Bueno, este es el cuarto libro que hago de shots multifandom, así que en este seguiré escribiendo los shots con los personajes de la mayoría de fandoms a los que pertenezco (si hiciera shots de todos no acabaría nunca) así que espero que os guste ta...
Elara interrumpió los repetitivos golpes del martillo contra la forja, al escuchar unos pasos a sus espaldas que se acercaban. Se giró lentamente para ver de quién se trataba y agachó la cabeza en señal de respeto, a la par que cogía un paño de tela para limpiarse las manos.
-Rey Ragnar -pronunció respetuosamente- ¿Qué puedo hacer por ti?
-Quiero que le hagas un arma para mi hijo -hizo una pausa observándola con un brillo especial en sus ojos claros- si no es mucha molestia
-Por supuesto que no lo es, en absoluto -respondió mirándole con interés- ¿De qué clase de arma estamos hablando?
-Una espada -aportó el guerrero- dejaré la decoración a tu elección
-Me encargaré de ello inmediatamente -le aseguró volviendo a sujetar el martillo- estará lista al anochecer
-Tráela a la cena en el salón común -pidió- quiero que todos vean las poderosas armas que es capaz de crear nuestra herrera
-No creo que sea para tanto -murmuró sonrojándose por sus halagos- solo es una espada
-Es la espada que empuñará mi hijo -puntualizó el- eso, además de que han sido tus manos las que la han fabricado, es lo que la hace especial
Se alejó lentamente dejándola sola de nuevo. Volvió a darle golpes al hierro que tenía apoyado sobre la forja para crear la forma de la espada. Cuando terminó, introdujo el material en agua fría haciendo que se enfriase emitiendo un silbido. Después grabó unas runas protectoras en el filo y colocó un resistente trozo de cuero en la empuñadura.
Sinn darse cuenta había caído la noche. Cogió una funda de las que ella misma creaba a partir de la piel de los animales que cazaban los hombres para protegerla, y se dirigió al salón tal y como le había dicho el rey.
El lugar estaba abarrotado. Todos los habitantes de Kattegat estaban comiendo, bebiendo, bailando y riendo. Se abrió paso entre la gente hasta quedar frente al trono de Ragnar. La mirada del rey se posó en ella, a la par que se inclinaba hacia delante con una sonrisa dibujada en sus labios.
-¿La tienes? -preguntó, ella asintió-
-La tengo -afirmó la herrera-
El hizo un gesto afirmativo con la cabeza y se levantó para colocarse frente a ella.
-Sígueme -pidió abriéndose paso entre el resto de Vikingos-
Llegaron a una de las mesas más cercanas a la puerta donde había un par de chicos jóvenes, uno moreno de ojos oscuros y el otro de ojos claros. Ragnar pasó el brazo alrededor de los hombros de uno de ellos y lo estrechó contra su pecho.
-Veo que estás dando buena cuenta del jabalí, Hvitserk -sonrió- la próxima vez te tocará a ti ir a cazar la cena
-Cazaré dos de estos si es necesario -respondió haciendo que ambos sonrieran-
La mirada del chico se posó en la herrera con curiosidad. Le dio un trago a su cuerno antes de preguntar.
-¿Quién es?
-Elara es nuestra herrera -anunció Ragnar- es la que fabrica todas las armas que lleváis encima ahora mismo bajo vuestras ropas -informó- la trataréis como es debido
-Seremos buenos, Ragnar -intervino el otro- no le tocaremos un pelo de su preciosa cabeza -esbozó una sonrisa de medio lado- a no ser que nos lo pida
-Este es otro de mis hijos -le presentó Ragnar- Ivar quería hacerte un regalo para que lo uses cuando asaltemos Inglaterra de nuevo -dijo- para ello le pedí ayuda a Elara -hizo un gesto hacia ella con la cabeza- muéstrasela
La herrera le tendió la espada envainada en la bolsa que había elegido para el. El chico alargó las manos y la sostuvo como si fuera el objeto más preciado del mundo. Alzó la mirada hacia ella, sus ojos verdes la escrutaron unos segundos.
-¿Has hecho la vaina también? -quiso saber, esta asintió-
-Con la piel de un zorro -afirmó- de ahí el color rojizo
-Bueno, desenváinala hijo -le apremió el rey, deseoso de ver la obra de la herrera-
Ivar le observó un segundo antes de asentir con la cabeza y comenzar a tirar de la empuñadura de la espada, haciendo que la vaina callera sobre la mesa. La espada refulgía ante la luz de las velas, enviando destellos por toda la sala. Las voces ceremoniales de los allí presentes se mitigaron unos minutos. Todos estaban pendientes del hijo de Lothbrok y su nueva arma.
Ivar giró la hoja hacia su derecha emitiendo un arco cerrado, revelando así las runas grabadas en la superficie de la misma. Pasó el dedo por ellas.
-Cuidado -advirtió Elara- está recién afilada
-No te preocupes -le aseguró retirando el dedo del filo, la sangre asomaba a la yema allí por donde había pasado la superficie cortante- la sangre nunca será un problema para mi
Entonces sin despegar la mirada de ella, se metió el dedo en la boca y succionó el líquido rojo. La mirada de Elara se ensombreció casi de forma imperceptible, pero Ivar fue lo bastante rápido como para verla. Señaló a la herrera, mientras miraba a los presentes.
-Esta mujer ha creado la espada del hijo del Rey Ragnar -manifestó- de ahora en adelante se le pagarán tres peniques de plata por cada arma que creé -alzó el arma por encima de su cabeza, con la punta hacia el cielo- ¡Esta espada se clavará en el corazón del rey de Inglaterra! -aseguró- ¡Esta espada nos dará la victoria! -finalizó haciendo que la gente prorrumpiera en gritos de alegría-
-Le ha encantado -dijo Ragnar a su lado- no me esperaba menos de tu trabajo -sonrió- no sé qué haríamos sin ti
-Seguro que os las apañaríais bien, como siempre -respondió restándole importancia-
El rey volvió a sentarse en su trono, y ella dio dos pasos en dirección a la salida, pero su voz hizo que se detuviera.
-Elara -llamó, esta le miró de nuevo. El chico hizo sitio a su lado y palmeó el lugar a su lado- quédate -pidió alzando la comisura de sus labios en una sonrisa- quiero saber más acerca de mi espada
Ivar y Elara estuvieron hablando durante toda la noche acerca del arma y de cómo estaba hecha. Para cuando terminaron de hacerlo, los primeros rayos del sol despuntaban en el horizonte. Era extraño, ya que ninguno de los dos se había dado cuenta de que había pasado tanto tiempo hasta ese instante.
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