"YOU'RE A WANTED MAN, ARTHUR MORGAN"

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Arthur recogió de nuevo el sedal de su caña de pescar y la tiró a otro lado del río, con la esperanza de atrapar algún pez que Pearson pudiera cocinar para la cena del día. A su lado Jack, el hijo de Marston tenía una pequeña montaña de peces que el mismo había pescado. El forajido esbozó una sonrisa de medio lado, a la par que devolvía la mirada a las aguas cristalinas frente a el.

Se preguntó cómo era posible que un niño hubiera conseguido pescar más que un adulto como el, hasta que recordó que era el hijo de John, lo que significa que era un superviviente nato. Lo llevaba en la sangre, al igual que su padre y el padre de este antes que el.

-¡Mira tío Arthur! -exclamó el niño tirando de la caña con fuerza hacia el- ¡Creo que ha picado otro!

-Eso está muy bien, chaval -le animó el forajido- sigue así y tendremos comida para todo el invierno -alzó la mirada hacia el cielo, el sol había empezando a esconderse tras las montañas- será mejor que nos vayamos ya -dijo levantándose mientras guardaba la caña en su zurrón- se está haciendo de noche, pronto tendremos que usar la luz para guiarnos por los caminos -ladeó la cabeza- vamos -hizo un gesto hacia los caballos- no quiero que tu madre se preocupe 

Caminaron hacia los caballos, pero cuando fueron a montar Arthur percibió un ligero movimiento en el follaje frente a el. Le hizo un gesto al niño para que se mantuviera en silencio y avanzó hacia el lugar sacando su cuchillo silenciosamente. No quería matar a nadie en presencia de Jack, pero lo haría si era totalmente necesario. 

El cañón de un arma le apuntó directamente en la cabeza, empuñado por una joven de entre unos veinte y treinta años aproximadamente. Arthur alzó las manos por encima de su cabeza, aún sosteniendo el cuchillo.

-Mire señorita no sé quién es, ni qué es lo que quiere -dijo- pero no quiero problemas 

-Si no quisiera problemas, se habría entregado a los agentes de la ley de Blackwater en vez de huir con el rabo entre las piernas -expuso sin dejar de apuntarle- guarde el cuchillo, y hablaremos

-Podría pedirle lo mismo -hizo un gesto hacia el rifle que sostenía con la cabeza- pero me da que le tiene demasiado aprecio a su arma como para guardarla

-Se ha respondido usted solo -puso el dedo sobre el gatillo- no quiero matarlo, pero lo haré si no responde a mis preguntas

-Lo haré -accedió- responderé a sus preguntas. Pero por favor, no le haga daño al crío -señaló a Jack con la cabeza que los miraba a ambos sin saber qué hacer o decir- solo es un muchacho

-No le haré daño, tiene mi palabra -respondió esta poniendo el arma a un lado- es usted un hombre buscado señor Morgan, así que le propongo un trato

-¿Qué clase de trato?

-De la clase en la que todos salimos ganando y nadie tiene porqué resultar herido o muerto en el proceso -respondió esta de manera brusca, el asintió haciéndole saber que escucharía lo que tuviera que decir- es muy sencillo. Tú me dices donde está Dutch Van Der Linde, y dejaré que tú y el crío os marchéis -fijó su mirada en la de el. A pesar de la oscuridad, sus ojos verdes eran visibles gracias a la luz de la luna- si no, lo mataré y a ti haré que te cuelguen 

-No he visto a Dutch en meses -respondió sosteniéndole la mirada- mi hijo y yo solo hemos venido a pasar un día de pesca en familia antes de regresar a nuestra casa en Strawberry 

-No figura ninguna casa a nombre de Arthur Morgan en esa ciudad, señor -murmuró- está mintiéndome, y eso no es bueno para ninguno de los dos -dijo deslizando la mirada unos segundos hasta Jack-

-Los dos sabemos que no va a matarnos a ninguno -escupió Arthur- si me matas, la información muere conmigo -señaló a Jack- pero si matas al crío, si se te ocurre tan siquiera arrancarle un pelo de su preciosa cabecita... -se encogió de hombros- digamos que tu muerte no sería del todo agradable, señorita

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