Fórmula 1

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Buenas a todos! Quiero aclarar que los hechos que suceden en esta fic no son cien por ciento acorde a las cosas que suceden en la vida real, como por ejemplo las carreras, en que país se corren, y quienes ganan.
Besos 💋

INFINITE | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora