SOFÍA
SAO PAULO, BRASILHoy era domingo en Brasil, día de clasificación y carrera, pero la lluvia había arruinado los planes. La carrera de clasificación, que debería haberse hecho el sábado, fue reprogramada para la mañana del domingo, lo cual significaba que todos teníamos que madrugar. Con el equipo de ESPN, ya estábamos preparados para la transmisión, y el ambiente era electrizante. El circuito estaba repleto de argentinos que habían venido a ver a Franco Colapinto correr, su emoción se sentía en el aire. El público parecía más de un estadio de fútbol que de una pista de Fórmula 1; los cánticos y banderas argentinas llenaban el lugar de orgullo. Sabía que este sería un día especial, tanto para Franco como para Lando, quien también estaba emocionado por el fervor de los fanáticos.
La clasificación arrancó, y Lando logró llevarse la pole position. Cuando vi los tiempos en la pantalla, no pude evitar una sonrisa orgullosa; él se la merecía. Apenas tuve un momento libre, me escapé del equipo para ir a saludarlo. Caminé hacia la zona de boxes y, entre tanto ajetreo, logré encontrarlo. Lando ya estaba enfocado, pero cuando me vio, su expresión cambió; una sonrisa apareció en su cara, esa sonrisa que tanto me gustaba.
—¡Felicidades! Te la ganaste —le dije, acercándome para darle un beso corto.
—Gracias, Sofi. ¡No puedo creer lo increíble que es el público hoy! Parece más un estadio de fútbol que un circuito. Nunca había visto algo así —me respondió con una mezcla de sorpresa y admiración.
—Es que la hinchada argentina se hace notar —le dije, riendo—. Están todos acá por Franco, y bueno, por vos también. Te lo merecés, Lando.
Su sonrisa se amplió, y en ese momento me di cuenta de cuánto le importaba mi apoyo. A veces parecía imperturbable, pero sabía que detrás de esa fachada, Lando era mucho más sensible de lo que la gente imaginaba.
La carrera empezó y, desde la primera vuelta, el caos se apoderó del circuito. Lando perdió la posición al comienzo y terminó en el sexto lugar, lo cual fue un golpe duro. Había varios choques y abandonos, incluido Franco, que a pesar de todo se fue con el aliento de los hinchas que seguían cantando por él. Max Verstappen, quien había arrancado desde las últimas posiciones, se llevó la victoria, mientras que Lando quedó fuera del podio. Lo noté desde las gradas, su mirada apagada y su postura cabizbaja cuando se bajó del auto. El día no había salido como esperábamos, y yo sabía cuánto le dolía.
Las redes no tardaron en reaccionar, y me partía el alma leer los comentarios crueles. Algunos decían que Lando era un "pecho frío", que "no se la bancaba", o que "siempre iba a ser un cagón". Sabía que él los leía, aunque nunca lo admitiera. Sabía que se esforzaba al máximo, y esta era su primera vez compitiendo por los puntos del campeonato de pilotos, pero parecía que nada era suficiente para silenciar a los críticos.
Al finalizar la jornada, ambos nos dirigimos en silencio hacia el hotel. Sabía que no era el momento para hablar. Lando estaba dolido, y cualquier palabra mía podría desencadenar las lágrimas que estaba conteniendo. Llegamos a la habitación, y apenas cruzamos la puerta, él se dejó caer en la cama, agotado emocionalmente. Me senté a su lado, acariciándole el hombro, y él finalmente se dejó llevar.
—No tendría que haber terminado así —soltó, y vi cómo las lágrimas empezaban a caerle por las mejillas.
Sin dudarlo, lo envolví en mis brazos, dejando que se apoyara en mí mientras lloraba.
—Lando, lo que pasó no fue tu culpa. Las condiciones climáticas fueron un desastre; no había mucho que pudieras hacer —le dije suavemente, mientras lo abrazaba más fuerte—. No te castigues por algo que no podías controlar.
—Pero siempre es lo mismo... siempre termino decepcionando a todos, especialmente cuando tengo una oportunidad tan grande. —Su voz era apenas un susurro, lleno de frustración y tristeza.
—Escuchame, hiciste una carrera increíble en esas condiciones. No tenés que probarle nada a nadie, solo a vos mismo. A veces la gente solo quiere tener a quién culpar, pero eso no te define, ¿me entendés?
Lando asintió, y lo vi respirar hondo, tratando de calmarse. Seguí abrazándolo, dejándole sentir que estaba conmigo, sin importar lo que dijeran los demás.
—Gracias, Sofi —susurró después de un rato, mirándome con esos ojos azules que me derretían—. No sé qué haría sin vos.
—No tenés que agradecérmelo. Estoy acá porque quiero estar acá, porque creo en vos.
Después de un rato, decidimos irnos a bañar, como para quitar de encima las malas energías de ese día. El agua caliente parecía aliviar un poco la tensión en sus hombros, y cuando terminamos, los dos nos sentíamos algo más relajados. Nos pusimos cómodos y nos acostamos en la cama; él se acurrucó sobre mi pecho y empezó a darme pequeños besos en el cuello, como buscando consuelo.
—¿Sabés? Estuve pensando que tenemos una semana libre antes de la próxima carrera... Quiero ir a algún lugar tranquilo con vos, algo paradisíaco, donde podamos olvidarnos de todo esto —me dijo en un susurro.
—¿Una escapada? —pregunté con una sonrisa—. Suena perfecto. ¿Ya tenés algún lugar en mente?
—Estaba pensando en algo con playa... algún lugar donde podamos descansar sin pensar en nada más que en nosotros.
Asentí, imaginando cómo sería desconectarnos del mundo por unos días, solo nosotros dos, sin la presión de las carreras ni las críticas. Ambos sabíamos que necesitábamos esa pausa.
Nos quedamos en silencio, él acariciándome el pelo mientras mis dedos recorrían su espalda. Sentía su respiración tranquila, como si estuviera encontrando paz en ese momento. Yo también me sentía en paz, sintiendo que, a pesar de los altibajos, teníamos algo especial, algo que nos unía más allá de cualquier carrera o título.
A medida que las horas pasaban, me quedé dormida con su peso sobre mí, sintiéndome completa. Sabía que vendrían más desafíos, que las críticas no iban a desaparecer, pero en ese instante, nada de eso importaba. Estábamos juntos, enfrentando el mundo lado a lado, y eso era suficiente para mí.
Despertaríamos al día siguiente con planes de una escapada, con la esperanza de que el descanso nos diera fuerzas para enfrentar lo que venía. Porque al final del día, tanto para él como para mí, lo más importante era que estábamos juntos, apoyándonos, y ese amor que compartíamos se sentía como el refugio perfecto en medio de cualquier tormenta.
Hoy claramente no fue el día de McLaren
Me dio mucha pena por Lando, espero que en el capítulo se pueda ver reflejado que aveces los comentarios pueden llegar a afectar siendo o no famoso
Espero que también puedan ver la parte sensible de élBesoss 💋
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INFINITE | Lando Norris
RomanceSofía, una chica de Buenos Aires, Argentina, viaja a Italia para continuar sus estudios de periodismo deportivo, impulsada por su pasión por el fútbol y el automovilismo. Con la emoción de estar en un nuevo país, decide asistir a una carrera de Fórm...