SOFÍA
MÉXICO, 2024Estábamos profundamente dormidos cuando el sonido del celular de Lando nos despertó. Él apenas reaccionó, buscándolo a tientas en la oscuridad, mientras yo me daba vuelta tratando de no abrir los ojos. Finalmente lo atendió, medio adormilado.
—¿Carlos? —murmuró, frotándose los ojos.
Yo me incorporé un poco, curiosa. Escuché que hablaban en un tono alegre, y aunque no entendía todo, capté algunas palabras: "cena", "familia", "victoria". Lando colgó, me miró con una sonrisa pícara y me dijo:
—Carlos nos invita a cenar con su familia para festejar la victoria. ¿Vamos?
—¡Obvio! —respondí con entusiasmo, ya totalmente despierta.
Nos levantamos, y mientras me arreglaba, sentía esa emoción única de compartir otra noche especial con él. Me puse un vestido blanco corto, fresco, ideal para el calor mexicano que nos recibía esa noche. Cuando salí del baño, vi a Lando esperándome, impecable de negro, y me sonrió. Ya listos, nos subimos al auto que le habían dado a Lando para moverse en México.
Durante el camino, quise ponerle un poco de música en español para seguir contagiándolo de nuestras costumbres. Elegí a Los Ángeles Azules, y cuando empezó a sonar la cumbia, no pude evitar cantar y reírme de la cara de sorpresa de Lando.
—¿Esta música es típica de acá? —preguntó, tratando de seguir el ritmo con las manos en el volante.
—¡Sí! En todas las fiestas suena, es como un clásico, y si no la bailás, te miran raro —le dije, riéndome.
Lo miraba de perfil mientras manejaba, concentrado pero divertido, y no pude evitar quedarme hipnotizada. Él notó mi mirada y sonrió.
—¿Qué pasa? ¿Te gusta el piloto, eh? —me dijo en tono juguetón.
—Capaz... —le respondí con una sonrisa cómplice.
Llegamos al restaurante, y al bajar, el calor de la noche mexicana nos envolvió de nuevo. Ubicamos a Carlos en una mesa amplia, rodeado de su familia. Saludamos a todos, y enseguida noté que su novia no estaba. Miré a Lando, y me di cuenta de que él también lo había notado. Nos miramos cómplices, levantando las cejas, ambos intrigados.
Nos sentamos, y el ambiente de la cena era relajado, lleno de risas y conversación en español. Lando intentaba seguir la charla, y yo de vez en cuando le traducía, aunque él ya entendía bastante. Pedimos tacos, y entre risas y brindis, la noche avanzó. Yo estaba feliz, sintiendo que todo se había dado de una manera tan perfecta, especialmente después de la carrera en la que Lando había logrado estar podio.
—Bueno, Lando, ¿cómo vas con el español? —preguntó Carlos, con una sonrisa burlona.
—Voy bien... creo —respondió Lando, mirándome de reojo—. Aunque me parece que Sofía me está enseñando algunas palabras... interesantes.
Todos en la mesa se rieron, y yo traté de no mirarlo demasiado para no delatarme.
—¿Ah, sí? ¿Qué palabras? —preguntó uno de los primos de Carlos, claramente curioso.
—No sé si puedo decirlas acá... —respondió Lando, guiñándome un ojo, lo que provocó otra ronda de risas en la mesa.
—Eh, bueno, a veces hay que empezar con lo básico —dije, tratando de sonar seria y haciéndome la que no entendía por qué todos se reían.
De repente, entraron unos mariachis al restaurante. Empezaron a tocar y a cantar, y todos nos unimos en aplausos y gritos, acompañando la música. Giré la cabeza y vi a Lando, completamente feliz, con una sonrisa de oreja a oreja. Nunca lo había visto tan contento en un ambiente tan distinto al suyo.
Uno de los músicos se acercó a Lando, con la trompeta casi en la cara, y él no sabía si reírse o aplaudir. Me acerqué para explicarle la letra de la canción, y terminamos cantando juntos en medio de la gente. Él se divertía, y yo no podía dejar de sonreír.
Después de cenar, Carlos propuso que siguiéramos la noche en la Bresh, la famosa fiesta argentina que justo coincidía con esa noche en México.
—¡Vamos! Lando tiene que conocer lo que es la verdadera fiesta argentina —le dije, guiñándole un ojo.
Así que todos salimos rumbo a la Bresh. Al entrar, el ambiente estaba cargado de energía. Apenas sonó la primera canción de cumbia, yo no pude evitar empezar a bailar. Lando me miraba con los ojos brillantes, entre sorprendido y divertido.
—Tenés que bailar conmigo —le dije, tomándolo de la mano.
—No sé bailar esto... —me dijo, riéndose, aunque igual intentó seguirme el paso.
Le mostré cómo moverse, explicándole los pasos básicos de cumbia. Se reía de sí mismo, pero no dejaba de intentarlo, y yo lo guiaba, sintiendo su mano en la mía mientras bailábamos.
—Bueno, ¿qué opinás de la Bresh? —le pregunté, al ver que ya se había soltado un poco.
—Es diferente a las fiestas a las que estoy acostumbrado, pero me encanta —respondió, acercándose un poco más a mí.
La música argentina seguía, y entre Duki, Nicki Nicole y Bizarrap, la fiesta se volvió una locura. Carlos y sus amigos también estaban dándolo todo en la pista, y yo sentía que el tiempo se pasaba volando. Bailamos, reímos, y cada vez que Lando intentaba decir algo en español, me daba ternura verlo esforzarse por integrarse en el ambiente.
La noche se fue extendiendo, y en un momento, Lando me tomó por la cintura y me susurró al oído:
—Gracias por traerme aquí. Nunca imaginé que iba a disfrutar tanto una noche como esta.
Me di vuelta y lo miré, sintiendo que ese momento lo iba a recordar siempre. La fiesta, la música, él intentando seguir el ritmo de mis pasos... Todo era perfecto.
Finalmente, ya de madrugada, decidimos que era hora de volver al hotel. Nos despedimos de todos, y mientras caminábamos hacia el auto, sentía el cansancio pero también una felicidad inmensa. Subimos al auto, y apenas arrancamos, Lando tomó mi mano.
—Prometeme que cuando estemos en Argentina, me vas a llevar a todas las fiestas así —me dijo, mirándome con esa sonrisa que me hacía derretir.
—Prometido —le respondí, dándole un beso corto mientras el auto avanzaba por las calles de la noche mexicana.
Fue una de esas noches que no necesitaba nada más, solo a él, la música y el recuerdo de una cena y una fiesta que quedaría para siempre en nuestras memorias.
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INFINITE | Lando Norris
RomanceSofía, una chica de Buenos Aires, Argentina, viaja a Italia para continuar sus estudios de periodismo deportivo, impulsada por su pasión por el fútbol y el automovilismo. Con la emoción de estar en un nuevo país, decide asistir a una carrera de Fórm...