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SOFÍA

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SOFÍA

La fiesta en el yate estaba en pleno apogeo. La música vibrante llenaba el aire, y el sonido de las risas y las conversaciones se mezclaba con el ritmo de la música. El ambiente era animado, y el alcohol fluía libremente entre los invitados. A pesar de la diversión general, Lando y yo nos encontramos en un rincón del yate, donde la atmósfera parecía ser más íntima y exclusiva.

La conversación entre nosotros fluyó con facilidad. Lando, con su característica curiosidad, me preguntó sobre mi vida en Argentina. Me habló de sus conocimientos sobre el país y mostró un interés genuino en aprender más. "Siempre he escuchado tanto sobre la pasión de los argentinos por el fútbol. ¿Es cierto que es como una religión para ustedes?"

Reí y asentí. "Definitivamente. El fútbol es una parte enorme de nuestra cultura. Crecemos con él, y los partidos son eventos importantes. La gente se reúne con amigos y familia para ver los partidos, y la emoción es contagiosa."

Lando parecía fascinado. "¿Y qué equipo apoyas tú?"

"Soy de Boca," respondí, sintiendo un poco de orgullo. "Es uno de los clubes más grandes de Argentina."

"Eso es genial," dijo Lando con una sonrisa. "He escuchado mucho sobre los equipos argentinos y la pasión que tienen sus hinchas. Debe ser una experiencia increíble."

Nuestra conversación continuó así, moviéndose de un tema a otro, mientras ambos compartíamos historias y anécdotas de nuestras vidas. Lando se mostró realmente interesado en cada detalle que le contaba, y sentía que nuestras historias estaban conectándose de una manera especial.

La música seguía marcando el ritmo de la fiesta, y Lando me invitó a bailar. Acepté con gusto, y nos unimos a la pista de baile. La cercanía entre nosotros era palpable. Nuestros cuerpos se rozaban a medida que nos movíamos al ritmo de la música, y sentía la calidez de su contacto cada vez que nuestras manos se encontraban.

Lando me rodeaba con sus brazos mientras bailábamos, y la tensión entre nosotros se volvía más intensa. Cada giro y cada paso en el baile nos acercaban más, y la conexión que estábamos construyendo se sentía electrizante. Sus manos se deslizaban por mi espalda, rodeando mi cuerpo con una familiaridad que me hacía sentir cómoda pero también un poco nerviosa.

La noche avanzaba y, mientras la música continuaba sonando, la intimidad entre nosotros crecía. No podía evitar notar cómo sus miradas se encontraban con las mías, llenas de una intensidad que solo nosotros parecíamos comprender. La forma en que sus manos se movían por mi cintura y la manera en que me miraba creaban una atmósfera cargada de emoción y deseo.

Nos reímos y disfrutamos de la música, pero también había momentos en los que nuestras miradas se mantenían fijas, como si el resto del mundo hubiera desaparecido. La energía entre nosotros era palpable, y sentía que estábamos compartiendo algo único.

Cada vez que la música nos permitía tomar un respiro, nos acercábamos más. Lando me hablaba cerca del oído, y el calor de su aliento me hacía sentir una conexión aún más profunda. La noche estaba llena de momentos en los que nuestras manos se tocaban y nuestros cuerpos se encontraban, creando una tensión que era difícil de ignorar.

Cuando la música comenzó a bajar de intensidad y la fiesta en el yate se asentó en un ritmo más relajado, Lando me llevó a un grupo de personas que estaban conversando animadamente cerca de la barandilla. Con una sonrisa de orgullo, me presentó a algunos de sus amigos más cercanos del mundo de la Fórmula 1.

"¡Sofía, déjame presentarte a algunos amigos!" dijo Lando, su entusiasmo evidente. "Este es Carlos Sainz," añadió, señalando a un hombre alto con una sonrisa amistosa. Carlos se acercó y me saludó con un abrazo cálido.

"Hola, Sofía. Encantado de conocerte," dijo Carlos con un acento español marcado. "Lando me ha hablado de ti. Espero que estés disfrutando de la fiesta."

"Mucho gusto, Carlos. Sí, está siendo una noche increíble," respondí, sintiendo la calidez de su saludo.

Lando luego me presentó a Max Verstappen, quien estaba conversando con Charles Leclerc. Max era enérgico y extrovertido, con una presencia que irradiaba confianza. "Y aquí está Max Verstappen," dijo Lando, señalando a Max. "Max, esta es Sofía. Es argentina y está aquí para disfrutar de la Fórmula 1."

Max me saludó con una sonrisa amplia. "¡Hola, Sofía! ¿Cómo va todo? Espero que te lo estés pasando bien."

"¡Hola, Max! Sí, está siendo una experiencia increíble. Gracias por preguntar," le respondí, sintiendo una mezcla de emoción y nervios.

Finalmente, Lando me presentó a Charles Leclerc, quien estaba en medio de una animada conversación con el grupo. Charles se mostró igualmente amable y me saludó con una sonrisa genuina. "Hola, Sofía. Encantado de conocerte," dijo Charles.

"Mucho gusto, Charles," respondí, sintiendo que la noche se volvía aún más especial con cada nueva introducción.

Con cada uno de ellos, conversamos sobre diversos temas, desde carreras hasta anécdotas personales. La compañía de Lando y sus amigos hacía que la fiesta se sintiera aún más vibrante y emocionante. La presencia de figuras tan conocidas en el mundo de la Fórmula 1 hacía que la noche fuera aún más memorable.

A medida que la conversación continuaba, el grupo se movió de vuelta al área de baile, y Lando y yo seguimos disfrutando de la música y de la compañía. Aunque el yate estaba lleno de personas interesantes y famosas, mi conexión con Lando seguía siendo el centro de mi atención. Las miradas que compartíamos y la tensión palpable entre nosotros hacían que la noche fuera aún más especial.

El encuentro con Carlos, Max y Charles solo añadió un toque extra de glamour a la noche, pero era la conexión que estaba construyendo con Lando la que realmente destacaba. A medida que la fiesta llegaba a su fin, me di cuenta de lo afortunada que me sentía por haber podido compartir una noche tan increíble con Lando y sus amigos. La experiencia era algo que nunca olvidaría, y la promesa de lo que podría venir en el futuro me llenaba de una anticipación emocionante.

INFINITE | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora