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El amanecer trae consigo una sensación de urgencia. Apenas he dormido, mis pensamientos consumidos por la oferta de aquel hombre y las implicaciones de aceptar su propuesta. Cada vez que miro a mi madre, la decisión parece inevitable, pero el miedo a lo desconocido sigue siendo abrumador.

Me visto y me dirijo al bar temprano, con la esperanza de encontrar algún momento de calma para pensar con claridad. El bar está vacío cuando llego con una rara tranquilidad que aprovecho para sentarme en una de las mesas y revisar el contrato de nuevo.

Cada cláusula parece un laberinto legal, pero lo esencial es claro: un matrimonio de conveniencia, la apariencia de una relación pública, y a cambio, los fondos necesarios para la operación de mi madre. La frialdad de todo el asunto me da escalofríos, pero la perspectiva de perder a mi madre es aún más aterradora.

Mi concentración se rompe cuando James entra al bar, dándome una mirada de sorpresa.

—Aurora, ¿qué haces aquí tan temprano? —pregunta, su tono amigable, pero con una pizca de curiosidad.

—Necesitaba pensar en algunas cosas —respondo, cerrando el contrato rápidamente—. ¿Puedo preguntarte algo, James?

Él asiente, acercándose y tomando asiento frente a mí.

—¿Qué sabes de aquel hombre de la sala VIP?  Ya sabes, el tipo con traje negro al centro de la mesa.

James se inclina hacia atrás, sus ojos evaluándome cuidadosamente.

—No mucho, aparte de que es uno de los clientes más importantes del bar. Viene de una familia muy influyente y tiene una reputación... algo complicada. ¿Por qué lo preguntas?

—Solo curiosidad. He oído algunas cosas y quería saber si eran ciertas.

James me da una mirada de advertencia.

—Ten cuidado, Aurora. Algunas cosas es mejor no saberlas.

Asiento, agradecida por su consejo, pero mi mente sigue girando en torno a la oferta del hombre. 

Trabaje como de costumbre sirviendo bebidas a las personas habituales y limpiando, pero una sensación de inquietud se había apoderado de mí, como si estuviera siendo observada constantemente.

Antes de cerrar el bar, limpio una mesa cerca de la ventana que da al exterior. Mientras paso el paño por el vidrio, mis ojos se posan en un lujoso auto negro que se detiene justo afuera. Mi corazón da un vuelco al reconocer al hombre adinerado en el asiento del conductor. Él me hizo un gesto con la cabeza, indicándome que me esperaba abajo.

Asentí y rápidamente tomo de mi bolsa la tarjeta dorada que me había dado mi jefe, con nerviosismo la deslizo por el lector dándome acceso al bar subterráneo.

En cuanto se abren las puertas me recibe James, quien se me acerca y me susurra al oído:

—Sala 4.

Asentí en silencio y me dirigí hacia allí, con el corazón latiendo con fuerza. Al abrir la puerta, mis ojos se encontraron con los del hombre adinerado, quien me esperaba con una expresión seria, su mirada penetrante me sigue mientras me acerco, y puedo sentir la tensión en el aire.

—¿Has tomado una decisión? —pregunta, su voz calmada pero llena de expectativa.

Respiro hondo, tratando de calmar mis nervios.

—Sí , acepto tu oferta.

Él asiente, con una sonrisa triunfante apareciendo en su rostro.

—Eso es. Bienvenida a mi mundo, Aurora.

LOS WINSTONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora