En esta vida || 𝒞𝒽𝒶𝓇𝓁𝑜𝓈

026. Casa de Ana Frank

La boda civil entre Max y Checo se llevó a cabo en el encantador patio de la mansión de la abuela de Max, un lugar que siempre había estado lleno de recuerdos familiares. Los jardines eran exuberantes, adornados con flores de colores vibrantes que danzaban suavemente con la brisa. Los árboles altos proporcionaban sombra, creando un ambiente íntimo y acogedor, perfecto para una celebración tan especial.

Los rayos del sol se filtraban a través de las hojas, iluminando el camino que conducía al altar, que había sido decorado con guirnaldas de flores frescas y cintas de colores que ondeaban suavemente. Las sillas blancas estaban dispuestas en filas, ocupadas por amigos cercanos y familiares que sonreían y murmuraban entre ellos, creando un murmullo de emoción palpable.

Max, vestido con un elegante traje oscuro que acentuaba su figura atlética, se veía visiblemente nervioso. A su lado, Checo brillaba en un conjunto que reflejaba su personalidad vibrante, su sonrisa era contagiosa, aunque sus ojos mostraban una mezcla de emoción y nerviosismo. Ambos se lanzaban miradas de complicidad, sintiendo que cada segundo los acercaba más a su sueño de compartir una vida juntos.

Charles y Carlos, como los best men, estaban listos para apoyar a sus amigos en este momento crucial. Carlos, con su característica sonrisa, se acercó a Checo y le dio un leve apretón en el hombro, un gesto que transmitía confianza. Mientras tanto, Charles, con su mirada atenta, susurró palabras de aliento a Max, recordándole lo mucho que significaba este día y cuánto lo amaba Checo.

El oficial de la boda, un hombre mayor con una voz cálida y acogedora, comenzó la ceremonia. Habló sobre la importancia del amor, la confianza y la unión, mientras los presentes escuchaban atentamente. En el aire había un sentimiento de felicidad y expectación, mientras todos se preparaban para ser testigos de un momento que cambiaría la vida de Max y Checo para siempre.

Cuando llegó el momento de los votos, Max respiró profundamente, sintiendo la presión del momento, pero también la emoción que lo invadía. Miró a Checo a los ojos, sintiendo que todo el mundo a su alrededor desaparecía.

Lo que nadie notaba era como los testigos oficiales de la boda, Charles y Carlos se miraban a los ojos diciéndose de todo con tal solo con mirarse.

—Yo, Max Verstappen, te acepto a ti, Sergio Pérez, como mi compañero de vida, aventuras y sobre todo, padre de mis futuros hijos —declaró, su voz resonando con sinceridad y amor. La multitud contuvo la respiración, sintiendo la carga emocional de sus palabras.

Checo, con lágrimas de felicidad brillando en sus ojos, tomó un momento para absorber la declaración de Max antes de responder. La emoción le temblaba en la voz mientras decía:

—Yo, Sergio Pérez, te acepto a ti, Max Verstappen, como mi esposo para amarte y respetarte. Prometo ser devoto a ti y a nuestro amor, también prometo siempre ser tu pecas.

El silencio se llenó de una profunda emoción, y los presentes sintieron que el amor entre ellos iluminaba el patio. Cuando el oficial declaró a Max y Checo como esposos, los aplausos estallaron, acompañados de vítores y gritos de alegría. La risa y el amor llenaron el aire, haciendo eco entre los árboles y las flores.
Luego de que confesaran su amor y el holandés y el mexicano fueran declarados como esposos, era momento de las fotos grupales. Carlos y Charles se encontraban el uno al lado del otro, pero como si se tratase de un imán no podían dejar de mirarse.

—¡Hey! —gritó el fotógrafo señalando a el español y al monegasco quienes no dejaron de mirar hasta ser señalizados—. Si ustedes dos si quieren seguir mirándose pueden salir de la foto, o pueden dejar de mirarse por un momento y sonreír a la cámara. ¿Ok, novios?

El pecho de el Moreno y del castaño se llenaron de algo desconocido al escuchar la palabra "novios" dirigida hacia ellos.

El español en secreto se preguntó. ¿En algún momento el monegasco lo dejaría ser su novio? ¿Podrían serlo incluso? Porque él si se moría por serlo.