Capítulo 20.

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Primer beso

(Después del ataque a Emma)

Alexander

Dago se negaba a responderme, nuestra relación estaba tensa. El control había sido un constante enfrentamiento entre nosotros.

Al amanecer, recibí una alerta sobre movimientos sospechosos en la frontera sur. Me dirigí rápidamente a la zona, intentando contactar a Miller a través del enlace, pero sin respuesta.

De repente, un dolor agudo me hace perder el equilibrio, intento razonar su origen. Pero, otro dolor intenso me sorprende. "Emma"... murmuré, angustiado. Ella estaba herida, lo sentía a través de nuestro vínculo.

Me transformé. Dago aullaba. Rápidamente, guiado por el vínculo y el aroma de Emma, la encontré en el bosque. Una oleada de ira me consumió al ver a Emma en brazos de otro. El gruñido de Dago estalló, enfurecido. Tuve que inducir el cambio, no importaba que fuera mi beta, Dago lo quería destruir. Él es un lobo alfa, su paciencia es mínima y su instinto de posesión era bestial.

Los tres se volvieron hacia mí y, como era de esperar, inclinaron la cabeza sumisamente al verme. Enojado, pregunté mientras me acercaba a ellos, -¿Qué está pasando aquí?- Mi mirada se clavó en las heridas de Emma. -Dámela- Le ordené a Marcos con rudeza.

Emma levantó la mirada y con voz firme dijo -¡No!-

Lancé un gruñido, sin intención de repetir mi orden. Marcos, sin titubear, la colocó en mis brazos. En el instante que nuestros cuerpos se unieron, chispas de placer saltaron entre nosotros. Una oleada de emociones intensas recorrió cada fibra de mi ser. Sentí a Dago vibrar con felicidad y satisfacción.

-Por favor, suéltame, puedo caminar.- Suplicó Emma.

De ninguna manera, jamás la volvería a soltar.

La mantuve firme en mis brazos. -Quédate quieta.- Gruñi -Te llevaré con los sanadores.-

Vi una chispa de miedo en sus ojos y su cuerpo tembló en mis brazos. La miré con el ceño fruncido, intrigado. ¿Qué la aterrorizaba?

-Por favor, Alfa, estoy bien. Solo necesito descansar en mi cama y me recuperaré pronto.- rogó Emma, su voz temblando al igual que su cuerpo.

-No. Iremos al dispensario.- dije firme.

Me impregnaba su dulce aroma, quería enterrar mi cara en ella. ¡Maldición, qué bien huele!

Me obligué a recuperar mis sentidos, desvié la mirada hacia Marcos -Informa.- Le ordené

Mientras caminábamos, la ira crecía en mi interior con cada palabra de Marcos. Mis ojos se clavaban en Emma, pero ella evitaba mi mirada, manteniendo la suya fija en sus manos, que se aferraban con fuerza al tapado que apenas la cubría.

Al llegar, me volví hacia Marcos con una orden brusca. -Averigua dónde está Miller.- Luego, con voz más tranquila me dirigí a Gema, -Ve a buscarle ropa adecuada.-

Ambos asintieron, pero Gema lanzó una mirada preocupada a Emma, quien le respondió con una súplica silenciosa.

-Estarás bien, volveré pronto.- Dijo Gema.

Entramos en el dispensario de la manada, un espacio tranquilo y bien equipado. Recosté a Emma en una de las dos camas, que ocupaban el centro de la habitación. El silencio reinaba en la sala. No me sorprendió que estuviéramos solos, el dispensario se utilizaba principalmente para investigaciones, ya que los lobos rara vez requerían atención de los sanadores, debido a su capacidad para curarse rápidamente después de un descanso. Sin embargo, Emma había despertado a su loba recientemente, y preferí que los sanadores la revisaran.

 La Loba Rechazada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora