029. Yo jamás...

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¿Qué cómo que Charles había aceptado tener una novia falsa? ¿Cómo así? ¿Qué no se había negado a fingir?

Carlos se sintió como si le hubieran dado un golpe en el estómago. Su mirada se movió entre Frederic y Charles, tratando de procesar lo que acababa de escuchar. La incredulidad lo invadió, y una mezcla de confusión y frustración se apoderó de él.

—Yo... yo quiero escucharlo de él, no de ti o de ti —dijo Carlos señalando a los directores. El español se sentía como un conejillo de Indias, sin entender nada.

El Moreno observó como Frederic se movía del frente de Charles para que ambos quedarán cara con cara, pero este último al parecer no quería mirarlo, aún miraba a su zapatos sin intenciones de mirarlo.

—¿Pueden dejarnos solos? —el español miro a ambos hombres quienes parecían reacios a irse. Con un hilo de voz murmuró—: Por favor, solo necesito escucharlo de su voz, y si él me lo dice yo también aceptaré, ¿bien?

Los directores de ambas escuderías se miraron y hablaron entre miradas. Antes de irse Carlos vio como uno de ellos le dijo a Charles algo que fue difícil de saber que era.

—Charles... por favor, mírame y dímelo en la cara. No dejes que alguien hable por ti ante tus decisiones. Si aceptaste y no fuiste obligado, hazte cargo y dímelo —Carlos decía con el corazón en la boca, queriendo llorar como un niño pequeño, anhelando despertar de aquella pesadilla.

El monegasco quería correr a los brazos de su amado y decirle que todo era una mentira. Pero no podía. No podía hacerle eso a Carlos.

La película romántica de ambos parecía comenzar a destrozarse. Ya no quedaban risas, besos robados de Carlos o citas sin agendar. Ahora solo quedaba el vacío de tener que aceptar la realidad.

Una realidad en la que tendría que aceptar fingir no querer al español como novio por su bien.

¿Por qué el mundo debía ser así? ¿Por qué no podían aceptar el amor entre hombres?

—Por favor, Charles di algo —volvió hablar el español, sin embargo como antes el nombrado aún se negaba a mirarlo—, tu silencio me esta matando.

—Carlos, yo... yo —por un momento el castaño quiso mandar todo a la mierda y decirle, pero se detuvo, pero ya era demasiado tarde, el español se había acercado a el y tenía su barbilla agarrada—. Acepto fingir tener una novia falsa.

Por primera vez en los años que Charles tenía de vida esas habían sido las palabras más difíciles que había dicho en su vida. También el lo siguiente fue lo que le rompió el alma. Carlos al escuchar lo que dijo se alejo de él como si tuviera lepra.

El monegasco silencio un sollozo que iba a salir de no se porque se lo tragó con todo el dolor del alma.

Carlos sintió que la piel de Charles se quemaba al escuchar lo que dijo. ¿De verdad fue iluso pensar que lo habían amenazado? Quería correr y llorar por días. ¿Por qué? ¿Por qué no podían aceptar que se querían, así como Red Bull con Checo y Max? ¿Por qué les impedían ser felices?

—¿Por qué? ¿Por qué nos haces esto, Charles? Pudimos haberlo tenido todo...

Y Charles no pudo contenerse más. Los sollozos que había mantenido en silencio comenzaron a salir sin intención de parar. Cada lágrima era una declaración de amor ahogada, una tristeza profunda que no podía expresar.

—¿Por qué? ¿Por qué nos haces esto Charles? Pudimos haberlo tenido todo...

Y Charles no se pudo contener más. Los sollozos que había callado comenzaron a salir sin intención de parar. Las lágrimas salían por si solas como una cascada. Toda esta situación le dolía, pero le mataba no poder decirle a Carlos que lo hacía por su bien. 

En esta vida || 𝒞𝒽𝒶𝓇𝓁𝑜𝓈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora