"I'M NOT GOING TO FORCE YOU, I'M NOT LIKE THAT"

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Harald observa de nuevo la mueca en el rostro de Narvi mientras navegan en dirección a su hogar. El rey le había encontrado en una aldea de las muchas que habían arrasado. Mataron a todos sus habitantes. A simple vista todos parecían ser granjeros y campesinos, pero en cuánto uno de sus hombres alzó el hacha contra ella y esta se defendió supo que no era así.

Ella era diferente, la única de todos los demás que no intentó huir en cuánto los vio acercarse, sino que se quedó a luchar para defender su hogar. Esa fiereza era suficiente incentivo para que Harald se la llevara con el.

Este tenía un plan muy específico : quería ser el rey de toda Noruega. Pero para ser rey primero se necesita una reina. Cuando ella le preguntó porqué estaba allí con el y no en el Valhalla, se lo explicó tal y como lo tenía pensando en su cabeza. 

-No pienso casarme contigo -le aseguró mirándolo como si la magia del Dios del Engaño hubiera corrompido su mente- me has secuestrado, matado a mi gente ¿Y esperas que te recompense casándome contigo y dándote herederos?

-Un par no estarían mal -sonrió el sarcásticamente-

-Eres asqueroso -gruñó mirándolo con fijeza- debería arrojarte por la borda ahora mismo

-Antes de que lo hagas, estos buenos hombres te habrían clavado una flecha entre los ojos -le aseguró- y créeme, no quieres que eso suceda

-No lo tengo tan claro -murmuró- hay ratos en los que la perspectiva de estar festejando con Odín en el Gran Salón no se me antoja tan descabellada

-Si los Dioses te quisieran separar de mi lado, ya lo habrían hecho ¿No te parece? -cuestionó, ella no respondió- no falta mucho para que lleguemos -indicó- cuando lo hagamos, vas a comportarte -esbozó una sonrisa de medio lado- no quiero que mi pueblo piense que su próxima reina va a ser una salvaje

-Todos los vikingos somos salvajes -articuló Narvi- nacer en el Norte es lo que nos da esa condición 

El asintió con la cabeza de acuerdo con ella, antes de girarse hacia la proa del barco. Observó tierra a pocos metros, y le indicó al capitán que soplara el cuerno. El sonido reverberó en el aire un par de minutos, indicándoles a los demás barcos de la flota que habían llegado.

En cuánto entraron en la ciudad, las gentes que allí vivían aplaudían a abrazaban a Harald mientras se encaminaban hacia el gran salón. Narvi solo tenía ganas de irse a la cama. La travesía había sido agotadora y estaba un poco mareada debido al bamboleo del barco sobre las aguas. Sabía de antemano que el rey no le iba a permitir librarse de el tan fácilmente. 

Narvi sabía que, dado que supuestamente iba a ser su reina, tendría que estar presente con el durante el banquete de bienvenida. Se sentó en la silla al lado de la suya frente a la larga mesa, viendo como se levantaba con su cuerno de cerveza en la mano.

-Mis queridos amigos -comenzó- como sabéis he navegado por el mar Mediterráneo, descubriendo las maravillas que los dioses nos ofrecen cada día -un murmullo de asentimiento se extendió por la sala- en uno de los lugares que asaltamos, a parte de encontrar mucho oro y comida suficiente para tres inviernos -confesó haciendo que la gente prorrumpiera en una carcajada general- encontré a la que será vuestra futura reina -alzó la mano hacia ella para que se la tomara, Narvi apoyó la mano sobre la suya poniéndose de pie a su lado- os presento a la futura reina de Noruega ¡Skol! -gritó alzando el cuerno-

-¡Skol! -respondieron los demás antes de darle un largo trago a sus bebidas-

Narvi se sentó de nuevo y bebió el contenido de su cuerno de un trago. Levantó la mirada hacia Harald, que también la estaba mirando. Narvi observó entonces la cantidad de comida que había sobre la mesa. Aunque no tenía mucha hambre sabía que no podía irse a la cama con la barriga vacía, por lo que le pidió a uno de los sirvientes que le pasara la bandeja del jabalí. 

Cogió un trozo y lo mordisqueó lentamente mientras observaba a la multitud. Si uno se fijaba bien, ese lugar no era tan distinto a Kattegat. La gente parecía amable y entregada al servicio de su rey, el cuál, fijándose mejor, era benévolo con ellos. 

Harald desvió la mirada hacia ella de nuevo después de dejar de hablar con un par de vikingos que estaban a su lado. 

-¿Estás bien? -preguntó, sonó realmente preocupado, lo cuál impactó a Narvi-

Detrás de la fachada ruda y distante del rey ¿Quién iba a pensar que tenía un corazón blando, capaz de sentir emociones positivas por alguien que no fuera la violencia?

-Estoy bien, solo estoy cansada -esbozó una sonrisa agotada- la travesía ha sido demasiado larga -añadió- no estoy acostumbrada a navegar durante tanto tiempo

-Entiendo -le dio un sorbo a su cuerno- bueno, nos iremos a la cama temprano -dijo- yo también estoy muy cansado 

Harald vio la mirada en su rostro al mencionar el tema. Narvi no quería hacer nada con el, solo quería descansar, pero cuando mencionó que se irían a la cama eso quería decir juntos, como si ya estuvieran casados.

-No voy a forzarte a hacer nada que no quieras hacer -murmuró en voz baja de manera que solo ellos dos lo oyeran- yo no soy así

-Está bien saberlo -respondió esta relajándose en la silla- entonces con tu permiso, me gustaría retirarme 

Harald hizo un gesto con la cabeza indicándole que podía irse. Se levantó de la mesa y salió del salón, donde un par de hombres le guiaron hacia donde estaba su habitación. Nada más entrar se metió debajo de las pieles, tapándose hasta por debajo de la nariz.

Pensó en Harald y en la expresividad que transmitían sus ojos azules, en la forma en la que trataba a su pueblo y a ella, y se dio cuenta de que quizá de entre todos los hombres que habían podido secuestrarla, aquel era el menos malo de todos ellos.


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