El miércoles amaneció con un cielo nublado que prometía lluvia, pero eso no me detuvo. Aquel bar se había convertido en el centro de mis pensamientos desde la noche anterior, y sentía que necesitaba encontrar alguna respuesta, o al menos algo de claridad. Así que decidí ir de nuevo, con la esperanza de toparme con Guido.
Pasé la mañana en el trabajo con la mente distraída, preguntándome cómo debía arreglarme para la ocasión. Al llegar a casa por la tarde, me dirigí al baño con determinación.
Comencé a prepararme con una intensidad inusual, eligiendo cuidadosamente cada detalle de mi atuendo. Opté por un jean negro, un top rojo y unos tacones que, aunque incómodos, me hacían sentir segura y elegante. El maquillaje fue más audaz de lo habitual: delineado perfecto, labios rojos y un toque de brillo en los ojos para captar cada rayo de luz. Me tomé mi tiempo, peinando mi cabello en suaves ondas que caían por mis hombros, creando una apariencia sofisticada pero accesible.
Cuando me miré en el espejo, me sorprendí al ver lo mucho que me había transformado. La visión reflejada era de una mujer que se sentía decidida y lista para enfrentarse a cualquier desafío. Sin embargo, al mismo tiempo, me cuestioné el motivo detrás de este esfuerzo. ¿Por qué estaba invirtiendo tanto en mi apariencia para un simple encuentro con alguien que apenas conocía?
Me vestí rápidamente y salí de casa con una mezcla de anticipación y nervios. El bar estaba a unos minutos, y me dirigí hacia ahí con paso firme, sintiendo la mirada de las personas en la calle que se detenían para observarme. Al llegar, me sorprendió ver que el lugar estaba bastante lleno, pero no era difícil encontrar una mesa cerca del escenario.
Me acomodé en una mesa con una vista clara del área donde solía sentarse Guido. Pedí una copa de vino para relajarme y esperé pacientemente, tratando de no pensar en lo obvio: estaba allí con la esperanza de que Guido apareciera y, si todo salía bien, pudiera tener una conversación que me aclarara todo.
A medida que la noche avanzaba, miraba la puerta cada vez que se abría, esperando ver ese rostro familiar. Mi mente se debatía entre la desesperación y la autoevaluación, preguntándome si este empeño en llamarle la atención era simplemente una forma de buscar respuestas a algo que, en el fondo, ni siquiera sabía si quería resolver.
Cuando la puerta del bar se abrió de nuevo, mi corazón dio un salto de esperanza. Sin embargo, esta vez, la figura que apareció no era la que había imaginado. Guido entró al bar acompañado de una chica rubia que no solo era impresionante, sino que también parecía estar en el centro de atención.
La mujer, con su cabello rubio platino y su vestido ajustado que acentuaba cada una de sus curvas, era el epítome de la sofisticación. A pesar de la distancia, su porte y elegancia la hacían parecer casi una modelo. Caminaba a su lado con una confianza que casi eclipsaba la presencia de Guido.
Me quedé paralizada por un momento, observando cómo la pareja se dirigía a una mesa cercana al escenario. La sensación que me recorrió fue una mezcla de confusión y decepción, como si el suelo se hubiera desmoronado bajo mis pies. Había llegado con la intención de resolver un enigma, de encontrar respuestas para mi tesis, y me encontraba ahora frente a una situación que parecía poner en duda todo lo que había planificado.
Sentí un nudo en el estómago al darme cuenta de que, de alguna manera, me había equivocado en mis expectativas. Mi mente se llenó de preguntas sin respuesta mientras intentaba comprender por qué esto me afectaba tanto. La realidad de la situación me chocó de frente: mi único objetivo era obtener un poco de información sobre la vida de Guido para mi tesis, y ahora me enfrentaba a una escena que no solo me hacía sentir desplazada, sino también inexplicablemente afectada.
Tragué saliva mientras observaba a Guido y a la chica rubia charlando animadamente. La incomodidad creció en mi pecho, y mi mente, que había estado tan enfocada en el objetivo académico, se vio invadida por sentimientos que no podía identificar del todo. No entendía por qué esta situación me desconcertaba tanto, pero estaba claro que el inesperado giro de los acontecimientos estaba complicando aún más mi ya turbulenta búsqueda de respuestas.
ESTÁS LEYENDO
Cicatrices en el pentagrama (GUIDO SARDELLI)
RomanceMeret, de 25 años, está decidida a hacer una tesis que marque la diferencia en su carrera universitaria en artes musicales. Su idea de grandeza surge cuando decide investigar a Guido, un músico retirado que fue acusado de asesinato y cuya carrera se...