"YOU'RE NOT THE ONLY ONE WHO KNOWS THINGHS"

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Robin trata de mantener la calma mientras los policías de la embajada italiana la guían esposada hacia la estación donde operan 

La sientan en una cómoda silla frente a una robusta mesa, tras la cuál se encontraba sentado un hombre con cara de pocos amigos. Rápidamente observa que los guardias que la escoltaron hasta allí permanecían ahora apostados a ambos lados de la puerta, por lo que no iba a ser fácil escapar de allí

Se recordó a sí misma las fases que toda ladrona de bien tiene que cumplir. Primera : hacerles creer que era inocente. Miró al hombre que en ese momento procedía a abrir su pequeña maleta, facturada previamente en el aeropuerto de Londres, con sumo cuidado.

La ladrona pensó que el hombre creyó que podía haber una bomba en su interior. La miró un momento, antes de introducir la mano en su interior para sacar sus pasaportes.

Los posó sobre la mesa uno por uno, antes de apoyar los codos sobre la mesa. Entrelazó los dedos y alzó las cejas. 

-Quizá quiera explicarme esto, señorita Devereux -pidió señalando las coloridas portadas de los pasaportes- 

-No tengo nada que explicarle señor -respondió fingiendo indiferencia- no son míos

-Es curioso lo que dice -abrió todos y cada uno de ellos, y señaló las primeras páginas con el índice- si no son suyos ¿Cómo explica que si foto esté en todos ellos? 

-¿Puedo verlos? -preguntó alargando la mano todo lo que le permitían las esposas-

-Por supuesto -murmuró el hombre tendiéndole un par de ellos-

La joven observó su rostro en ambos documentos unos segundos, antes de apoyarlos sobre la mesa.

Tengo que admitir que el parecido es impresionante -murmuró mirando al hombre con ojos de carnero degollado- pero le aseguro que no soy yo

El hombre la observó durante unos instantes, sopesando si hacerla pasar veinticuatro horas en la cárcel para que reflexionara sobre sus actos, o dejarla marchar y hacer como si nada hubiera sucedido. 

Todo cambió en el momento en el que sonó el teléfono. El hombre colocado al lado del que hacía las preguntas descolgó el auricular. Habló durante un par de minutos antes de colgar con un asentimiento. Se dirigió hacia el que hacía las preguntas.

-Ha llegado su abogado -dijo, el hombre le hizo un gesto a los que estaban a ambos lados de la puerta, que se acercaron para escoltarla a través de los anchos pasillos de la oficina-

Mientras caminaban, Robin miraba disimuladamente a todos lados buscando posibles salidas por si la cosa se ponía fea. Después miró al frente, al tiempo que los hombres abrían las puertas frente a ella.

Por primera vez se preguntó quién sería esa persona que decía ser su abogado. Podía no tener claras muchas cosas en la vida, pero lo que sabía a ciencia cierta era que jamás había tenido que precisar de representación legal.

Observó la estancia frente a ella. Varias mesas dispuestas en hilera se colocaban frente a ella. A ambos lados enormes estanterías repletas de libros con pinta de ser muy pesados recubrían los laterales del lugar. 

Robin se fijó entonces en un objeto que había meticulosamente colocado en una de las mesas, del cuál no se había percatado cuando entró. Se trataba de un mechero plateado, un objeto que a ojos de cualquier otro podría no significar nada, pero para ella lo significó todo.

De pronto un hombre surgió de entre las estanterías, ataviado con una camisa rosa pálido, corbata, chaleco gris y pantalones del mismo color

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De pronto un hombre surgió de entre las estanterías, ataviado con una camisa rosa pálido, corbata, chaleco gris y pantalones del mismo color. En sus manos sostenía lo que parecía ser un informe.

Llevaba un par de gafas de leer de aspecto antiguo, que se quitó al verlos entrar

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Llevaba un par de gafas de leer de aspecto antiguo, que se quitó al verlos entrar. La ladrona le identificó como el hombre del aeropuerto, el mismo al que le había conseguido robar su parte de la llave sin que se diera cuenta, para luego escapar de el milagrosamente cogiendo un avión con destino a Roma.

El le sostuvo la mirada unos instantes, antes de hacerles un gesto con la cabeza a los guardias que le habían escoltado hasta allí.

-Grazie signori -dijo en un perfecto italiano- sono io il responsabile 

-Prego -murmuraron estos antes de irse-

Un silencio se extendió entre ellos, hasta que ella lo rompió.

-¿Porqué les has dicho que te encargarías a partir de ahora? -inquirió mirándole con fijeza- no necesito una niñera 

-¿Hablas italiano? -preguntó esquivando su pregunta-

-Conosco molte cose, belle -sonrió, haciendo que el la imitase- 

-Si sabes muchas cosas -murmuró- entonces sabrás donde has puesto tu parte de la llave, guapa -soltó ladeando la cabeza- 

Cuando Robin le robó su parte a ese hombre tras comprobar que encajaba con la suya, le colocó en su bolsillo una falsificación de su mitad, lo que significa que por un segundo el creyó que tenía la verdadera llave completa en su poder, pero no era así.

-No la tengo -respondió mirándolo a los ojos- has llegado con un día de retraso, Hunt 

-¿Cómo sabes mi nombre? -cuestionó esbozando una sonrisa divertida- 

-Ya te lo he dicho -susurró- yo sé muchas cosas 

-Pero no dónde de esta la otra mitad de la llave -ladeó la cabeza, a la par que la señalaba con el índice- eres muy inteligente para ser una ladrona 

-Y tú demasiado atractivo para ser un espía -rebatió ella- ¿No deberías ser profesor de lengua o algo así? -aportó tratando de no reírse- 

-Muy graciosa -le concedió observándola fijamente- quizá no sepas realmente dónde está la mitad que falta, pero vas a ayudarme a encontrarla -aseguró clavando sus ojos azules en los suyos- 

-¿Y qué gano yo a cambio? 

-Mi eterna gratitud -respondió rápidamente- y la garantía de seguir respirando cuando acabemos el trabajo 

-Parece un trato justo, señor Hunt -soltó pensando en voz alta- hagámoslo 

-De acuerdo, Robin -respondió llamándola por su nombre, este esbozó una sonrisa de medio lado al ver su expresión sorprendida- no eres la única que sabe cosas

-Touché, Ethan -rebatió la ladrona esbozando una sonrisa de oreja a oreja- vayamos a por esa mitad 


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