Capítulo 16.

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Bajo la sombra del vínculo

Emma

La fría mañana de invierno despertaba con el sol asomando entre las sombras, tiñendo el cielo de un tenue rosa. No había pegado un ojo en toda la noche, con el aullido del lobo de Alexander resonando en mis oídos como un lamento persistente. Esta vez, sus pasos fuertes y rápidos rodearon la cabaña, haciendo vibrar las débiles paredes y sacudiendo el silencio. El lobo parecía más insistente que nunca, llamándome a salir con su presencia. La tentación de abrir la puerta era irresistible, pero una pregunta me retuvo, ¿Qué sucedería si Alexander recuperara el control cuando saliera?. La posibilidad me helaba la sangre y me dejaba sin aliento. No estaba dispuesta a averiguarlo, así que me quedé acostada, escuchando el gruñido del lobo y el crujir de las ramas bajo sus patas, mientras la oscuridad se disipaba lentamente.

Transcurrido un rato desde la partida de Dago, me decidí a salir. Sabía que, después de su intensa carrera nocturna, Alexander probablemente había recuperado el control, haciendo difícil un encuentro.

Era el momento de enfrentar el exterior.

Sigilosamente me dirigí hacia la puerta de salida, evitando cualquier ruido que pudiera despertar a las demás. Aunque no podía estar segura, intuía que la noche había sido agitada para ellas. La pregunta sobre el porqué del aullido y la carrera del Alfa cerca de la cabaña resonará luego en el aire. Con determinación, abrí la puerta y nos adentramos en la fresca bruma matutina, envueltas por el aroma a hierba húmeda y el susurro del viento entre los árboles.

Si queríamos ser fuertes, este era el primer paso.

-¿Estás lista, Kira?- pregunté, alejándome de la cabaña.

-¡Sí, Emmi!- respondió emocionada.

Me quité la ropa y la guardé en un bolso antes de la transformación y comenzar a correr. Sentí una sensación exquisita cuando el aire acariciaba el pelaje blanco.

Kira corría con desenfreno, deteniéndose sólo para sorprender a conejos y ardillas, lo que la hacía estallar en alegría. Sus aullidos intermitentes resonaban en el aire, expresando su felicidad con pura espontaneidad.

Nos acercamos al río en busca de descanso. El aroma dulce de las flores ribereñas nos envolvió, la luz del sol se reflejaba suavemente en la superficie cristalina del agua. La paz del entorno nos relajaba, y entonces, en la orilla del río, vi a la morena y a una de las rubias, como si el tiempo no hubiera pasado. Me escondí detrás de un árbol, observándolas con curiosidad.

-Qué extraño. Siempre estaban hablando animadamente.- Dije confundida.

-Están comunicándose a través del enlace mental. Hablan de una tal Luciana y su pareja... de su amor y felicidad- Kira respondió con indiferencia,

-¿Cómo lo sabes?- pregunté sorprendida

-Las escucho a través del enlace. Se comunican de esta manera para evitar que su líder las regañe.- Kira explicó.

Me quedé asombrada, -¿Cómo puedes escuchar su comunicación mental? ¡Eso es increíble!-.

Kira se sintió orgullosa, -Tú también puedes, Emmi. Solo necesitas concéntrate y escuchar atentamente.-

Me enfoque en las chicas, ignorando todo lo que me rodeaba. Al principio, percibí voces débiles, sin poder comprender lo que decían. Me concentré aún más en ellas, y después de un momento, logré escuchar con claridad.

-Ahora está feliz, después de perdonar al guerrero. Si, cambiando de tema Cristina no vino a trabajar hoy, realmente esa salchicha le cayó mal. Eso fue porque comió mucho-

 La Loba Rechazada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora