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SOFÍA

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SOFÍA

El bullicio en el paddock era algo que nunca había experimentado antes. Era un caos organizado, un vaivén de personas que iban y venían con una precisión milimétrica. Técnicos, ingenieros, miembros de los equipos, todos parecían estar en una misión específica, y la tensión se podía cortar con un cuchillo. A pesar de estar en medio de ese torbellino de actividad, sentía una emoción que no podía describir; estaba en el corazón de la Fórmula 1, en un lugar reservado para muy pocos, y todo gracias a un encuentro casual y fortuito.

Miré a mi alrededor, tratando de captar cada detalle, consciente de que estaba viviendo un sueño. Y justo cuando pensaba que nada podía mejorar este día, Lando apareció junto a Oscar Piastri. Ambos se acercaron a donde estábamos con una sonrisa relajada, pero aún así reflejando la tensión del momento.

"Sofía, te presento a Oscar," dijo Lando, con la misma tranquilidad con la que podría haberme presentado a cualquier amigo, pero para mí, era mucho más que eso. Oscar extendió su mano y, por un segundo, me sentí como si estuviera en un mundo paralelo.

"Encantada," logré decir, intentando que mi voz no delatara lo emocionada que estaba. A pesar de que por dentro estaba a punto de explotar de alegría, traté de mantenerme lo más calmada posible. Sabía que estos eran momentos clave para los pilotos, y no quería ser una distracción.

Mientras los pilotos conversaban brevemente con algunos miembros del equipo, Lando y yo intercambiamos miradas de vez en cuando. Eran pequeños destellos, pero cada vez que nuestras miradas se cruzaban, sentía una chispa de conexión. Esa conexión que había sentido en la conferencia, ahora se intensificaba con la cercanía y el ambiente. Y, por supuesto, Ciska, la mamá de Lando, no tardó en notar lo que estaba pasando.

"¡Oh, miren esos ojitos!" bromeó, mientras sonreía de manera traviesa. "Me parece que alguien se ha ganado la atención de mi hijo."

Me sonrojé al instante, deseando que la tierra me tragara, pero al mismo tiempo, no podía evitar reírme junto a ella. Lando, por su parte, sonrió con esa mezcla de picardía y diversión que parecía ser parte de su personalidad. Aunque me sentí un poco avergonzada, la broma de Ciska ayudó a romper el hielo, haciendo que me relajara un poco más.

El tiempo pasó rápido, y antes de darme cuenta, la carrera estaba a punto de comenzar. El ambiente en el paddock se transformó; lo que antes era una actividad frenética ahora se convirtió en pura tensión. Podía sentir la expectación en el aire, y me di cuenta de que, aunque estaba emocionada por ver la carrera, también sentía una especie de nerviosismo por Lando. No era solo un piloto más en la pista, era alguien a quien había llegado a conocer un poco más, alguien que, en muy poco tiempo, había despertado un interés genuino en mí.

Cuando las luces se apagaron y los autos se lanzaron hacia la primera curva, mi corazón latía a mil por hora. Lando largó primero, lo cual ya era impresionante, pero todos sabíamos que mantener esa posición no sería fácil, especialmente con Max Verstappen pisándole los talones.

El circuito se volvió un campo de batalla. Cada curva, cada recta, cada maniobra parecía estar llena de una tensión insoportable. Ver la carrera desde el paddock era una experiencia completamente diferente a verla en la televisión. Podías sentir la energía de los equipos, la intensidad de los momentos clave, y yo no podía apartar los ojos de las pantallas que transmitían cada detalle de lo que estaba ocurriendo en la pista.

En la primera vuelta, Lando mantuvo su posición, pero no tardó mucho en ser superado por Max en una maniobra casi perfecta. Por un momento, sentí una punzada de decepción, pero sabía que la carrera estaba lejos de terminar.

"Vamos, Lando," susurré para mis adentros, como si pudiera enviarle mi apoyo a través del viento.

La batalla entre Lando y Max se intensificó. A medida que avanzaba la carrera, Lando se mantuvo firme, esperando el momento adecuado para contraatacar. Y finalmente, esa oportunidad llegó. En la recta principal, con el DRS activado, Lando se acercó peligrosamente a Max. Podías sentir la tensión en el ambiente, todos estaban al borde de sus asientos, y cuando finalmente lo superó, el paddock estalló en una mezcla de sorpresa y admiración.

No podía creer lo que acababa de ver. Lando había logrado superar a Max, y no solo eso, estaba aumentando su ventaja. Su rendimiento en la pista era impecable, cada maniobra estaba calculada al milímetro, y su concentración era palpable.

A medida que la carrera avanzaba, Lando no solo mantuvo su ventaja, sino que la amplió, demostrando una vez más por qué estaba en la cima de la Fórmula 1. Mi emoción crecía con cada vuelta que completaba en primer lugar, y a pesar de la tensión del momento, no pude evitar sonreír cada vez que su nombre aparecía en la pantalla como el líder de la carrera.

Finalmente, la última vuelta llegó, y con ella, la confirmación de lo que todos esperábamos. Lando cruzó la línea de meta en primer lugar, seguido de Max Verstappen y Charles Leclerc en tercer lugar. El paddock estalló en aplausos y vítores, y yo me encontré saltando de alegría, como si hubiera ganado yo misma.

Me giré hacia Ciska, quien también estaba aplaudiendo con orgullo. "¡Lo hizo!" exclamé, incapaz de contener mi felicidad.

"¡Claro que lo hizo!" respondió ella, sonriendo de oreja a oreja. "Ese es mi hijo."

Ver a Lando en lo más alto del podio fue un momento inolvidable. Su sonrisa reflejaba la satisfacción de un trabajo bien hecho, y mientras levantaba el trofeo, no pude evitar sentirme inmensamente feliz por él. No solo había demostrado ser un piloto increíble, sino que también me había demostrado que detrás de esa estrella de la Fórmula 1 había una persona con la que había conectado de una manera que nunca había esperado.

Cuando la ceremonia terminó y Lando regresó al paddock, nuestros ojos se cruzaron una vez más, y esa chispa que había sentido antes volvió a encenderse. Había algo en su mirada que me decía que esto era solo el comienzo, y por primera vez en mucho tiempo, sentí que estaba exactamente donde debía estar.

INFINITE | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora