SOFÍA
AZERBAIYÁNAl día siguiente, Cata y yo comenzamos el día con toda la energía. Habíamos puesto música desde que nos levantamos y, por supuesto, no podía faltar el rkt. Nos habíamos enviciado con "Municiones" de Anuel, y la verdad es que no podíamos parar de reírnos por cualquier cosa. Las dos estábamos en modo "vacaciones". Cata, como siempre, impecable con su vestido rosa pastel suelto y una colita alta que hacía que pareciera salida de una editorial de moda. Yo, en cambio, había optado por algo más casual: un jean celeste y una remera blanca que Lando me había dado. Era parte de su nueva colección, y no podía negar que me encantaba llevarla.
Mientras nos terminábamos de preparar, aproveché para subir un tweet. El nivel de seguidores en mis redes había crecido muchísimo desde que empecé a compartir mis experiencias y opiniones sobre la Fórmula 1, y me di cuenta de que había personas que realmente valoraban mi manera de ver el deporte.
"Hoy en el GP de Azerbaiyán 🇦🇿, les voy a contar todo lo que pase. ¡Va a ser increíble!", escribí, y en cuestión de minutos el tweet ya tenía varias respuestas de personas que estaban emocionadas por seguir la carrera a través de mis ojos.
Unos 30 minutos después, me llegó un mensaje de Lando: "Chicas, ya están esperándolas en el lobby". Cata y yo nos miramos, emocionadas, y bajamos rápidamente. Al llegar al lobby, reconocimos a uno de los amigos de Lando, que habíamos conocido en Brístol.
—¡Hola! —nos saludó con una sonrisa amplia—. Acá están sus credenciales.
Nos entregó las credenciales del paddock y nos guió hacia un auto que nos llevaría al circuito. El viaje fue corto, pero el ambiente en la ciudad ya se sentía diferente. Los fanáticos de la Fórmula 1 estaban por todos lados, vestidos con los colores de sus equipos, agitando banderas y coreando canciones.
Cuando llegamos al circuito, el bullicio y la energía eran impresionantes. A pesar de la emoción, Cata y yo buscábamos mantener la calma mientras nos dirigíamos hacia una entrada más discreta que conducía al paddock. Apenas cruzamos esa línea, el ambiente cambió por completo. Los ingenieros caminaban rápido de un lado a otro, concentrados, ultimando detalles para la carrera que estaba por comenzar. El sonido de las herramientas y el olor a neumáticos quemados llenaban el aire. Era como estar en el corazón del espectáculo.
—Esto es otro nivel, ¿no? —me dijo Cata, mirando a su alrededor con los ojos bien abiertos.
—Totalmente —respondí, todavía asimilando lo que veía.
De repente, sentí una presencia detrás de mí. Me giré, y ahí estaba Lando, con su mono anaranjado desabrochado hasta la cintura, su camiseta blanca debajo y un brazo sosteniendo su casco. Me saludó con una sonrisa y se acercó para darme un beso en la mejilla. Pero, fue de esos besos que se quedan peligrosamente cerca de la comisura de los labios, y esa cercanía me aceleró el corazón. No sé si fue intencional o si simplemente pasó, pero la tensión entre nosotros era innegable.
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INFINITE | Lando Norris
RomanceSofía, una chica de Buenos Aires, Argentina, viaja a Italia para continuar sus estudios de periodismo deportivo, impulsada por su pasión por el fútbol y el automovilismo. Con la emoción de estar en un nuevo país, decide asistir a una carrera de Fórm...