—¿Tú lo viste todo? —pregunté, mirando a James con preocupación.
Él arqueó una ceja, divertido.
—¿Qué esperabas? Era la única ventana de la que salían luz y risas.Mis manos se tensaron. Él lo había visto todo, aunque yo no lo recordara aun así, no podía arriesgarme a que Nicolás supiera de la noche anterior.
—¿Le dirás a Nicolás?—dije en un tono mas bajo.—¿Quieres que se lo diga? ¿Qué soy, un pájaro informante?
Lo miré con desconfianza, buscando algún rastro de traición en su expresión.
—Solo me aseguro de que no lo harás. Y créeme, cara de pájaro, no lo dudo. ¿De qué otra forma supo Nicolás sobre aquella vez que fui a ver a mi madre? Solo tú pudiste haberlo dicho.James suspiró, frustrado.
—Yo no le dije nada. Podre tener cara de pájaro, pero no soy estúpido. ¿Por qué lo haría si también me afecta? Además…Antes de que pudiera continuar, la puerta del auto se abrió y Nicolás subió, interrumpiendo nuestra conversación. Las palabras de James no me calmaron, aun así, tengo que estar segura que no abrirá la boca.
—¿Listos? —preguntó Nicolás, mientras James arrancaba el auto y nos dirigía a la W.W. Company, que no quedaba lejos de la mansión.
Si James no le menciono sobre el viaje a mi madre pudo decírselo alguien más, ¿Y si ese alguien también nos vio esta noche? ¿Sería un problema? ¿Ahora no solo tengo que cuidarme de James, sino de todo empleado que trabaje para la familia?
Miraba el paisaje a través de la ventana, tratando de ignorar el dolor punzante que taladraba mi cabeza desde el día anterior. La migraña era mi fiel compañera esa mañana, recordándome que el alcohol de anoche había sido una mala idea. Había sido demasiado, pero en ese momento, no había sabido detenerme. El mundo a mi alrededor se movía como en un sueño lento y borroso, intensificando el mareo que parecía no tener fin.
—Tranquila, tranquila—murmuré para mí misma, apretando las manos contra mis rodillas en un intento desesperado de mantenerme centrada. Necesitaba estar bien, recomponerme. Que Nicolás no notara que la estaba pasando mal.
Alcancé la botella de agua que descansaba en la puerta del auto, desenroscando la tapa con dedos temblorosos. Bebí un gran sorbo, sintiendo el alivio momentáneo del agua fría recorriendo mi garganta. Tomé aire profundamente, contando hasta diez mientras trataba de estabilizar mi respiración y acallar las náuseas que amenazaban con vencerme.
Cerré los ojos, buscando ese pequeño momento de calma que tanto necesitaba, y me aferré a él con todas mis fuerzas. Sentí el auto desacelerar, luego detenerse por completo. Abrí los ojos y menos mal habíamos llegado.
Nicolás y yo salimos del auto, subiendo juntos las escaleras. Me sorprendió ver afuera camionetas de noticieros conocidos, cámaras y reporteros en la entrada de la empresa. Dentro, más cámaras grababan a una mujer delgada junto al del Sr. Winston, quien mostraba una sonrisa amigable, pero falsa, yo sabía que solo era fachada.
—¿Qué está pasando? —le pregunté a Nicolás, mientras caminábamos.
—Probablemente es otro reportaje sobre la empresa. A William le gusta alardear de lo que tiene —respondió, presionando el botón del ascensor—. Estarán un rato por los pasillos. No te preocupes, no entrarán a tu oficina si no lo permites.
—Entiendo. Sera mejor que me mantenga lejos de las cámaras, no quiero que se repita lo de anoche.
Antes de que las puertas del ascensor se cerraran por completo, una mano bien cuidada las detuvo con precisión. Era Madisson, quien entró con su característico porte impecable y una leve fragancia que llenó el reducido espacio.

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LOS WINSTON
Misterio / SuspensoAurora nunca imaginó que su vida cambiaría tan drásticamente. Trabajando en un bar para pagar las medicinas de su madre enferma, se ve arrastrada a un oscuro mundo de secretos y peligros cuando conoce a Nicolás Winston, un misterioso y adinerado hom...