Capítulo 43.

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El rey está en camino.

Alexander

Estaba en la sala de reuniones, furioso. La única solución que mis líderes de seguridad ofrecieron fue buscar a la loba de la profecía y entregársela al rey del Norte para hacer un trato.

-¿Qué pasa si esa loba se encuentra en nuestra manada? ¿Qué piensan hacer, sacrificarla?- Preguntó Iker con un tono indignado.

Los murmullos continuaban resonando en la sala, algunos estaban deacuerdo con entregarla, pero otros no.

-¡Suficiente!- Gruñí -No permitiré que esta manada se someta a ningún loco que se crea rey, ni sacrificaré a una loba por la cobardía de ustedes.-

Todos se quedaron en silencio, y continué: -Retírense, la reunión ha terminado.-

Una vez que todos se fueron, Marcos se quejó: -Son todos unos cobardes ¿Cómo eliges a tus líderes?-

Mi mirada enrojecida se clavó en él, pero Iker se interpuso y dijo: -El alfa Alejandro les otorgó el puesto a cada uno de ellos. Por cierto, Ariel, junto con los brujos y brujas, no ha encontrado nada relevante hasta ahora.-

-¡Ja! No me extraña.- Se burló Marcos -Si ese tipo solo se dedica a coquetear con las lobas, ¿cuánto tiempo más se quedará ese bastardo?- Su voz reflejaba un profundo enojo.

Suspiré, dirigí la mirada a Iker y le pregunté: -¿Está todo listo?-

-Sí, en unos días un grupo saldrá contigo hacia el bosque petrificado para la reunión del consejo.- Confirmó Iker.

En ese instante, un guerrero me contactó para informarme que habían capturado a Briana. Di la orden de que la llevaran a las mazmorras, pero momentos después, un alboroto estalló afuera. Sin dudarlo, salí junto a Marcos e Iker.

Me acerqué a los guardias, que sujetaban a Briana, quienes me informaron que la habían encontrado en la frontera sur.

-¡Enciérrenla en las mazmorras!- Ordené y comencé a caminar, ignorando sus súplicas. Sin embargo, un grito ahogado me detuvo en seco.

-Estoy esperando a tu cachorro.- Gritó Briana.

Miré a Briana, con toda la intención de arrancarle la cabeza, en ese momento una leve brisa trajo consigo mi aroma favorito, y comprendí que Emma estaba allí. Giré para buscarla y la vi salir corriendo. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y sentí que mi corazón se estrujaba ante su huida.

-Lleven a esta traidora a las mazmorras, ahora.- Ordené, mientras me obligaba a avanzar hacia la oficina con pasos pesados.

Sabía que seguir a Emma en este momento no resolvería nada; de hecho, era más probable que empeorara las cosas. ¿Qué podría decirle? Ni siquiera estaba seguro de lo que acababa de suceder. Había cometido demasiados errores. ¡Maldición!

Al llegar a la oficina, Iker y Marcos me bombardearon con preguntas, pero las ignoré. Mi única prioridad era aclarar esta situación para poder hablar con Emma.

-Iker, envía a los sanadores para confirmar si está preñada. Y tú, Marcos, sigue a Emma y asegúrate de que esté a salvo... que esté bien. Manténme informado.- Ordené, y ambos salieron de la oficina con rapidez.

Tiempo después los sanadores confirmaron el estado de Briana. Fue imposible calmarme, con la furia ardiendo en mi interior, me dirigí a las mazmorras, mientras ordenaba que la llevaran a la sala de interrogatorio. Al entrar, me senté frente a ella, que estaba sumida en llanto. Después de unos minutos de silencio asfixiante, dije: -Habla.-

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