Capítulo 33.

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Bajo ataque

Alexander

Levanté la cabeza en busca de la mirada de Emma. Al encontrarla, una profunda sensación de pérdida recorrió todo mi cuerpo, y, sin pensarlo, la sujeté con más fuerza. Sus ojos verdes oscuros y vacilantes estaban fijos en mí, mientras su rostro permanecía inexpresivo y su respiración se tornaba entrecortada. No podía entender qué pasaba por su mente. Besé la comisura de sus labios y, con un susurro suplicante, le dije: -No te alejes, vuelve a mí, Emma.-

Ella intentó soltarse de mi agarre con sus pequeñas manos, pero no me moví ni un centímetro. Las lágrimas comenzaban a brillar en sus ojos, y podía notar el esfuerzo que hacía por contenerlas.

-Durante demasiado tiempo, la oportunidad de elegir me fue negada.- Dijo, con la voz entrecortada -Este vínculo también me lo está impidiendo. Al despertar, tu aroma me envolvió y el deseo oscureció mi juicio. Necesito tiempo para ordenar mis pensamientos, y te pido que me des ese espacio.-

Cuando estaba por responderle que no puede alejarse de mí, Marcos me enlazo mentalmente.

-Estamos siendo atacados, Alfa.-

Apoyé mi cabeza en sus hombros y dije -Lo hablaremos cuando regrese. Quedate aqui porfavor.-

Besé su rostro, reacio a irme. Sentí como una presión asfixiante se apoderaba de mi pecho, intensificándose con cada paso que daba al distanciarme de su lado.

-¿Dónde?- Enlace a Marcos y le cedi el control a Dago.

-Frontera norte.-

Conforme me acercaba a la frontera, una extraña inquietud me invadía, como si algo oscuro acechara en las sombras. Al llegar, me uní a Marcos, Iker y los demás guerreros en una feroz batalla. La cantidad de pícaros era exorbitante, esto me resultaba extraño, al igual que sus movimientos, eran veloces y su fuerza, devastadora. Nada comparado con lo que habíamos enfrentado antes. De repente, fuertes aullidos resonaron en el aire.

Estaban atacando el centro de la manada.

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Emma

Una vez que Alex salió del comedor, dejé que mis lágrimas cayeran sin control. ¿Qué estaba haciendo? ¿Cómo había permitido que llegara a este punto? Desde la muerte de mis padres, mi libertad fue arrebatada; fui sometida a torturas de todo tipo, drogada y, a causa de eso, Kira despertó tardíamente.

No tengo la libertad de elegir dónde vivir. Estoy atrapada, obligada a permanecer en esta maldita manada, sin ninguna posibilidad de escapar.

Tampoco puedo decidir a quién amar; la diosa ha tomado esa decisión por mí, robándome el derecho a elegir mi propio destino.

Mi libertad me ha sido arrebatada por completo.

Estaba desnuda, vulnerable, con las marcas visibles de mi tormento grabadas en la piel, recordándome todo lo que he sufrido.

Tenía el alma rota.
Estaba confundida.
Sola.

Mi cuerpo aún ardía en los lugares donde Alexander me besó, el efecto de sus toques persistía en mí. Despacio, empecé a vestirme, tratando de recuperar la calma después de lo que había sucedido. Justo entonces, fuertes aullidos resonaron en la distancia, rompiendo el silencio que me envolvía.

Rápidamente terminé de ponerme el pantalón mientras la incertidumbre me envolvía. Al salir de la casa de la gran manada, el escenario que encontré era devastador. Era como si mis pesadillas se hubieran hecho realidad, llevándome de vuelta al recuerdo vívido de aquel día.

 La Loba Rechazada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora