"YOU BETTER GIVE IT TO ME, MISS"

14 0 0
                                    

Arthur se observó una vez más en el espejo de cuerpo entero que había colocado en su habitación del campamento nuevo, sin creerse que ese hombre con la barba recortada al igual que el pelo, vestido con un traje elegante y con una apariencia de ricachón fuese realmente el.

Se detuvo unos segundos a pensar en cómo había acabado en esa situación. Dutch había trabado cierta amistad con el hombre que controlaba la ciudad en la que ahora estaban llevando a cabo sus negocios : la futurista Saint Denis, con sus máquinas de hierro tiradas que funcionaban como por arte de magia y sus modales finos y distinguidos. 

Fue en una de sus conversaciones con dicho magnate de los negocios, el señor Bronte, cuando el mismo les invitó a una fiesta que organizaba en su mansión dentro de dos días. El holandés le aseguró que tanto el como sus asociados más cercanos estarían allí sin falta. 

De esa forma es como Arthur terminó en el interior de un lujoso carruaje con Dutch, Hosea y Bill. Su transporte se detuvo delante de la mansión donde se celebraba la fiesta. Caminaron hasta la entrada y tras dejar sus armas en la entrada por orden del propio anfitrión (cosa que no hizo gracia a los forajidos) pasaron al interior.

Ya había estado un par de veces antes allí, pero esa noche se notaba una atmósfera distinta. Todo el mundo reía, algunos bailaban mientras bebían de sus copas, mientras que otros preferían hablar tranquilamente con los invitados.

A medida que ascendían las escaleras hacia la terraza, Arthur sentía que ese no era su ambiente. No se sentía a gusto entre todas esas personas tan elegantes y refinadas, vestido de aquella manera y sintiéndose obligado a comportarse como se suponía que era lo socialmente aceptable dado el evento en el que se encontraba.

Le lanzó una mirada de reojo a Dutch, el cuál estaba prácticamente en su salsa, ataviado con un esmoquin y un sombrero de copa alta, estaba muy lejos de parecerse al mismo hombre cuya cabeza valía más de cincuenta mil dólares según los agentes de la ley de Blackwater.

Saludaron a Angelo, y después de que Dutch le diera las gracias por la invitación y Bronte se fuera con el resto de sus amigos a la parte baja de la mansión, el holandés les pidió que se acercaran y observaran a la gente disimuladamente mientras comenzaba a explicar su plan.

-Hosea, Bill ir a hablar con el alcalde -pidió señalando con la cabeza a un hombre de mediana edad que hablaba con otros dos- a ver qué averiguáis, yo me quedaré aquí vigilando a la multitud -desvió la mirada hacia el rubio- Arthur, tu encárgate de seguir al consejero del alcalde. El es el único con acceso a su despacho, síguelo y así podrás entrar -lo miró fijamente- quiero que lo revises todo, y que me traigas cualquier cosa importante que encuentres

-Está bien -murmuró haciendo un gesto con la cabeza- disfruta de la fiesta

Tal y como habían planeado, Bill y Hosea comenzaron a hablar con el alcalde, después de que este le pidiera a su ayudante que depositara cierta cantidad de dinero en su caja fuerte, al lado de su libro de cuentas. Eso era lo suficientemente importante como para que Arthur centrara toda su atención en seguir al hombre al interior de la mansión.

Se mantuvo varios pasos alejado de el para que no le viera. Miró hacia atrás para observar que nadie le seguía y siguió caminando. Subieron un par de tramos de escaleras hasta llegar al despacho del alcalde, que el hombre abrió con una llave que sacó del bolsillo de su levita. 

Arthur escuchó un par de pasos tras el y vio como una joven se acercaba a la puerta abierta del despacho. Dio dos suaves golpes en la puerta y al ver al ayudante, esbozó una encantadora sonrisa. 

-Señor Simmons, no sabía que estaría aquí -dijo- el señor Mathews me ha pedido que lleve a cabo un par de tareas respecto a sus cuentas -explicó- así que si no le importa, me gustaría tener un poco de privacidad mientras trabajo

-¿Quién es usted y cómo sabe mi nombre? -cuestionó el ayudante- nunca la había visto señorita -pensó en voz alta- ¿Es de Saint Denis?

-No exactamente -respondió- provengo de Lemoyne 

-Entonces no es más que una pobre campesina -concluyó mirándola con desprecio- ¿Qué hace alguien de su calaña por estos respetables lares?

-He venido a hacerme rica -respondió con tranquilidad, Arthur vio el brillo de la culata nacarada de una Derringer del calibre veintidós- pero no podré hacerlo si hombres como tú se interponen en mi camino 

Disparó y el tiro acertó en el estómago del hombre, quién cayó hacia un lado y empezó a manchar la carísima alfombra persa del despacho con su sangre. La chica se sentó entonces a la mesa del alcalde y empezó a rebuscar en los cajones. Arthur sabía exactamente que estaba buscando lo mismo que el había ido a robar : el libro de cuentas de la ciudad, por lo que esperó a que ella lo encontrara y entonces intervendría.

Cerró todos los cajones con la misma rapidez con la que los había abierto al no encontrarlo y se giró hacia un enorme baúl que había situado cerca de la ventana. Es entonces cuando el forajido desenfundó su colt del cuarenta y cinco, y caminó sigilosamente hasta entrar en el despacho y colocarse tras ella, en el preciso momento en el que esta encontraba el libro.

Ella se levantó todavía de espaldas, pero cuando se giró se encontró con los fríos ojos azules de Arthur y el cañón de su arma apuntándole.

-Señorita -comenzó- no quisiera tener que meterle un tiro entre esos enormes ojos verdes -apoyó el dedo sobre el gatillo- pero lo haré si no me da ese libro

-A mi tampoco me gustaría recibir ese tiro, señor -respondió- pero este libro es mi única esperanza -dijo- debo saber quién es la persona más rica de esta ciudad para así poder robarle todo lo que tiene y con ese dinero empezar una nueva vida lejos de esta horrible ciudad

-La comprendo -murmuró el- pero mi jefe quiere ser el primero en saber esa información ¿Entiendes? No puedo dejar que lo sepas antes que el

-Entonces tal y como yo lo veo tenemos dos opciones -soltó la joven-tú no quieres que me lleve el libro, y yo no quiero irme de aquí sin el, y ya que los dos queremos robarle a la misma persona... -se encogió de hombros- os ayudaré a llevarlo a cabo -se ofreció- 

-¿Cuáles son tus condiciones? -preguntó Arthur, sabedor de que esa oferta tan generosa no iba a salirle gratis-

-Quiero un cuarto del dinero 

-Hecho -respondió enfundando el arma- aunque si vamos a llevar acabo un golpe tan importante, espero que tengas armas más grandes que esa -señaló la Derringer con la cabeza-

-Hecho -respondió enfundando el arma- aunque si vamos a llevar acabo un golpe tan importante, espero que tengas armas más grandes que esa -señaló la Derringer con la cabeza-

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-Tengo una Gatling a las afueras de Rhodes escondida dentro de una cabaña en el bosque -aportó mirándolo fijamente, el asintió firmemente-

-No voy a preguntar de dónde la has conseguido -señaló la puerta- vamos, te presentaré a los demás 

MULTIFANDOM SHOTS (4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora