032. Sacrificar sueños

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Un año después,
Mes de julio.

Había pasado un año desde la última vez que Carlos y Charles tuvieron una conversación real. Un año desde aquel último beso que marcó el cierre de lo que alguna vez fueron y la apertura de un camino incierto. En ese tiempo, ambos se habían sumergido en sus respectivas vidas, tratando de seguir adelante, aunque en el fondo el vacío seguía presente.

Durante ese tiempo a ambos se les veía decaídos y más tristes de lo normal, pero esa tristeza se le notaba más en los ojos a Carlos, quien se odiaba con toda su alma por esperar tanto tiempo para querer hablar con Charles.

Carlos caminaba por el paddock, intentando concentrarse en su trabajo. Los meses que habían pasado le habían enseñado a ocultar bien su dolor, a enterrarlo bajo una máscara de profesionalismo y sonrisas forzadas. Había aprendido a fingir que todo estaba bien, que el capítulo con Charles estaba cerrado para
siempre y que ya no le importaba nada.

¿Cuando vas a dejar de ser tan cabeza dura? —preguntó Sergio uniéndosele a Carlos en su caminata.

La creciente conversación entre ellos ya había pasado de lo incómodo a lo rutinario; Checo nunca perdía oportunidad de recordarle a Carlos lo que se negaba a aceptar, como si sus palabras pudieran atravesar la barrera de negación que él había construido.

Carlos lo escuchaba a medias, porque sus pensamientos estaban en otro lugar, o mejor dicho, en otra persona. Su vista se perdía en la figura de Charles, quien sonreía junto a su "novia". Carlos sintió que su corazón se apretaba, un dolor sordo que parecía recordarle cada llamada no respondida y cada oportunidad desperdiciada.

¿Eh?

¿Cuando vas a dejar de fingir que no te mueres por hablar con él o incluso que ya no soportas verlo con ella? —dijo el mexicano alzando una ceja.

Carlos parpadeó, intentando fingir sorpresa, pero sabía bien a qué se refería su amigo. Se llevó las manos al bolsillo, evitando cualquier contacto visual directo con Checo. Finalmente, respondió en un susurro:

Jamás. No puedo. Aunque me muera por decirle que lo sigo amando como la primera vez, no puedo, ya es demasiado tarde —murmuró el español con un sabor agridulce en la garganta.

Checo suspiró, observando el perfil cansado de su amigo mientras llegaban al área del café. El mexicano sabía que esa era la única máscara que Carlos podía mantener en su lugar: la de indiferencia. Pero él no le creía.

Entonces deja de mirarlo. Deja de mirarlo cada vez que te lo encuentras, detenlo y por una vez en tu vida deja de hacerte daño —comenzó a decir Checo con voz pausada.

Carlos asintió sin convicción, y mientras intentaba concentrarse en su café, Charles apareció de nuevo en su línea de visión, pero junto a su acompañante femenina. El español bajó la cabeza, pero sus ojos insistían en buscarlo, atrapados en ese constante anhelo que él no quería admitir.

¿Cómo se arrancaban los ojos? No quería seguir mirando, pero tampoco podía apartar la vista de ese lugar.

Por más que intente dejar de mirarlo, no puedo —murmuró con un tono derrotado.

Checo lo miró, recostándose en la barra, evaluando cada palabra de su amigo, cada gesto que lo delataba. Con un tono suave, intentó abrir una puerta en medio de la pared que Carlos había erigido.

¿Y si te...?

Carlos negó rápidamente, evitando que la pregunta siquiera se completara. No era posible, y no quería escuchar nada que pudiera darle una esperanza incierta.

En esta vida || 𝒞𝒽𝒶𝓇𝓁𝑜𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora