"HOW COULD YOU UNDERSTAND IT?"

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La chica juntó las palmas frente a su rostro enviando una plegaria al todopoderoso para que protegiera al honorable reino de Franqia contra los hombres del norte. La joven cristiana había escuchado muchos rumores sobre ellos, cada uno más grotesco que el anterior. Algunos decían que se bañaban en la sangre de sus enemigos, otros que tenían más de una mujer, pero el peor de todos con diferencia era que sacrificaban a personas vivas.

En cuánto escuchó el tañido de las campanas de la iglesia donde se encontraba, supo que sus plegarias no habían servido de nada. Cada día que pasaba su fe en su señor Jesucristo menguaba, al ver que no obtenía de el ninguna respuesta, ni señal por su parte. 

Se giró rápidamente con el corazón en la garganta, para ver al obispo apartando a los fieles de las puertas, impidiéndoles salir del templo del señor.

-¡Dios está con nosotros! -exclamó el obispo llamando la atención de los feligreses- ¡No debéis temer, pues el nos protegerá ahora y en la hora de nuestra muerte!

Un "amén" generalizado se extendió por el ambiente, mientras las personas se miraban entre ellas aterrorizadas, sin saber lo que estaba pasando. Las campanas nunca habían hecho ese sonido, pero la cantidad de veces que las habían hecho sonar era suficiente para saber cuál era su significado : les estaban atacando, lo cuál quería decir que los hombres del norte estaban entrando, o ya habían entrado en la ciudad.

En un momento en el que los curas no estaban mirando, se escabulló por la puerta de la Iglesia y corrió hacia su casa, donde tenía una trampilla que daba a una especie de sótano escondido bajo tierra. Podría esconderse ahí para que no la encontraran. Dado que estaba claro que todos los hombres, mujeres y niños que estaban en la iglesia iban a ser los primeros en morir, la opción de ocultarse en su propio escondite le pareció la más inteligente.

El primer lugar al que los hombres del norte irían era a la iglesia. No eran idiotas, ellos sabían que, en todas las ciudades cuyos habitantes seguían los pasos de nuestro señor Dios había una iglesia, y que era precisamente ahí donde se esconderían.

Rápidamente llegó a su casa, abrió la trampilla para esconderse en el sótano. Se acurrucó tras un par de ánforas de aceite y esperó. Alargó la mano hasta el puñal que escondía en el dobladillo de su vestido, solo por se acaso. 

Sintió los pasos de los hombres caminando por la grava de las calles. Eran muchos, más de sesenta calculó sobre la marcha. También escuchó los cascos de un caballo y el sonido de una puerta astillándose.

Después empezaron los gritos. 

Apretó los ojos con fuerza tratando de no escucharlos, hasta que de repente pararon. A continuación oyó golpes y gritos de alegría. Supuso que estaban cargando sus tesoros para llevárselos consigo al lugar de donde quiera que hubieran venido. 

Creyó que ya estaba a salvo debido a que ya habían entrado en la iglesia, robado lo que se habían encontrado y matado a todo el mundo, pero una patada que derribó la puerta de su casa le hizo cambiar de opinión.

Abrió mucho los ojos debido al miedo paralizante que sentía, y se apoyó la mano sobre la boca para que quien quiera que fuera no la escuchara respirar. Aguzó el oído intentando oír pasos, pero en su lugar lo que escuchó fueron golpes rítmicos en el suelo de madera con lo que parecía ser un par de afilados ganchos.

Pum

Pum 

Pum

Los golpes se iban acercando más a su posición, se obligó a permanecer callada, sin hacer movimiento alguno. El desconocido abrió la trampilla, provocando que la potente luz del sol le cegara durante unos instantes. No se movió, pero de alguna forma el hombre supo que estaba allí, escondida en las sombras. Bajó las escaleras, de nuevo ese sonido le punzaba en los oídos.

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