017. Visita a plena madrugada

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Charles y Carlos se encontraban hablando de madrugada. Él monegasco se encontraba sentando en su cama en la habitación de hotel a oscuras, mientras con una sonrisa en la cara continuaba texteando con el caliente español.

Desde que la cena terminó habían pasado horas.Recordaba claramente el momento en que George y Max abandonaron la mesa, dejando a Carlos a su lado, insistiendo que le debía tres citas.

La propuesta le hacía reír internamente, pero su corazón también latía un poco más rápido ante la idea. Aunque había comenzado a abrirse al moreno, una parte de él se resistía, temiendo lo que podría ocurrir en un encuentro a solas.

Aún esa parte desconfiada de él estaba ahí presente.

También desconfiaba un poco de sí mismo y de lo que podría pasar ellos estando solos. Además, ¿él y Carlos en una cita? Ni en sueño eso pasaría.

Mientras su mente divagaba, Charles recordó cómo George y Max se habían alejado para murmurar entre ellos, lanzando miradas furtivas hacia él y Carlos. Se preguntó si era normal que lo hicieran. Sin embargo, a pesar de esa extraña sensación, la velada había sido tranquila. La mayor parte del tiempo, se había concentrado en la conversación que fluía fácilmente con el español, disfrutando de sus bromas y de la chispa que encendía en el aire.

Charles se dejó caer en la almohada, mirando al techo de la habitación mientras su mente divagaba. Sin pensarlo mucho, escribió: "Dios, cuánto pagaría por un helado en estos momentos". Aquel anhelo lo había sorprendido, pero había algo en la idea de disfrutar de un buen helado que le resultaba irresistible.

En ocasiones se sentía como una mujer embarazada con los antojos que le daban de la nada.

Unos segundos después, su teléfono vibró con una notificación. Al abrir el mensaje, leyó simplemente;

Número desconocido:

¿Helado?

La respuesta, de un número desconocido, lo hizo sonreír. Era Carlos, por supuesto. ¿En qué momento comenzó a sonreírle continuamente al teléfono por un simple mensaje por parte del español?

Charles:

Si, un buen helado de chocolate

Respondió Charles, sintiendo cómo la conversación cobraba vida. Miró el pequeño reloj de noche y vió como este marcaba que eran las dos de la mañana.

Y aún así seguía hablando con Carlos. ¿Él no tendrá sueño? Pero aún así si tenía sueño le seguía respondiendo cada mensaje que él enviaba.

Mientras tanto, Carlos estaba sentado en el sofá de su habitación, con la luz tenue de la lámpara iluminando su rostro. Al leer el mensaje de Charles, una chispa de locura y determinación lo atravesó. Sin dudarlo, dejó de lado su teléfono, ignorando el último mensaje de Charles y comenzó a reunir sus cosas.

"¿Por qué no?" pensó, su mente giró con entusiasmo. Sería difícil encontrar un lugar abierto a esas horas de la noche, pero no le importaba, era mejor intentarlo, que fallar en el intento sin haberlo intentado.

Sobre todo si se  trataba de Charles . Él chico de ojos verdes que lo capturó sin saberlo desde la primera vez que hablaron bajo las estrellas en ese balcón.

Se puso una chaqueta ligera, se ató los zapatos y salió a la noche. Las calles estaban casi desiertas, pero la brisa fresca le daba un sentido de aventura.

A cada paso, la emoción crecía en su pecho; la búsqueda de ese helado se sentía como una pequeña misión, un gesto que quizás podría hacer que Charles sonriera aún más o se asustara como normalmente hacía,

En esta vida || 𝒞𝒽𝒶𝓇𝓁𝑜𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora