Capítulo 2

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Jacqueline agarraba el pelo de Ketzaly con fuerza, evitando que cayera sobre su rostro, mientras Alma le frotaba la espalda con suavidad. Ambas estaban preocupadas, no entendían qué había pasado. Unos momentos antes, estaban conversando tranquilamente, cuando de repente Ketzaly salió corriendo hacia el baño. Asustadas por el repentino movimiento, las siguieron de inmediato. Al principio, pensaron que tal vez algo le había caído mal, pero esa teoría se desmoronó cuando, tras vomitar, Ketzaly comenzó a llorar. Ahora, solo le quedaban arcadas, y aún de rodillas frente al inodoro, se dejó caer hacia atrás con los ojos cerrados y las mejillas empapadas en lágrimas. Sus amigas no sabían qué hacer, simplemente le acariciaban los brazos, intentando consolarla.

—¿Estás bien, amiga? ¿Qué te pasa? —preguntó Alma, nerviosa, mientras echaba una mirada rápida hacia los lavabos, asegurándose de que nadie más entrara.

Ketzaly no respondió. Seguía ahí, recostada, con los ojos cerrados, sollozando, incapaz de articular palabra. Su cuerpo comenzaba a temblar.

—¿Quieres que te llevemos a la enfermería? Te estás poniendo muy fría —dijo Jacqueline, sosteniéndole la mano izquierda con preocupación.

—¡No! No... —respondió Ketzaly, asustada, mientras abría los ojos lentamente. Lágrimas gruesas corrían por su rostro—. Quiero irme a mi casa.

—No te van a dejar salir así como así, necesitas un permiso de la enfermería —insistió Alma.

—No quiero ir —dijo Ketzaly, apartando los brazos de sus amigas y abrazándose a sí misma—. No me toquen, por favor. Solo quiero irme a casa... Quiero ir a mi casa.

La actitud de Ketzaly dejó a Jacqueline y Alma en estado de shock. No entendían qué estaba pasando. Sabían que Ketzaly era una persona nerviosa, pero nunca la habían visto comportarse de esa manera.

—Dinos qué pasa, amiga. Hace un rato todo estaba bien... ¿Qué te sucedió? —preguntó Jacqueline con tono suave, intentando tranquilizarla.

Ketzaly miraba de un lado a otro, insegura. No sabía si podía confiar en ellas, tenía miedo de que la juzgaran o sintieran repulsión por ella. Pero también sabía que no podía seguir ocultándolo por más tiempo. No quería volver a cruzarse con él, ni siquiera verlo de lejos.

—Es que... él me tocó —susurró finalmente.

Las chicas intercambiaron una mirada cargada de preocupación.

—¿Quién te tocó, Ketzaly? —preguntó Alma con cautela.

Ketzaly permaneció en silencio, abrazándose más fuerte, encorvándose, mientras las palabras se le atascaban en la garganta.

—Amiga, por favor, dinos... —Jacqueline intentó tocarla, pero Ketzaly se apartó rápidamente.

El silencio llenó el baño durante unos minutos, solo interrumpido por los sollozos de Ketzaly. Sabían que algo grave estaba por salir a la luz, y ninguna quería presionarla demasiado.

—Alvarado... Alvarado me violó —dijo finalmente, con la voz apenas audible.

Alma sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo al escuchar esas palabras. Lo que inicialmente había parecido un simple acoso ahora era mucho peor. La expresión corporal de Ketzaly lo confirmaba: no quería que nadie más la tocara, estaba tratando de protegerse del mismo daño.

—¿Alvarado...? —rompió el silencio Alma—. ¿Azrael Alvarado? ¿El de doceavo grado de Mercadotecnia? —Preguntó mirando a Jacqueline—. ¿No es ese el chico que te gusta?

—Pa... parece que sí —tartamudeó Jacqueline, también saliendo de su shock—. Pero siempre he oído que no le gustan las chicas menores. Varias se le han declarado y él las ha rechazado. Incluso lo escuché decir que no le interesan las "niñas" —hizo las comillas en el aire—. Alardea de que solo le gustan las mujeres mayores. Por eso nunca me acerqué a él.

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