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Azrael acababa de terminar su más reciente partida en el Switch. Sabía que lo mejor era apagar la consola antes de que el juego comenzara a frustrarlo, y la verdad, disfrutaba la calma que había en su hogar. Todo fluía bien: una convivencia tranquila, casi como ser compañeros de piso, pero casados. Miró hacia el comedor y vio el florero con las gerberas que le había regalado a Ketzaly hacía 15 días, cuando cumplieron dos meses de casados. Esta vez, ella no le había regalado nada, pero lo entendía. Después de todo, le acababa de dar un iPhone y un Rolex. ¿Qué más podía esperar?El teléfono de Azrael vibró. Era una notificación de Alexa preguntándole si quería apagar las luces, ya que eran las 12 de la noche. Pospuso la acción una hora más y desvió la mirada hacia Ketzaly. Ella estaba recostada en el enorme sillón, con los ojos entrecerrados, cobijada hasta la cintura y sosteniendo una copa de vino tinto en la mano. Habían cenado pizza mientras veían una película juntos, y Ketzaly había acompañado la comida con vino tinto, mientras él optó por una Coca-Cola. Notó que la botella de vino ya estaba vacía.
—Me voy a dormir —dijo Azrael, poniéndose de pie.
—De acuerdo —respondió Ketzaly, sin despegar la vista de la enorme televisión, donde veía una novela. Era demasiado dramática para el gusto de Azrael, pero recordaba que se llamaba Engañada, o algo así.
—¿Vas a poder subir sola?
—¿Por qué no podría? —dijo ella, frunciendo el ceño de manera indignada.
—¿No estás ebria?
—Mareada —respondió mientras giraba su copa en círculos—, pero tampoco es para tanto.
—Bueno, la única vez que te vi ebria, olvidaste todo al día siguiente y caminabas en zigzag.
—¿Cuándo fue eso? —dijo Ketzaly, terminándose el vino de un solo trago—. Yo no lo recuerdo.
—¿Ves? Vamos arriba ya. No quiero levantarme mañana y encontrarte tirada en el piso con el cuello roto.
—Quisieras —rió ella, dejando la copa en la mesa y acomodándose de nuevo en el sillón—. Si me muero, heredas todos mis bienes.
—Dudo que tu padre quiera darme algo en una muerte tan sospechosa. Muerta no me sirves. Anda, vamos para arriba ya —dijo Azrael, poniéndose frente a ella.
—Tengo seguro de vida. Ese sí te lo dan.
—No me interesa nada de eso. Vámonos.
—¿No? —sonrió Ketzaly con picardía—. ¿Me vas a decir que me estás tratando bien porque ya te encariñaste de mí?
—Mira, ya está saliendo la Ketzaly ebria —dijo Azrael, evitando la pregunta. Aún tenía el tema rondando en la cabeza. ¿Encariñarse de ella? Hace apenas dos meses la odiaba. Se agachó a su lado—. Vamos ya, tengo sueño. Además, mañana voy a salir.
—¿A dónde y con permiso de quién? —preguntó Ketzaly con una sonrisa juguetona.
Azrael soltó una carcajada. Definitivamente, la Ketzaly ebria era más divertida.
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Penitencia
RomanceLa vida de Ketzaly da un giro aterrador cuando es obligada a casarse con Azrael, su agresor, para evitar la deshonra de su familia católica. La imposición de sus padres marca el inicio de una relación turbulenta, donde el odio inicial lentamente se...