𝟔𝟖: 𝐋𝐞𝐜𝐡𝐞 𝐦𝐚𝐭𝐞𝐫𝐧𝐚

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Advertencia: Lactancia adulta.

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Max se saltó la fila y los demás pilotos se estaban quejando hasta que les dijo que tenía que volver pronto con Sergio porque había sucedido un problema, ellos inmediatamente se calmaron y empezaron a murmurar cosas como: "Si es por él entonces sí", "espero y no sea nada malo, porque escuché que estuvo en el hospital y recién se ha recuperado", "me lo saludas", "le dices que hice una buena acción por ti" y demás cosas que en otra ocasión le hubiesen molestado, pero como tenía que estar con su prometido no dijo nada.

Cuando llegó a la habitación donde estaban antes de ser llamados al chequeo médico obligatorio, observó el cómo Sergio trataba de tapar sus pectorales con sus brazos cruzados y se había sentado de una manera que lo hacía lucir más pequeño.

Sergio se dio cuenta de su presencia y como si hubiera un resorte en el sillón, se puso de pie y corrió donde estaba Max. El piloto neerlandés lo analizó y vio la pena reflejada en los bellos ojos que tanto amaba y que lo habían cautivado desde el primer día que hicieron contacto visual.

Se quitó la chamarra que llevaba puesta y cubrió a su pareja con ella, lo tomó de la mano y se dirigieron a su driver's room, con el cuidado de no ser detenidos por fanáticos o algún miembro del staff.

—Lamento haberte dejado solo. —Se disculpó cuando finalmente estuvieron a solas en el pequeño cuarto. Sergio tomó asiento en la cama y negó levemente con la cabeza.

—No sabias que algo así sucedería, no es tu culpa, amor. —Le sonrió, tratando de tranquilizarlo.

—¿Te duelen? —Cuestionó, dirigiendo su mirada hacia los pectorales de Sergio.

—Un poco, están sensibles. —Hizo un gesto de incomodidad y se quitó la prenda que Max le había dado anteriormente.

A través de la tela se podían notar los pezones y su mente sucia solo podía pensar en una cosa en específico y se recriminó por estar imaginándose a él mismo ayudándole a su prometido de una manera que para los demás sería cuestionable.

Carraspeó y se acomodó en su lugar, tratando de que su erección no se notara, pero Sergio ya conocía muy bien todos sus gestos, movimientos y acciones, porque lo vio enarcar una ceja con diversión.

—¿Esto te excita? ¿El hecho de que esté tirando leche?

—Bueno, ya has tirado leche de otra parte y con gusto me la he tragado. —Si algo que Max no tenía, era vergüenza ni filtro al hablar, pero bien que su cuello, orejas y rostro se tornaban de un rojo carmesí.

—Tenemos que empezar a cuidar tu boquita, mi amor. —Se levantó la camisa blanca por encima de sus pectorales y se recostó en la cama. —Y la mejor manera es cerrándola con tus chupetes favoritos.

Max tragó la saliva acumulada con dificultad, si de por sí los pectorales de su pareja ya lo excitaban, ahora era un nivel mucho más elevado, ya que de estos salían pequeñas gotas de leche... Leche materna.

—¿Mi bebé no tiene hambre? Qué lástima. —Estuvo a punto de ponerse de pie e ir al baño para apretarse los pechos hasta que finalmente dejaran de doler y segregar el líquido apenas amarillento, pero Max lo había evitado al sentarse encima de él, llevando sus manos arriba de la cabeza para mantenerlo quieto.

Las pupilas de Max estaban sumamente dilatadas, las pudo observar en el leve segundo que hicieron contacto visual para después ser el rubio el que desviara la mirada hacia su pecho.

Podía sentir la erección del menor sobre la tela, así como juraba que su prometido podía sentir la suya, ya que básicamente estaba sentado en ella.

𝐌𝐚𝐱 𝐕𝐞𝐫𝐬𝐭𝐚𝐩𝐩𝐞𝐧'𝐬 𝐖𝐀𝐆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora