01. La gala

797 66 15
                                    




Esa noche debía llegar más temprano que el resto. En ese pequeño momento firmaría el contrato que le cambiaria la vida para siempre. 

Charles estaba nervioso, inquieto, ansioso, pero sobre todo emocionado. Esa era su noche, la noche en donde firmaría un contrato para ser parte de un equipo de la formula uno, su mayor sueño.

Aunque sonreía cuando entraba por el lugar, los nervios aun eran presentes para él. Le costaba asimilar de que estaba por cumplir uno de sus muchos sueños.

En ese momento desearía con toda su alma que Jules estuviera con él, acompañándolo y diciéndole que se calmara. Que todo estaría bien, que él estaría bien.

Pero eso no era posible. Jules estaba muy lejos de la ubicación de Charles, se encontraba a millones de kilómetros en un lugar donde hablar con los vivos era imposible.

El castaño jugaba con la pequeña foto de su billetera, era su mentor quien la protagonizaba, su hermosa y radiante sonrisa brillaban en ella. Un charles pequeño era abrazado por Jules y eran felices.

«Que buenos momentos aquellos» —Pensó el monegasco para sí mismo. Su estómago estaba en el punto de podría vomitar de todas las emociones que tenía en una sola noche.

—¿Nervioso? —le pregunto la seguridad del lugar, eso atrajo la atención del monegasco.

—Bastante. ¿se me nota mucho?

Ella le dio una sonrisa cálida que le recordó a una persona que fue muy importante en su vida. Trago saliva, pensando que no podría verle cumplir uno de sus sueños.

No podía dejar de verla, su parecido con Jules era impresionante. Cabello castaño oscuro que estaba bien peinado en una coleta baja, miraba cada facción de la chica con asombro. Sus ojos viajaban tan rápido estudiándola e intentando no encontrarle un parecido.

Fue imposible.

—Cierra tus ojos y solo siente que estás en lugar donde puedes estar en paz —le dijo con tranquilidad, él cerro sus ojos e hizo lo que ella le pidió.

Imagino como estaba en su monoplaza. Corriendo, haciendo lo que más ama en este mundo. La calma lo invadió, cosa que Charles agradeció enormemente. Ella le dio una calma que no pudo explicar como sus palabras pudieron calmar su tormentosa mente.

—Y si necesitas un lugar donde esconderte de todos y todo, ya sabes dónde encontrarme —murmuro con una enorme sonrisa.

En otras circunstancias sería él que lo intentaría calmar, pero ahora fue otra persona quien lo hizo. Los recuerdos de Jules calmándolo, diciéndole que todo estaría bien lo llenaron de nostalgia.

—Gracias...—intento leer la placa donde decía su apellido—, Señorita, Ramirez.

—No hay nada de que agradecer, galán —le guiño el ojo provocándole una risa en toda la noche de estrés.

La señorita Ramírez no sabe cuánto le agradece el menor, le acaba de salvar de caer en un posible ataque de pánico. A pesar de estar emocionado, en ocasiones sus emociones eran demasiado fuertes llevándolo a tenerlos.

Por una extraña razón sabía que volvería a donde ella para que le enseñara ese lugar.

—¿Listo? —sintió una palmada en su hombro derecho que lo hizo dejar de pensar, para centrarse totalmente en su mánager que lo miraba sonriente.

—Siempre —mintió descaradamente.

Estaban por entrar al salón donde se estaría realizando la gala para el nuevo inicio de temporada de la formula uno. El ojiverde apenas ha tenido tiempo para procesar todo, en especial que ya no estaría como piloto de reserva para la f1. Ahora sería él, sería un piloto principal.

En esta vida || 𝒞𝒽𝒶𝓇𝓁𝑜𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora