Arthur había sido criado por Dutch desde que era prácticamente un chaval descarriado, sin saber que lugar debía ocupar en el mundo, pero no por ello debía aceptar que todas las cosas que hacían estuvieran bien.
Cada semana el holandés traía a una nueva chica al campamento. Siempre era el mismo modus operandi : las colmaba de regalos, les decía que las amaba, se acostaba con ellas y al día siguiente Arthur las veía salir llorando de su tienda. En ese sentido Dutch era un indeseable. Esa no era forma de tratar a las damas, pero sabía que si decía algo el le soltaría algún consejo paternal que no estaba dispuesto a escuchar.
Todo cambió cuando una nueva joven llegó al campamento, colgada de su brazo. Presumió ante todos los miembros de la banda asegurando que ibas a quedarte con ellos durante un par de semanas, pero Arthur sabía que eso no era verdad, al final acabarías yéndote con el corazón roto como todas las demás.
La tienda del forajido estaba relativamente cerca de la de Dutch, por lo que la mayor parte debía escuchar los sonidos que hacía cuando estaban en el acto. Aunque si se paraba a pensarlo, jamás había escuchado ninguno saliendo de tu boca. Estaba claro que Van Der Linde solo te utilizaba como fuente de su propio placer, pero nunca se preocupaba por el tuyo. Cerró los ojos y al fin se durmió.
A la mañana siguiente mientras desayunaba un café junto a un surtido de galletas de avena, la vio saliendo de la tienda de los holandés. No le gustó la expresión de su rostro, y tu postura corporal indicaba que nada bueno había pasado la noche anterior.
Arthur no la conocía de nada, pero si Dutch le estaba haciendo daño, como miembro de su banda tenía derecho a saberlo. Así que sin pensárselo demasiado, limpió su taza de café, la guardó en su zurrón junto a la caja de galletas sin terminar, y salió en su busca.
Se la encontró al lado del río, mirando su reflejo. El día estaba despejado, el sol brillaba en el cielo con intensidad. Si uno se fijaba bien hasta se podía ver algún águila sobrevolando los cielos, eclipsando así por un segundo la luz del astro con sus poderosas alas.
El forajido se acercó a ella lentamente. No pretendía asustarla, pero al parecer eso es justo lo que hizo, ya que ella se dio la vuelta con rapidez y sacó un cuchillo de debajo de su falda. El alzó las manos en señal de que venía en son de paz, pero la joven no hizo ademán de bajar el arma.
-¿Quién eres? -exigió saber- ¿Te ha enviado él?
-No me ha enviado nadie, señorita -respondió con tranquilidad- he venido a ver cómo estaba
-Eso es nuevo -murmuró ella con tristeza- nadie se ha preocupado nunca por eso
Morgan se quedó unos segundos en silencio sin saber qué responder.
-Por favor, baje el arma -le pidió amablemente- puede hacerse daño
-Se perfectamente cómo manejar una navaja señor...
-Morgan -respondió el vaquero- Arthur Morgan
Ella le observó unos instantes antes de guardar el arma del sitio del que la había sacado, el cuál Arthur seguía tratando averiguar cuál podía ser. La joven se giró de nuevo hacia delante para mirar su reflejo en el agua.
El hombre se acercó, e hizo un gesto al lugar vacío en el tronco donde estaba sentada.
-¿Puedo? -preguntó, ella hizo un gesto afirmativo con la cabeza-
Ambos se pasaron unos segundos sin decir nada, simplemente disfrutando de los rayos del sol sobre su piel y el sonido del agua del río al pasar sobre las piedras que formaban parte de el. Arthur le lanzó una mirada de reojo, antes de mirarla de verdad.
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MULTIFANDOM SHOTS (4)
FanfictionBueno, este es el cuarto libro que hago de shots multifandom, así que en este seguiré escribiendo los shots con los personajes de la mayoría de fandoms a los que pertenezco (si hiciera shots de todos no acabaría nunca) así que espero que os guste ta...