Cuando creí que los aplausos iban a terminar en algún momento, me di cuenta de que en lugar de disminuir, se intensificaban cada vez más. El sonido se volvía casi abrumador, resonando en mis oídos como una ola de emoción que parecía no tener fin. Mientras miraba a la multitud de gente de pie frente a mí, aplaudiendo fervientemente, sentí cómo mi corazón se llenaba con cada ovación hasta el punto de que temía que pudiera desbocarse de pura intensidad.
Mis manos temblaban ligeramente cuando me incliné en señal de agradecimiento, juntando las palmas frente a mí en un gesto de humildad. Los aplausos continuaban, su ritmo era como una sinfonía de aprobación que hacía eco en mi pecho, un testimonio del impacto que mi interpretación había tenido en el público. La atmósfera estaba cargada de una energía vibrante y emocionante que me envolvía, y a medida que observaba la ovación, me sentía completamente abrumada por la magnitud del reconocimiento.
La gente estaba atónita, sus rostros reflejaban admiración y asombro, y yo, con una sonrisa que no podía contener, absorbía cada fragmento de esa maravillosa experiencia. Los aplausos seguían creciendo, un rugido ininterrumpido que parecía llenar cada rincón del auditorio, y yo me dejaba llevar por la emoción, sintiendo cómo todo lo que había vivido y trabajado culminaba en ese momento sublime. La conexión con el público, el reconocimiento y el amor que sentía en ese instante eran la culminación de un viaje que había sido tan complejo y significativo, y me llenaban con una sensación de logro y gratitud profunda.
Cuando caminé nuevamente hacia el backstage, el eco de los aplausos aún resonaba en mis oídos. Allí, en medio del bullicio y la euforia, vi el aplauso que más deseaba sentir. Él estaba de pie, aplaudiendo con entusiasmo, su sonrisa radiante iluminando su rostro mientras sus ojos brillaban con orgullo y admiración.
Sin pensarlo dos veces, corrí hacia él. Sus manos se extendieron para encontrar mi rostro, y en el instante en que nuestras miradas se cruzaron, sentí una oleada de emociones intensas. No había palabras necesarias; el lenguaje de nuestros corazones se entendía perfectamente en ese momento.
Nuestros labios se encontraron con una intensidad que selló todo lo que acabábamos de vivir. Fue un beso profundo y lleno de significado, como si estuviéramos expresando todo el amor, el esfuerzo y la conexión que habíamos compartido durante este tiempo. Era un beso que hablaba de nuestras batallas, nuestras victorias y el viaje que habíamos recorrido juntos. El mundo alrededor se desvaneció mientras nos sumergíamos en ese momento, y el calor de su abrazo y la suavidad de sus labios confirmaban que, a pesar de las dificultades, habíamos encontrado algo verdaderamente especial.
Luego de ese beso, me abrazó, pero no fue un simple abrazo. Fue como si hubiera rodeado todo lo que alguna vez había deseado en la vida, como si en ese gesto abrazara no solo a mí, sino todo lo que le hacía bien, todo lo que lo había sostenido y dado fuerza durante el tiempo que habíamos pasado juntos.
Sus brazos me envolvieron con una firmeza cálida, como si quisiera juntar cada pedazo de felicidad y esperanza que había encontrado en nuestra conexión. Era un abrazo que hablaba de protección y cuidado, de un deseo profundo de mantenernos a salvo y unidos. Me sentí envuelta en una burbuja de amor y seguridad, donde cada latido de su corazón parecía sincronizado con el mío.
Era como si en ese momento, al abrazarme, también abrazara el logro de mis esfuerzos, el reconocimiento de nuestros sentimientos y el futuro que podíamos construir juntos. La intensidad de su abrazo transmitía la sensación de que todo lo que habíamos vivido, desde los desafíos hasta los triunfos, había llevado a este instante perfecto. En sus brazos, sentí que no solo estábamos celebrando una noche exitosa, sino también todo lo que habíamos enfrentado y superado juntos.
Se pudo escuchar el comienzo de la subasta en el escenario, pero nosotros permanecimos allí, inmersos en nuestro propio mundo, disfrutando del momento y del uno del otro.
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Cicatrices en el pentagrama (GUIDO SARDELLI)
Roman d'amourMeret, de 25 años, está decidida a hacer una tesis que marque la diferencia en su carrera universitaria en artes musicales. Su idea de grandeza surge cuando decide investigar a Guido, un músico retirado que fue acusado de asesinato y cuya carrera se...