8

171 16 32
                                    

La mansión Winston estaba tan silenciosa como siempre, pero esta vez, el ambiente parecía cargado de tensión por la advertencia que recibí de James. Nate y yo cruzamos la enorme entrada, sus pasos seguros resonando en el mármol, mientras yo me mantenía un poco atrás, tratando de controlar los nervios.

Nos dirigimos hacia una sala de trabajo en el ala este, un lugar amplio y moderno, cómodo para discutir asuntos de trabajo o simplemente ir a despejar la mente. Me senté frente a Nate quien encendió su computadora y empezó a revisar algunos archivos.

—Entonces, lo que necesitamos es crear algo que realmente destaque en el mercado, algo que sea imposible de ignorar —dijo Nate.

—Eso suena bien, pero ¿cómo lo logramos?

—Mira esto. Podríamos empezar con una campaña interactiva que involucre a los clientes en el proceso de desarrollo del producto. Algo como una encuesta masiva o una plataforma de sugerencias en tiempo real.

—Así podríamos darle a los clientes lo quieren. —completé.

—Exacto. ¿Qué te parece primero hacer un borrador y vemos que tal?

—Me parece bien. —dije tomando unas cuantas hojas para escribir notas e ideas.

La conversación avanzaba tranquilamente y con las explicaciones de Nate hacia el proyecto me hicieron tener una vista más clara de lo que teníamos que realizar. Esto me permitió relajarme poco antes de que Nate mencionara que al final tendríamos que presentarlo frente a su padre, ya que el es quien acepta o rechaza los proyectos, esta idea me aterrorizo al instante ya que claramente no tengo una buena relación con él. Además, hay una gran diferencia entre alguien que trabajaba en un bar a alguien que expone a una gran corporación.

—Tanto trabajo me ha dejado sediento, necesito algo para refrescarme —dijo Nate mientras se estiraba y movía los hombros con una clara señal de cansancio.

Se levantó acercándose a una pequeña barra en la esquina de la sala. Comenzó a ojear las botellas hasta que eligió una de vino tinto y se sirvió en una copa. Lo observé mientras tomaba un sorbo con tranquilidad, disfrutando del momento.

—¿Deseas un poco?

—No gracias, yo estoy bien. Por cierto ¿Puedo preguntarte algo?

—Por supuesto —respondió, apoyándose contra la barra con su copa en la mano.

—El día que nos conocimos, no el día del restaurante, me refiero al día anterior, en el hotel con Nicolás. ¿Qué hacías allí?

—Me encargaba del acuerdo de matrimonio. Soy abogado, y me tocó negociar todo lo relacionado con el contrato.

—¿Abogado? ¡Eso es genial!

—Si, es lo que me dicen. Uno de mis sueños era ser doctor pero ya sabes, la vida cambia de rumbo.

—¿Y por qué no...

Antes de que pudiera preguntarle más sobre eso, la puerta de la sala se abrió de golpe. El sonido retumbo por toda la habitación, y ambos nos giramos para ver a Nicolás parado en el umbral, con una expresión de furia apenas contenida.

Lo primero que noté fue lo diferente que se veía. Su apariencia estaba más desalineada de lo habitual: su camisa arrugada, su cabello desordenado y, para mi sorpresa, llevaba unos guantes negros en las manos. Parecía más inquietante que nunca, y su mirada estaba fija en Nate.

—¿Qué carajos está pasando aquí? —dijo Nicolás, su voz baja pero cargada de amenaza.

Me levanté instintivamente, sintiendo cómo la atmósfera se volvía tensa.

LOS WINSTONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora