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SOFÍA

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SOFÍA

Estaba en el aeropuerto, ansiosa, mirando cada dos segundos la puerta de salida, esperando ver la cara de Cata. No podía dejar de moverme de un lado a otro, tratando de disimular la emoción, pero era imposible. Sabía que, una vez que llegara, íbamos a tener un tiempo increíble juntas. Desde que supe que venía, no podía pensar en otra cosa. Ya me imaginaba las salidas, las risas, las anécdotas que íbamos a acumular.

Y de repente, ahí estaba, como salida de una película. La vi a lo lejos, entre la gente que salía arrastrando sus valijas, con ese estilo tan característico suyo: un short blanco que resaltaba su bronceado y una remera a juego, toda combinada y perfecta, como siempre. No pude evitar sonreír de oreja a oreja y, sin pensarlo dos veces, me largué a correr hacia ella.

—¡Cataaaa! —grité, llamando la atención de todos a nuestro alrededor, pero no me importó.

Ella me vio y, en un segundo, estaba corriendo también hacia mí. Nos encontramos en un abrazo fuerte, de esos que te sacan el aire, mientras no parábamos de reírnos y dar saltitos de emoción. Parecíamos dos nenas chiquitas en Navidad. La gente alrededor nos miraba con curiosidad, algunos hasta se reían de nosotras, pero a nosotras nos daba igual. No existía nadie más en ese momento.

Después de nuestro momento de locura, nos calmamos un poco y fuimos a buscar un taxi. Todo el camino de regreso a mi departamento lo pasamos riéndonos y poniéndonos al día con las novedades. Cata siempre tiene esa energía tan positiva que es imposible no contagiarse. Le conté sobre algunas de las cosas que había hecho en Italia, y ella, emocionada, me contó los planes que tenía para su estadía, los eventos y desfiles a los que iba a asistir.

Llegamos a mi edificio, le pagamos al taxista y subimos a mi piso. Mientras nos acomodábamos, ya con nuestras valijas y todo, no podíamos parar de charlar. Cata estaba fascinada con el departamento, y yo estaba feliz de tenerla como compañera de cuarto.

—Bueno, contame —me dijo de repente, con esa mirada pícarona que ya conocía—, ¿cómo andan las cosas con Lando?

Me reí, sabiendo que la pregunta venía en cualquier momento.

—Ay, Cata, nada raro —le contesté, haciendo un gesto con la mano como restándole importancia—. El flaco solo me ve las historias y de vez en cuando me tira un like, pero más que eso, nada.

Cata me miró con una ceja levantada, como si no me creyera del todo.

—Sofi, ese pibe te tiene ganas, te lo digo yo —afirmó con seguridad, cruzándose de brazos.

No pude evitar reírme.

—¡No seas exagerada! —le dije, pero en el fondo su comentario me hizo pensar.

Nos tiramos en el sillón, cada una con un vaso de agua en la mano, y seguimos charlando. Cata siempre tiene esa manera de hacerme ver las cosas desde otra perspectiva, y aunque le resté importancia a lo de Lando, no podía sacarme del todo la idea de la cabeza. ¿Y si tenía razón? ¿Y si Lando realmente estaba interesado en mí y yo simplemente no me daba cuenta?

—¿Sabés qué? —dijo Cata, interrumpiendo mis pensamientos—. Vos tenés que dejar de analizar tanto todo. Si te gusta, andá por él.

Me encogí de hombros, como restándole importancia, pero Cata no me dejó escaparme tan fácil.

—Mirá, Sofi —empezó a decir, sentándose más cerca mío—, yo sé que es complicado. Es un pibe famoso, y vos estás en un país nuevo, lejos de todo lo que conocés. Pero la vida es así, te da oportunidades y vos tenés que agarrarlas. Porque si no, después te vas a arrepentir.

Me quedé pensando en lo que me decía. Cata siempre tuvo esa habilidad de ver las cosas con claridad, algo que a mí me costaba un poco más. Y aunque no quería admitirlo, sabía que tenía razón. Lando era... diferente. Tenía ese encanto que no te deja indiferente, pero al mismo tiempo, había algo más, algo que no podía terminar de definir. Quizás era por eso que me costaba tanto dar el primer paso, porque no quería arruinar lo que sea que estaba empezando a formarse entre nosotros.

—Voy a pensarlo, ¿ok? —le dije finalmente, sonriendo un poco—. Pero por ahora, vamos a disfrutar de que estás acá y de todo lo que tenemos por hacer.

Cata sonrió y me dio un abrazo.

—Eso sí, prometeme que si te escribe, le contestás sin pensar tanto.

Asentí, y en ese momento decidí dejar de darle tantas vueltas al asunto. Tenía razón, tenía que disfrutar del presente, de mi tiempo con Cata y de las oportunidades que la vida me ponía enfrente. Lo que fuera que pasara con Lando, lo iba a enfrentar cuando llegara el momento. Pero ahora, estaba lista para vivir cada segundo de esta experiencia al máximo.

Nos acomodamos en el sillón, con un par de series de fondo y muchas cosas por charlar. Esa noche, entre risas y confidencias, sentí que todo iba a estar bien. Estaba en un país hermoso, con mi mejor amiga, y quién sabe, quizás hasta con un nuevo amor en puerta. Lo importante era disfrutar, y eso era justo lo que pensaba hacer.

INFINITE | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora