Capítulo 39.

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Confiaré en tí

Alexander

Su belleza era hipnotizante, reflejada en las aguas serenas del río, su pequeña figura iluminada por la suave luz de la luna, como si la luna misma estuviera tratando de atraparla en su abrazo plateado.

Pero ella era mía; ni la luna ni nadie podía alejarla de mí. Me acerqué sigilosamente, observando cada uno de sus detalles. Sé que puede percibir mi presencia, pero no se gira para buscarme.

Cuando estuve a unos centímetros de ella, la abracé por la espalda, apoyando mi cabeza en su hombro. Cerré los ojos e inhalé profundamente, tratando de absorber en esos breves instantes todo el aroma que emanaba de su ser.

-Hola, alfa.- Dijo con una sonrisa que iluminaba su rostro.

-Hola, preciosa. ¿Cómo estuvo tu día?- Pregunté, sumergiendo más mi nariz en su cuerpo, disfrutando de su fragancia.

Ella comenzó a contarme sobre su día. Una enorme sonrisa se dibujaba en su rostro mientras hablaba y agitaba sus brazos. Tenía el talento de moverlos delicadamente, como si danzaran al ritmo de sus palabras. A veces me preguntaba si, en realidad, no era una bruja; con esos movimientos tan perfectos, parecía conjurar un hechizo de encantamiento que me mantenía completamente entregado a ella.

Verla sonreír mientras habla despierta un torbellino en mi pecho, mi corazón late con fuerza, consumido por la certeza de que no la merezco, ni siquiera un poco después de todo el dolor que le causé.

Recurrentemente, aparecen para atormentarme las imágenes de cuando la encontré en la mazmorra, con su mirada vacía, sin vida. Soy el hijo de mi padre, el que le destrozó la vida. Sus pesadillas y las marcas en su piel son un grito silencioso de la verdad que me pesa.

No la merezco, eso está claro, pero aún así mi egoísmo me impulsa a tomar todo lo que ella esté dispuesta a darme. Si elige odiarme, lo aceptaré sin resistencia, porque al final, ¿qué más da? Mientras ella se quede a mi lado.

-Alfa ¿Me estás escuchando?- Dijo con un tono enojado.

-Claro que sí, siempre. ¿Cuando piensas decir mi nombre?-

Me mira con el ceño fruncido y con tono sarcástico pregunta: ¿Por qué debería hacerlo?-

Corro suavemente su hermoso pelo castaño a un costado, dejando que se apoye en el hombro que está libre y mientras le beso el cuello le digo en un suave susurrando: -Si no te gusta mi nombre puedes cambiarlo por "Mi alfa" como dijiste la otra vez, eso me gusto mucho o tambien puedes usar la palabra "amor" quizás "cariño".-

Ella se ríe y después de algunos suspiros de placer dice: -Para, vamos humm... empecemos, mi alfa.-

Después de oír con su voz jadeante decir 'mi alfa' la gire, para estar frente a frente, la alcé sin dejar de besarle y murmuré: -Empecemos... liberate.-

De repente, veo que a lo lejos, empiezan a caer desde el cielo bolas de fuego.

-¿Qué está pasando?- Preguntó sorprendida.

-No lo sé.- Respondo justo cuando Marcos me vincula mentalmente.

-Ven al centro, algo está pasando.-

-Puede ser una distracción, que los guerreros no se muevan de sus puestos. Voy para allá.-

Fijo mis ojos en Emma y digo: -Ve directamente a la casa de la gran manada, Amanda te estará esperando ahí. Pase lo que pase no salgas.-

Le doy un beso mientras la suelto de mi agarre y antes de irme le advertí -Es una orden.-

Ella asintió y automáticamente dejamos que nuestros lobos tomaran el control. Dago corre a toda velocidad, en el camino vincule a Amanda y a Miller para que cuiden a Emma.

 La Loba Rechazada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora