Prólogo

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Hace años...

El rugido ensordecedor de los motores retumbaba en el aire, reverberando en el asfalto caliente del circuito. Era el día del gran debut. La temporada de Fórmula 1 había comenzado, y con ella llegaban nuevas promesas y expectativas.

Carlos Sainz se encontraba en su monoplaza, ajustándose los guantes mientras escuchaba las instrucciones de su ingeniero a través del auricular.

—Recuerda, Carlos —dijo la voz calmada de su ingeniero—, está es tu oportunidad de hacer una buena impresión desde el inicio.

Daniel asintió, su atención dividida entre las palabras de su ingeniero y el bullicio del pit lane. Había algo diferente en el aire hoy, una energía que no podía explicar. Mientras su mirada recorría el pit lane, se detuvo en un coche que destacaba entre los demás. Era el monoplaza del piloto novato, Charles Leclerc, quien estaba haciendo su debut hoy.

Él rookie que correría como reemplazo por Romain Grosjean, quien estuvo a punto de morir por culpa del fuego. Sus manos habían quedado quemadas, pero gracias a Dios pronto volverá a correr.

Carlos había escuchado mucho sobre él. El joven prodigio que había dominado las categorías inferiores, alguien con un talento innato para la velocidad. Pero hasta este momento, el español no había tenido la oportunidad de verlo en acción.

Ahora, mientras observaba a Charles prepararse, no pudo evitar sentir una punzada de curiosidad. Sentía una intriga por aquel piloto que nunca había visto hasta hoy.

Charles se ajustaba el casco, concentrado en su propio mundo. Aunque era su primera carrera en la Fórmula 1, su mirada mostraba determinación.

Mientras los semáforos comenzaban a encenderse, marcando el inicio inminente de la carrera, él monegasco respiró hondo y se preparó para lo que estaba por venir.

Charles estaba emocionado y sobre todo para demostrar de lo que estaba hecho. Que si merecía una oportunidad para entrar en la F1.

Cuando la luz verde se iluminó, un estallido de energía recorrió la pista. Los coches se lanzaron hacia adelante, rugiendo con toda la potencia de sus motores.

Carlos se enfocó en la pista, pero su mirada seguía desviándose hacia el novato. Lo vio tomar la primera curva con una precisión sorprendente, superando a un piloto experimentado con una maniobra audaz.

"Interesante," pensó Carlos para sí mismo, sin poder evitar admirar el coraje del nuevo piloto.

A medida que avanzaba la carrera, Charles demostró que no estaba allí solo para aprender. Cada giro, cada aceleración, cada adelantamiento era una muestra de su habilidad nata.

Él español se encontró compitiendo junto a él durante un breve instante, y en ese momento, algo dentro de él se agitó. Era como si, a pesar de no conocerse, hubiera una conexión inexplicable, una sensación de que sus caminos estaban destinados a cruzarse más de una vez.

El final de la carrera llegó demasiado rápido. Charles no ganó, pero dejó una impresión en todos los presentes, incluyendo a el veterano Carlos.

Mientras se dirigía de vuelta al paddock, Carlos no podía sacarse de la cabeza la imagen del novato, su manejo, su audacia. Había algo en él, algo que iba más allá de su habilidad con el volante.

Más tarde, mientras los pilotos se reunían para las entrevistas y las celebraciones, el moreno buscó al ojiverde con la mirada, pero el joven piloto ya había desaparecido en la multitud.

Sin embargo, Carlos sabía que volverían a encontrarse. En el mundo de la Fórmula 1, los caminos se cruzaban de maneras inesperadas, y tenía la sensación de que esto era solo el comienzo de algo más grande.

Porque a veces, la vida tiene una manera de ponernos frente a las personas que necesitamos conocer, en el momento justo. Y para Carlos y Charles este era solo el primer acto de una historia que aún estaba por escribirse.

Ahora, pregunto. ¿Crees en el mito de poder reencontrarte con tu amor en otra vida? 

En esta vida || 𝒞𝒽𝒶𝓇𝓁𝑜𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora