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Me levanté temprano, sintiendo nerviosismo por mi primer día oficial trabajando en la empresa del Sr. Winston, y no estaba segura de qué esperar. Me vestí con cuidado, eligiendo un traje formal que reflejara la profesionalidad que quería proyectar. Mientras me miraba en el espejo, respiré hondo, preparándome para lo que seguramente sería un día desafiante.

Al bajar las escaleras me encontré con Nicolás esperándome en el vestíbulo. Me miró con una mezcla de seriedad y curiosidad, como si estuviera evaluando cada uno de mis movimientos.

—¿Lista para tu primer día? —preguntó, su tono neutral, pero con una pizca de interés.

—Lo estoy —respondí, intentando sonar más confiada de lo que me sentía.

James estaba en la entrada, esperándonos con la puerta del auto abierta y ambos subimos. El camino fue tranquilo, pero incómodo para mí. Nicolás revisaba algunos documentos en su tableta mientras yo me preguntaba si debía actuar como si no conociera a James o hablarle como normalmente lo hacía. Lo observé por el retrovisor, pero sus ojos estaban clavados en la carretera, sin siquiera voltear a verme. No estaba lista para dirigirle la palabra a Nicolás después de la pelea de ayer así que decidí mantenerme en silencio durante el trayecto.

Finalmente, el auto se detuvo frente a un edificio imponente. La W.W Company se alzaba majestuosa frente a mí, con su fachada de vidrio que reflejaba la luz del sol dando un aire de modernidad y poder. 

—Este es tu nuevo lugar de trabajo —dijo Nicolás mientras saliamos del auto.

Dentro estaban personas moviéndose de un lado a otro con sus carpetas llenas de documentos, acompañadas del sonido de las teclas y los teléfonos que reflejaban lo ocupadas que estaban. Los empleados saludaron a Nicolás al pasar, dándole la bienvenida.
Nos dirigimos al ascensor, que nos llevó al piso de mi nuevo trabajo. Las oficinas eran de cristal, permitiendo ver a través de ellas, excepto por la oficina del Sr. Winston, que estaba opacada y claramente más privada.

Llegamos a mi oficina, la cual estaba justo en frente de la de Nicolás. La oficina era amplia y luminosa, con un diseño moderno y elegante. Un gran escritorio de madera clara dominaba el espacio y las paredes estaban adornadas con cuadros abstractos.

—Aquí trabajarás —dijo Nicolás, su tono natural— Si no te adaptas al trabajo puedo cambiarte a otro puesto.

—Gracias —respondí, tratando de sonar agradecida y no contradictoria.

Nicolás salió de la oficina, dejándome sola. Me senté en la silla, pero me quedé quieta unos minutos, dándome cuenta de que no entendía bien el trabajo. Diseñadora de proyectos, pensé. ¿Qué es lo que tengo que hacer?

Miré hacia la oficina de Nicolás, viéndolo concentrado en su computador. Pensé en ir a preguntarle, pero temía que termináramos discutiendo. Volteé a mi alrededor, buscando a alguien que pudiera ayudarme. Reconocí a Madisson, la asistente de Nicolás, y decidí ir a hablar con ella.

—Hola Madisson —dije al entrar en su oficina—. ¿Tienes un momento?

—Hola, Aurora —dijo, con un tono amable. —Lo siento, estoy bastante ocupada en este momento. ¿En qué puedo ayudarte?

—Estoy empezando como diseñadora de proyectos, y no estoy segura de por dónde empezar —admití—. ¿Podrías darme alguna orientación?

Madisson frunció el ceño y miró alrededor de su oficina.

—Lamentablemente, estoy muy ocupada en este momento. Tengo un montón de papeles que organizar. Tal vez podrías preguntar a alguien más.

Sin esperar una respuesta, salió apresuradamente con un montón de carpetas bajo el brazo, dejándome sola en su oficina. Me quedé mirando el desorden que había dejado atrás y me pregunté si debía buscar a Nicolás, pero la idea me desanimó. No quería parecer una inútil o molestarle más de lo necesario.

LOS WINSTONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora