Bestia
Alexander
Estaba demasiado feliz. Poco a poco, me sentía más cerca de Emma; salir a correr había sido una excelente idea. Su loba, Kira, era hermosa, con su pelaje blanco iluminado por la luna, que contrastaba perfectamente con los copos de nieve que caían a nuestro alrededor. La vista era simplemente maravillosa. Sus ojos, de un brillante violeta, eran cautivadores. Kira era bastante ágil, sería bueno que comenzará su entrenamiento pronto, es vital que pueda defenderse.
Sentía que el momento era mágico, nada podría arruinarlo. Dago estaba feliz persiguiendo a Kira, le encantaba atraparla, acorralándola para luego mimarla. Él había deseado este instante durante mucho tiempo. De repente, Dago logró atrapar a Kira y comenzó a refregar su cara contra la de ella. Estaban tan felices que sus colas se movían sin parar y sus ojos brillaban con alegría. Dago inclinó la cabeza, dejando al descubierto su cuello.
Él se entregó por completo a ella, deseando que lo supiera, mostró su sumisión al inclinar el cuello, invitándola a marcarlo. Pensé que Kira no caería en su juego, pero me equivoqué; ella, con un gesto decidido, lo marcó. A pesar de la oleada de felicidad que me invadió en ese instante, era consciente de que esa alegría no duraría mucho tiempo.
Automáticamente, después de que Kira lo marcara, él hizo lo mismo, sin darle tiempo a pensar en lo que había sucedido. La atrapó y la manipuló con su juego y caricias. Este perro era realmente astuto. De repente, Kira soltó un aullido, intentando desesperadamente escapar de Dago, que aún se mantenía encima de ella.
-Quítate bestia.- Era la voz de Emma que resonó fuerte haciendo notar lo enojada que estaba.
Dago se apartó sin chillar, consciente de lo que había hecho, pero sin sentir culpa; al contrario, se sentía victorioso. Ella era nuestra compañera, y al tener a nuestros lobos marcados, nuestra conexión sería más fuerte. Emma retomó su forma humana y comenzó a caminar. Instintivamente, Dago se colocó a su lado, como si quisiera protegerla del frío, ya que estaba desnuda.
Emma lo miró desafiante y luego gruñó -No te atrevas a acercarte a mi, bestia manipuladora.-
Dago gruñó enojado tras sus palabras, y ella, asustada, retrocedió unos pasos. Era un lobo gigante y aterrador, así que no me extrañaba que tuviera miedo y desconfianza, aunque él jamás le haría daño. Al darse cuenta del temor que había provocado en ella, Dago me cedió el control.
La alcancé y tiré de ella hacia mí, envolviendo mis brazos alrededor de su cuerpo. La sensación del roce de nuestra piel desnuda era electrizante, las chispas saltaban entre nosotros. Su calor corporal intensifica el deseo que ardía dentro de mí. Su respiración entrecortada me llenaba de una mezcla de anhelo y urgencia, no podía permitir que se alejara. Debía calmar su enojo antes de que se convirtiera en algo irreversible.
¡Este maldito perro había complicado todo!
-¿Cómo te atreves? Dijiste que confiara en ti, que me darías tiempo. ¡Eres solo un maldito mentiroso!- Gruñó, su voz vibrando con frustración y una chispa de pasión mientras forcejeaba logrando liberarse de mi agarre.
La miré irse por un momento, y supe que tenía razón. Eso fue exactamente lo que le había prometido. Debí haber anticipado la acción de Dago, pero no hice. O quizás no quise.
Mientras Emma caminaba, abrazó su pequeño cuerpo para protegerse del frío, su actitud tensa reflejando el enojo que aún la consumía. La ropa estaba en el río, y quedaban más de diez minutos a pie hasta llegar ahí. Sin pensarlo, me acerqué a ella y la tomé entre mis brazos, intentando ofrecerle un poco de calor.
ESTÁS LEYENDO
La Loba Rechazada
WerewolfLa vida de Emma se desmorona tras un evento devastador que marca el comienzo de su tormento. A medida que enfrenta las adversidades, nuestra protagonista descubre su resiliencia y la capacidad de levantarse incluso en los momentos más oscuros. Cono...