Infraganti

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Capítulo 41

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Capítulo 41


Infraganti 


Casa de Doña Norma

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Ella con una copa de vino en la mano, les da la bienvenida:  

—¡Qué bueno que llegaron! —Los saluda con un beso. Luego, le cuestiona con curiosidad a su hijo—.  ¿Y tu auto?   

Adriano— Se me dañó... al parecer tiene problemas con el motor. Lo están reparando —Sostiene con firmeza el documento en sus manos.    

Doña Norma— Oh... ¿Y ya te dijeron cuándo te lo entregan?  

Adriano mira a Margarita disimuladamente:   

—No, todavía. 

Doña Norma— Pues diles que se apuren, que lo necesitas para ir a trabajar.   

Adriano— Mi auto no es el único.     

Doña Norma— No importa, tú insísteles. No te duermas esperando a que te llamen, porque te conozco, sé lo relajado que eres y a la buena de Dios con ellos no vas a conseguir nada. 

Adriano opta por quedarse callado. 

Margarita siente culpa. 

Doña Norma los invita entusiasmada:

—¡Bueno ya! Cambien esas caras. Vengan, pasen.    

Los tres caminan en dirección a la sala, pero Margarita los detiene abruptamente. Olfatea confundida alrededor del espacio.     

Adriano la observa, extrañado:   

—¿Qué haces?   

Doña Norma se extraña también.        

Margarita pregunta con desagrado: 

—¿Qué es ese olor? —Se cubre la nariz con el cuello de su blazer.   

Doña Norma— ¿Qué olor? —Analiza la pregunta y cree comprender—. ¡Aaah! Será de la carne asada que está haciendo Martín. 

Adriano— ¿Martín?     

Doña Norma— ¡Verdad es! Que no se los he presentado —Llama a su actual novio—. ¡Martín!... ¡Martín! Espérenme aquí, es que está un poco sordo.       

Margarita, al verla alejarse, se desahoga:  

—Te juro que sí no me voy ahora mismo, voy a vomitar —Vuelve a cubrirse la nariz, desesperada.

Compatibles a DestiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora