Kira
Emma
-¿Dinero?- preguntó Alex, con un tono de burla.
Su voz sarcástica hizo reavivar mi enojo, y sin miedo, respondí con un tono igualmente sarcástico
-Sí, dinero. ¡Mi dinero! Excepto que el alfa lo necesite.-
Mi voz sonó firme y desafiante en el silencio del salón. Note una leve sonrisa en Gema, mientras que Kate miraba con desaprobación.
Briana con su cuerpo tenso y su rostro rojo de ira gritó -¿Cómo te atreves, insolente?-
-¡Es mi dinero! lo junté durante dos años, el alfa me lo quitó y lo quiero de vuelta.- Dije, manteniendo la calma y continúe después de un suspiro -Tengo derecho a pedir lo que me pertenece.-
Briana, con los ojos echando chispas de furia, dio un paso adelante y gritó con rabia -¡No tienes derecho a nada!-
-¡Suficiente!- Gruño Alex con voz firme y autoritaria, captando la atención de ambas. -Muy bien, Emma, te avisaré cuando puedas retirar tus pertenencias.- Agregó con un tono calmado pero firme. Hizo una pausa, y luego concluyó -Pueden irse, su trabajo por hoy ha terminado.-
Sin pensarlo, en un instante, salí del gran salón, agotada por la intensidad de todo lo que había sucedido.
Mientras caminábamos hacia la cabaña, miré a Gema. Su rostro estaba iluminado por la suave luz de la luna.
-Gracias por apoyarme, Gema. Que te hayas puesto a mi lado, en ese momento, significó mucho para mí.- Dije con un tono lleno de gratitud.
Ella asintió con la cabeza, su cabello rubio moviéndose ligeramente en la brisa.
No dijo nada, pero su gesto fue suficiente.
...
Una semana sin incidentes había pasado, y también sin mis acostumbradas visitas al río. Las aguas cristalinas que me habían acompañado en momentos de reflexión, ahora parecían un recuerdo muy lejano.
Samuel y su padre seguían encerrados en la mazmorra.
Amanda se había ido hace unos días atrás, en busca de hierbas para sus pociones. Sin embargo, me había dicho que regresaría hoy por la mañana, así que me dirigí a su casa, ansiosa por verla, después del trabajo. Me recibió como siempre, con una sonrisa, con el cálido olor a café y galletitas recién horneadas.
-Mañana es tu cumpleaños- dijo mientras me ofrecía una taza de café humeante. -¿Te gustaría algo de regalo?-
Antes de poder responder, golpearon la puerta. Era Miller, un guerrero alto y erguido a pesar de su corta edad. Vino a informarme que el alfa me llamaba.
Sorprendida le murmuré a Amanda -¿Cómo sabe que estoy acá?-
-No lo sé, pero el alfa siempre parece saber todo.- respondió Amanda, encogiéndose de hombros.
Me levanté y me dirigí hacia Miller -¡Estoy lista!- Dije.
-¡Sígueme!- respondió él.
Salimos de la casa de Amanda y nos dirigimos en silencio hasta la gran casa de la manada, al entrar caminamos por un pasillo largo y estrecho, hasta llegar a la oficina de Alex, una sala grande con iluminación suave. Me sorprendió ver los cambios que había tenido desde mi última visita.
Los pisos ahora eran de madera oscura y habían reemplazado varios muebles, lo que le daba un aire más sobrio y elegante.
Alexander me esperaba detrás de su escritorio, con mi mochila delante de él. Luego de echar un vistazo rápido a la oficina, dije finalmente con un tono calmado, controlando mi nerviosismo -Hola, Alfa.-
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La Loba Rechazada
Hombres LoboLa vida de Emma se desmorona tras un evento devastador que marca el comienzo de su tormento. A medida que enfrenta las adversidades, nuestra protagonista descubre su resiliencia y la capacidad de levantarse incluso en los momentos más oscuros. Cono...