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LANDO

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LANDO

Estaba en el escenario, concentrado en la entrevista, tratando de responder con la misma naturalidad de siempre. Había algo en la energía de la multitud que siempre me impulsaba, me hacía sentir como si estuviera en la pista, en el medio de una carrera, pero de una manera diferente. Oscar y yo estábamos bromeando con la entrevistadora, tratando de mantener la charla ligera y entretenida para el público. Todo estaba saliendo bien, hasta que empecé a escuchar mi nombre coreado por un grupo de personas entre la multitud.

No era raro que los fans hicieran eso en este tipo de eventos, pero había algo en la intensidad de esas voces que llamó mi atención. Traté de mantener el foco en la entrevista, pero la curiosidad me ganó. Giré mi mirada hacia el sector desde donde venían los gritos, y ahí fue cuando lo vi.

Primero, no pude creerlo. Mis ojos se abrieron un poco más, y mi sonrisa se ensanchó instantáneamente. Entre la multitud, rodeada de fans emocionados, estaba mi mamá. ¿Qué hacía ahí? No me había dicho que vendría, y verla me llenó de una calidez inesperada. Pero no estaba sola. A su lado, había una chica. Una chica muy linda, de ojos brillantes y una sonrisa que captó mi atención de inmediato.

Por un segundo, el bullicio de la conferencia se desvaneció, y solo pude concentrarme en ellas. Mamá estaba riendo, señalándome con un gesto casi cómplice, como si estuviera disfrutando de la sorpresa que acababa de darme. La chica a su lado también sonreía, pero había algo en su expresión, en la manera en que me miraba, que me hizo sentir... diferente.

"Ah, chicos, parece que me encontré con alguien conocido en el público," dije al micrófono, interrumpiendo la charla. La multitud estalló en risas y vítores, pero yo solo podía enfocarme en esa imagen frente a mí. "Mamá, ¿qué estás haciendo aquí?" pregunté, casi sin pensar, porque en ese momento, la profesionalidad se fue por la ventana. Era mi mamá, después de todo.

Ella me respondió con un gesto, como diciendo que solo estaba allí para verme, para disfrutar del momento, pero su mirada cómplice hacia la chica a su lado me dio la sensación de que había algo más en juego. La curiosidad comenzó a crecer dentro de mí. ¿Quién era esa chica? ¿Por qué estaba con mi mamá? Pero en lugar de preguntar más, sonreí ampliamente y les hice un pequeño saludo desde el escenario.

La entrevista continuó, pero mi cabeza seguía divagando. Cada tanto, miraba hacia donde estaban ellas, tratando de averiguar más sin ser demasiado evidente. Oscar, notando que estaba un poco distraído, me dio un codazo juguetón. "¿Todo bien, Lando? Parece que viste un fantasma."

"No, nada de eso," le respondí, riendo, pero mi mente seguía enfocada en ese encuentro inesperado. Terminamos la conferencia con más bromas y un par de preguntas del público, pero mi mente ya estaba en otro lugar. Tan pronto como finalizó el evento, bajé del escenario y me dirigí directamente hacia donde estaba mamá.

"¡Mamá!" exclamé, abrazándola con fuerza. "¿Por qué no me dijiste que vendrías?"

"Quería sorprenderte," respondió ella, con esa sonrisa que siempre tenía cuando lograba su cometido. "Y creo que funcionó."

"Sí, definitivamente lo hiciste," dije, mirando de reojo a la chica que estaba a su lado. No quería ser obvio, pero mi curiosidad ya era imposible de contener. "¿Y tu amiga?"

La chica dio un paso adelante, extendiéndome la mano con una sonrisa encantadora. "Hola, soy Sofía," dijo con un acento que, aunque sutil, me pareció diferente al británico. "Encantada de conocerte."

"Lando," respondí, tomando su mano y dándome cuenta de que, en realidad, no hacía falta presentación. Pero había algo en la manera en que lo dijo, en la forma en que me miró, que me hizo sentir... intrigado. "¿Cómo te conociste con mi mamá?"

"Oh, fue pura casualidad," respondió Sofía. "Estábamos charlando durante la conferencia, compartiendo opiniones sobre la Fórmula 1. Y, bueno, luego me enteré de que era tu mamá. Fue una linda coincidencia."

"Sí, bastante linda, diría yo," agregué, con una sonrisa que probablemente reflejaba más de lo que debería. Mamá observaba la interacción con una mirada que solo las madres pueden tener, como si supiera algo que yo no.

La conversación continuó un poco más, pero era evidente que la conexión entre nosotros había despertado algo en mí. Sofía era diferente a las personas que solía conocer en este mundo de la Fórmula 1. Había algo en su mirada, en su manera de hablar, que me hacía querer saber más.

Eventualmente, mamá y Sofía se despidieron, diciendo que irían a recorrer un poco más antes de que terminara el día. Pero mientras se alejaban, no pude evitar sentir que, de alguna manera, esa no sería la última vez que la vería.

Me quedé en el mismo lugar por un momento, viendo cómo se perdían entre la multitud. Sabía que la vida a veces tenía una manera extraña de poner a las personas en tu camino en el momento justo, y algo me decía que esta era una de esas veces.

Quizás, después de todo, esa conferencia había sido mucho más que solo otra parte de mi trabajo.

INFINITE | Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora