Stanford da miedo

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Por más que quisiera, no me podía quedar en el baño para siempre. Cuando salí, tomé una toalla y me sequé y me vestí de un chasquido y salí de la habitación caminando por si acaso, aunque de forma lenta, aún me dolía un poco el cuerpo.

Fui a ayudar en la cabaña del misterio un par de horas hasta que Ford llegó para jalarme del brazo, arrastrándome al laboratorio. Trataba de frenarlo al jalar para que caminara más lento, mis piernas aún no respondían bien y eso, junto con las escaleras, terminó haciendo que las bajara con torpeza, terminando arrodillado al terminar de caminar. Ya sabía que no estaba de buen humor, así que solo me quedé callado hasta que me soltó y pude ponerme de pie.

—Necesito que termines las fórmulas del portal. Cuando termines, retírate. Ya no me ayudarás en este proyecto —habló serio, haciendo que me confundiera. Ayer estábamos bien, habíamos avanzado y de verdad quería ayudar con el portal.

—¿Por qué ya no puedo ayudar? Ayer avanzamos mucho, casi hicimos que no hubiera anomalías gravitacionales —le pregunté, tratando de entender.

Él solo golpeó un escritorio y me miró con enojo antes de apuntar a los pizarrones.

—¡Solo haz lo que te digo! —gritó casi en mi rostro, agarrándome de los hombros y haciendo que me hiciera pequeño. Cuando lo notó, acarició mi mejilla con cariño, aunque eso me alarmaba más. ¿Cómo podía cambiar su actitud tan rápido?

—Bill, necesito tiempo. Tal vez sacarte del proyecto es mucho, pero por el momento no te quiero ver, ¿ok? —dijo.

—¿Por qué? —pregunté.

—Solo no quiero —habló, volviendo un poco a su mal humor. Corrigió lo al instante, pero aún no quería más gritos y cambios de humor, así que solo fui a los pizarrones hasta tener listas las fórmulas.

Estuve la mayor parte del día, incluso me quedé un rato mientras Sixter fue a comer. Cuando terminé todo, lo llamé para explicarle todo y terminar unos detalles de las variables del portal. Mis ecuaciones eran hermosas y no pude evitar emocionarme al ver cómo, al aplicarlas, todo funcionaba perfectamente. Incluso Ford se emocionó conmigo; incluso podría decir que por un momento olvidó que no me quería ver.

Aunque no duró mucho. Cuando terminamos, me voltee a ver con una sonrisa que él no tardó en corresponder antes de acercarse a mí y acariciar mi mejilla como lo hacía de costumbre. Así que apoyé mi cabeza en su mano como siempre, sintiendo su calidez. Aunque no duró mucho.

Su otra mano me jaló del pelo y sacó a jalones del laboratorio, soltando lágrimas por lo brusco y porque básicamente me estaba arrastrando. Cuando traté de pararlo, la maldita cadena apareció, esta vez tirando hacia abajo hasta que le pedí que parara. Aún dolía lo de anoche y ahora esto...

Él solo paró y me miró desde arriba para tomar mi rostro y limpiar las lágrimas que cayeron. De nuevo, esos cambios de humor...

—Solo vete, Bill. No necesito decir más —dijo esta vez.

Me levanté y corrí como pude lejos del laboratorio. La cabaña estaba llena de turistas y no quería estar cerca, así que salí hacia el bosque y me senté debajo de un árbol. Podía ver la parte de atrás de la cabaña, así que estaba en los alrededores, como me dijo Stanley la vez anterior.

Me quedé en ese árbol un largo rato, miraba las aves y la naturaleza. En este momento, no desde hace mucho tiempo extrañaba mi dimensión. Preferiría estar en el mind scape. Al menos allí no era tan vulnerable. Extrañaba a mis amigos, quisiera estar de nuevo en Euclidia o en la dimensión de las pesadillas. Aquí me sentía cada vez más pequeño.

Cualquiera que me viera no se daría cuenta de que soy un criminal interdimensional. El tiempo pasó muy rápido sentado en el árbol. No me di cuenta de que había anochecido hasta que una lámpara me iluminó el rostro. Ford había venido a buscarme, incluso parecía agitado. Cuando extendió su mano hacia mí, por instinto me cubrí de cualquier golpe, retrocediendo hasta pegarme al tronco, esperando que volvieran las cadenas para jalarme hacia él o electrocutarme otra vez.

Parece que notó mi miedo, así que se puso a mi altura y acarició mi mejilla con gentileza. Esta vez no me apoyé en ella, solamente me quedé quieto.

—Perdón por tratarte así... No sé qué me pasa, anoche... Es que tú... —suspiró—. Ya es muy tarde, vamos a dormir —habló amable, incorporándose para ayudarme a levantarme.

Resulta que no es bueno estar tanto tiempo sentado, especialmente en mi "condición". Comenzó a caminar lento detrás de él. Supongo que apenas se dio cuenta de que se me dificultaba caminar, así que se regresó y me cargó en brazos hasta su habitación, me dejó en su cama y se recostó del otro lado, jalándome para usar su brazo como almohada mientras sostenía mi cintura.

No entiendo cómo puede cambiar tanto, cómo puede ser tan cruel y luego amable. Es tan diferente. Incluso estar a su lado mientras duerme me mantiene alerta.

—Stanford da miedo...".

Un trato es un trato (AU Reverse falls)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora