Dedicatoria

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A quien alguna vez destruyó mi alma:

Gracias por el dolor que una vez sembraste en mí. Cada herida que me dejaste fue una semilla que, con el tiempo, floreció en estas palabras. Lo que me hiciste vivir me enseñó más de lo que imaginaste, me convirtió en alguien que pudo transformar el sufrimiento en algo tangible.

Este libro es mi catarsis, un reflejo de todo lo que me quitaste, pero también de lo que aprendí a construir en el vacío que dejaste. No te lo agradezco por amor, sino porque sin ti, esta historia nunca hubiera existido.

En cada página, en cada lágrima, está la sombra de lo que una vez fue. Y aunque mis cicatrices llevan tu nombre, ahora son mías. Gracias por hacerme sentir que debía escribir esto.


— La víctima que aprendió a ser autora de su propio dolor.

PenitenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora