SOFÍA
Austin, TexasEstábamos en el cuarto del hotel, en ese ambiente que de repente se había vuelto más tenso que el paddock antes de una carrera. Mis viejos y mi hermano estaban por llegar, pero se habían retrasado porque tuvieron algún lío en el camino. La espera me tenía algo nerviosa, no voy a mentir, pero era más por Lando que por mí.
Él estaba parado, caminando de un lado a otro por el cuarto, haciendo esos gestos nerviosos que ya le conocía. No paraba de pasar su mano por el pelo, y murmuraba cosas en voz baja, como repasando mentalmente lo que iba a decir.
— ¿y si les caigo mal? —preguntó de repente, girándose hacia mí, con una expresión de preocupación en el rostro.
Yo estaba sentada en la cama, observándolo, tratando de no reírme porque verlo así, tan vulnerable, me hacía una gracia tremenda.
—¡Lando, relajate! —le dije, intentando calmarlo—. No muerden, son personas comunes, y, te juro, están tan nerviosos como vos.
Pero él no parecía tan convencido. Seguía caminando por la habitación como un león enjaulado.
—Es que... no sé, quiero que me vean bien, que piensen que soy alguien en quien pueden confiar. Y no sé cómo será la cultura argentina para esto de conocer a los padres de tu novia. ¿Tienen alguna costumbre rara?
Me reí, soltando una carcajada que finalmente rompió la tensión. Me acerqué, le agarré la mano y lo tiré suavemente para que se sentara a mi lado.
—No hay ninguna "costumbre rara", Lando. Solo sé vos mismo, porque es eso lo que quiero que vean. Y, además, yo ya les conté lo suficiente de vos como para que se sientan tranquilos. Les va a encantar conocerte, te lo aseguro —le dije, tratando de transmitirle toda la seguridad que pude.
Él me miró con esos ojos sinceros que siempre me derriten y asintió, aunque todavía había una pizca de nervios en su expresión. Nos quedamos en silencio unos segundos, simplemente mirándonos. Sabía lo mucho que significaba esto para él, y eso me hacía apreciarlo aún más.
De repente, el celular vibró. Era un mensaje de mi mamá: "Llegamos, estamos en el lobby."
—¡Están acá! —le dije a Lando, y noté cómo su cara pasaba de la tensión a una mezcla de emoción y susto.
—¡Ay, Dios! Bueno, esto es real —dijo con una risa nerviosa—. Voy a esperarlos acá en el cuarto. Vos andá a buscarlos y... cuando estén listos,me mandas un mensaje así nos encontramos en la cena.
Asentí, dándole un beso rápido para calmar sus nervios, y salí del cuarto.
Bajé al lobby casi corriendo, y apenas vi a mi familia, sentí una felicidad que me recorrió todo el cuerpo. Mis viejos y mi hermano estaban ahí, esperándome con sonrisas enormes. Nos abrazamos fuerte, casi aplastándonos de lo contentos que estábamos de vernos.
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INFINITE | Lando Norris
RomanceSofía, una chica de Buenos Aires, Argentina, viaja a Italia para continuar sus estudios de periodismo deportivo, impulsada por su pasión por el fútbol y el automovilismo. Con la emoción de estar en un nuevo país, decide asistir a una carrera de Fórm...