Capítulo 24 - Dieciocho de febrero

126 11 10
                                    


La prestigiosa Universidad Central de Guanajuato tenía a todos sus estudiantes reunidos en el patio. La directora, Victoria, llevaba un buen rato hablando, y aunque todos intentaban ser educados, el aburrimiento empezaba a apoderarse de ellos. No dejaba de mencionar lo orgullosa que se sentía de que la universidad estuviera entre las diez mejor categorizadas de México, incluso superando a algunas de la CDMX.

-Y sin más, para finalizar... -dijo finalmente, y una ola de alivio recorrió al alumnado-. Este año, además del festival de artes, también organizaremos un concurso de equipos. Como muchas de nuestras carreras cuentan con pocos estudiantes, nos encantaría que formaran grupos con un integrante por carrera. El objetivo es que presenten un proyecto que podamos documentar y mostrar a otras universidades. ¿Quedó claro?

-¡Sí! -corearon todos.

-¡Perfecto! -respondió ella con una sonrisa, mientras el profesor Carlos le entregaba unas hojas.

La directora se colocó sus anteojos y, alejando el papel para poder leer mejor, comenzó a mencionar los nombres de los estudiantes, desde primero hasta doceavo grado. En un momento, el bullicio en un grupo llamó su atención.

-¿Se conocen ahí? -preguntó, observando a dos personas que asintieron-. Entonces, cambiaremos al compañero de Criminología por alguien que no conozcan. Recuerden, la idea es trabajar con personas con las que nunca hayan hablado. Sé que somos un pueblo pequeño, pero tenemos el honor de contar con estudiantes de intercambio y de otros estados. Hagan el cambio, por favor.

Mientras los equipos se iban formando, para muchos de los estudiantes de los grados más bajos era solo otro proyecto, pero para los de último año, como Azrael, era un fastidio más en un semestre ya cargado de estrés por la graduación y la tesis.

-El siguiente equipo: Ketzaly Alvarado, de primer grado de Administración de Empresas.

Ketzaly caminó hacia el frente, observando cómo su equipo se iba formando. Al mirar donde se encontraba Azrael, se dio cuenta de que él ya la estaba observando, mientras chupaba una paleta. Sus miradas se cruzaron por unos segundos; Azrael levantó la cabeza en señal de "¿qué pasa?". Ketzaly movió los ojos hacia los compañeros que le estaban asignando y negó con la cabeza, haciendo una mueca que claramente decía que no le agradaban. Azrael los miró, evaluando a cada uno con su mirada crítica.

-De onceavo grado, Enrique Ontiveros, de Diseño, y por último, de doceavo grado, Azrael Alvarado, de Mercadotecnia.

Azrael frunció el ceño y se unió al grupo, colocándose justo al lado de Ketzaly. Mientras los profesores continuaban con la asignación de los equipos, algunos comenzaron a murmurar y reírse. El profesor Alexander, que observaba la escena con los brazos cruzados, parecía haber notado el error.

-Mucho gusto -dijo Azrael, extendiendo la mano hacia Ketzaly con la paleta en su boca, cada que hablaba el caramelo golpeaba en sus dientes-. Soy Azrael Alvarado, doceavo grado de Mercadotecnia.

Ketzaly no pudo evitar reírse; Azrael era un idiota, pero le siguió el juego, estrechando su mano.

-El gusto es mío, soy Ketzaly Rubalcaba de la Cruz, primer grado de Administración de Empresas.

Azrael sonrió y, sacándose la paleta de la boca, la ofreció.

-¿Quieres?

-¡Qué asco! -rió Ketzaly-. Qué forma tan rara tienes de saludar.

Azrael ladeó la cabeza con una expresión juguetona.

-Ah, ¿te da asco tu esposo?

Ketzaly levantó una ceja, confundida por un segundo, hasta que él señaló el anillo en su dedo.

PenitenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora