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SOFÍA

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SOFÍA

Las semanas pasaron volando, y mi vida en Italia se había convertido en una mezcla entre estudios y pequeñas aventuras turísticas. Con la facultad a mitad virtual y mitad presencial, me las arreglaba para cumplir con los trabajos y, en mis ratos libres, perderme entre los rincones encantadores de este país. Cada día era una oportunidad para descubrir algo nuevo, ya sea un café escondido en un callejón o un museo repleto de historia.

Una tarde, mientras estaba en mi habitación, decidí hacer una videollamada con mis mejores amigas, Cata y Meli. Estábamos acostumbradas a hablar de todo y nada durante horas, y ese día no fue la excepción. Me acomodé en la cama, con el portátil sobre las piernas, y en cuanto las vi aparecer en la pantalla, me sentí un poco más cerca de casa.

"¡Sofi! ¿Cómo va todo por allá? Contanos todo", dijo Meli, con esa energía que siempre tiene.

"No te hagas la misteriosa y largá todo de una", agregó Cata con una sonrisa pícara.

Entre risas, les conté cómo estaba viviendo mi estadía en Italia. Les hablé de los lugares que había visitado, las comidas que había probado y, por supuesto, del ritmo que llevaba con la facultad. Pero la conversación dio un giro interesante cuando Cata soltó una bomba.

"Che, te aviso que en dos semanas me tenés allá con vos. ¡También voy a estar en Italia de intercambio! Me aceptaron en un programa de producción de moda, así que voy a estar metida en eventos grosos y desfiles de marcas importantes", dijo, emocionada.

"No puedo creerlo, ¡vamos a estar juntas en Italia! Esto se pone cada vez mejor", respondí, casi gritando de la emoción.

"Obvio, nos vamos a divertir muchísimo", dijo Cata, y luego, con esa sonrisa traviesa que conozco tan bien, añadió: "Y, hablando de cosas divertidas... ¿qué onda con ese piloto famoso que conociste?"

Ahí estaba. Sabía que no iban a dejar pasar la oportunidad de preguntar por Lando. Entre risas y bromas, les conté lo que había pasado, desde el encuentro en la conferencia hasta la salida en el yate. Me escuchaban con atención, como si estuviera narrando una novela.

"No sé, chicas... Es muy lindo y tiene un aire seductor, pero no sé qué pensar. Es raro estar en esta situación. Me cae bien, pero a la vez me intimida un poco todo el mundo que lo rodea", les confesé.

"¡Pero, Sofi! Si te gusta, ¿qué importa todo lo demás? Viví el momento", dijo Meli, siempre la más despreocupada de las tres.

"Sí, además, es Lando Norris. ¡No cualquiera tiene la chance de conocer a alguien así! Vos siempre tan tranquila, pero ya te veo toda enamorada", bromeó Cata, lo que me hizo sonrojar un poco.

Me reí, pero en el fondo sus palabras me hicieron pensar. No podía negar que Lando me parecía un chico increíble, con esa mezcla de simpatía y misterio que lo hacía aún más interesante. Pero también había algo en él que me hacía mantener los pies en la tierra. Era como si una parte de mí quisiera dejarse llevar, mientras que la otra me pedía ser cauta.

La charla siguió entre risas y bromas, como siempre. Pero cuando colgué, me quedé mirando la pantalla apagada de la computadora, perdida en mis pensamientos. Cata y Meli tenían razón, estaba viviendo una experiencia única, y quizá lo mejor sería disfrutarla sin darle tantas vueltas.

Quizás, solo quizás, era el momento de dejarme llevar un poco más. Pero claro, eso solo el tiempo lo diría.

INFINITE | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora