¿Sentir o deber?
Alexander
Desde el instante en que descubrí que Emma era mi compañera, me sumí en un tormento incesante. Rechazarla y abandonarla en el bosque fue como clavar un puñal en lo más profundo de mi alma. La opresión en mi pecho era insoportable, superior incluso a la intensidad de las batallas más feroces que había liderado. Un impulso irresistible me empujaba a regresar, estrecharla entre mis brazos y retenerla para siempre. Mientras luchaba con mis emociones, Dago me exigía deshacer el rechazo y enmendar mi error.
Esa noche, al llegar a la gran casa de la manada, me encontré con Briana esperándome. Su vestido rojo corto se ajustaba perfectamente a su figura, realzando cada curva. Su pelo suelto y brillante caía suavemente sobre su espalda descubierta, resaltando la suavidad de su piel rosada. Una sonrisa confiada iluminaba su rostro, y sus ojos celestes brillaban con una luz intensa.
En ese momento pensé, que ella era lo que necesitaba. Me lancé sobre Briana, intentando silenciar la voz de Dago y despejar la confusión que me embargaba. Me acerqué a ella y, con un movimiento brusco, la atraje hacia mí. Mi boca se apoderó de la suya en un beso intenso que la dejó sin aliento, mientras sus manos se enredaban en mi cabello, tirando con fuerza. La empujé contra la pared, y nuestros cuerpos se pegaron, calientes y tensos. Sus gemidos roncos se mezclaron con mis gruñidos de frustración y rabia, mientras sus piernas se enroscaron en mi cintura, acercándome más profundo. La llevé a mi habitación, decidido a perderme en su cuerpo y escapar de la tormenta que me consumía por dentro.
No quería pensar más en lo sucedido, necesitaba anestesiar mi mente que me atormentaba con imágenes de Emma. Mientras Dago gruñía e intentaba tomar el control, yo me resistía destrozando el vestido rojo de Briana, el sonido de la tela rasgandose se mezclaba con mis gruñidos.
En medio de mi caos interno, Briana se estremecía con mis toques y, entre gemidos, me exigió que la marcara. Me detuve a mirar su cuello, deslicé mi dedo índice por donde estaría mi marca, y cuando estaba a punto de hacerlo, el rugido de Dago me detuvo en seco. -¡No! Nos matarás. No volverás a verme si te atreves a hacerlo.-
Pero Briana seguía insistiendo, -¡Márcame! Yo seré tu luna, Alex.-
Esas palabras descontrolaron a Dago, me resultaba casi imposible frenarlo. La transformación parecía inevitable. Briana saltó de la cama, asustada, me miró desconcertada. Le ordené que se fuera y, de inmediato, salió corriendo de la habitación.
Desde ese momento, Dago se negó a hablarme. Sin embargo, algunas noches, cuando estoy dormido, se apodera del control y va en busca de Emma y su loba. Aunque soy consciente de lo que sucede, me siento atrapado y no puedo recuperar el control hasta después de unas horas.
Pasaron días desde aquel acontecimiento. Dago seguía sin querer hablarme, y tampoco volví a ver a Emma en ningún lugar. Su líder había solicitado permiso para que ella se tomara unos días. Sin embargo, cada vez que me encontraba en el gran salón, miraba a mi alrededor como si esperara encontrarla, a pesar de saber que no estaba presente.
Hoy, el ambiente del salón, usualmente animado, se había transformado en un hervidero de tensiones, con acaloradas discusiones y debates entre los líderes guerreros que analizaban las posibles causas de los frecuentes ataques de lobos pícaros en nuestras fronteras. Iker intentaba apaciguar la tensión, mientras que Marcos luchaba por contener su ira, incluso quería arrancarle la cabeza a algunos de los líderes. Yo, en cambio, me limité a observar, con mi mente fija únicamente en Emma.
Repentinamente, un golpe abrió la puerta del gran salón. Volteé hacia allí y vi a Sebastian, el hijo de Logan, entrar junto a su compañera y dos guerreros ajenos a nuestra manada. El salón se sumió en un silencio sepulcral, mientras todas las miradas se clavaban en los recién llegados con una mezcla de recelo y hostilidad. Marcos se levantó, listo para increpar a Sebastian.
-Su instrucción es suficiente para iniciar una guerra con la manada a la que ahora perteneces. -gruñó Marcos.
Pero Sebastian lo ignoró, inclinó la cabeza y dijo, -Perdón por la interrupción, Alfa Alexander. Sin embargo, la situación de mi familia es crítica y considero que justifica mi presencia aquí.-
-Le hice un gesto con la mano a Marcos para que se sentara, y con voz autoritaria, dije, -¿Te atreves a irrumpir en el salón por algo tan trivial?-
Sebastian levantó la cabeza, sus ojos ardientes de ira contenida, y su furia me resultaba casi divertida. No pude evitar una sonrisa burlona, elevando un costado de mis labios.
Su pareja lo tomó del brazo, intentando calmarlo, dirigí mi mirada hacia ella.
-Si la manada Blue Luna tiene asuntos que tratar, deberían seguir los protocolos. ¿El alfa Xavier no les enseñó las normas? Excelente. Ahora podré educar a los perros de su manada... Empecemos con estos dos cachorros que te acompañan- dije, mi voz llena de ironía.
Ella agachó la mirada, al igual que los dos guerreros que la acompañaban, pero Sebastian mantuvo su postura desafiante.
-Alfa Alexander, soy Milena Castian, hija del alfa Xavier Castian de la manada Blue Luna- dijo con voz temblorosa y agregó -Ellos son mis leales guerreros, Moisés y Fermín. Perdón por la presentación tardía. No hemos venido por asuntos de la manada, sino para acompañar a Sebastian. Estamos preocupados por su familia.- Dijo luchando por controlar el temblor en su voz.
-No había anunciado el veredicto de los dos reclusos, pero ya que están aquí, lo haré ahora. Logan, serás exiliado dentro de dos días. En cuanto a Samuel, permanecerás en las mazmorras hasta que decida un castigo adecuado por sus acciones en contra de la manada.- dije con desdén.
-¿Te basas en la palabra de un omega inútil?...- Comenzó Sebastián, pero antes de que continuara,
Me levanté bruscamente, golpeando la mesa con fuerza. Un gruñido feroz de Dago salió de mi boca, retumbando en la sala. Todos bajaron la cabeza, sumisos, incluyendo a Marcos e Iker. Dago quería desgarrar el cuello de Sebastián por atreverse a mencionar a Emma.
-Si pronuncias una palabra más en mi presencia, la manada Blue Luna sufrirá las consecuencias. ¡Retírense!- gruñi con voz ronca.
Una vez que salieron del gran salón, me dirigí a mi oficina, seguido por Marcos e Iker.
Al llegar, Iker me preguntó con curiosidad, -¿Qué fue esa reacción de Dago?- Su confusión era palpable, reflejada tanto en su tono como en el gesto de su rostro. Marcos también parecía perplejo, nunca me habían visto reaccionar así.
Suspiré y, con resignación, dije -Emma es mi compañera. Hace poco, su loba despertó.-
Les conté vagamente la situación con Emma y las visitas nocturnas de Dago. Sus rostros reflejaban sorpresa y confusión. Marcos arqueó las cejas, su boca se abrió ligeramente, y su mirada se llenó de incredulidad.
Iker, por otro lado, cruzó los brazos, apretó la mandíbula, y su rostro se ensombreció. Sus ojos lanzaron una mirada de desaprobación y decepción hacia mí. Era claro que estaba disgustado por mi rechazo. Pensé que Iker iba a decir algo, pero se contuvo, lo que me alivió, ya que no quería iniciar una discusión.
Una vez finalizado el tema, ordené a Marcos, -Que Miller mantenga un ojo en la cabaña de Emma. No quiero que Sebastián se acerque a ella.- Él asintió lentamente.
Continúe, cambiando el tema, -Además, averigua si las manadas aliadas también están teniendo ataques de pícaros. Debemos llegar al fondo de este asunto.-
-Entiendo, me ocuparé de inmediato - dijo Marcos y salió de la oficina, dejándome a solas con Iker.
Me miró fijamente y con voz tranquila dijo, -¿Todavía crees que Briana es la adecuada para ser tu luna?-
Respondí con cautela, -La manada nunca aceptará a Emma. Y Dago... jamás me permitirá elegir a otra luna que no sea Emma.- Suspiré, frustrado.
Iker sostuvo mi mirada, su expresión firme y segura.
-Tú eres el alfa, debes hacer que la manada la acepte. Es tu deber proteger a tu compañera.-
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La Loba Rechazada
Manusia SerigalaLa vida de Emma se desmorona tras un evento devastador que marca el comienzo de su tormento. A medida que enfrenta las adversidades, nuestra protagonista descubre su resiliencia y la capacidad de levantarse incluso en los momentos más oscuros. Cono...