Capítulo 18

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Ketzaly terminaba de meter su laptop en la mochila, se la puso y volvió al espejo, checando que se viera bien, suponía que sí. En ese momento recordó el día de la boda, donde Azrael repitió las últimas palabras de la canción ¿Por qué había dicho eso? Tenía la duda, incluso si fuera por continuar el show, seguía sintiendo que eso fue demasiado, suspiro, tocaron a su puerta, camino y quito el seguro abriéndola.

-¿Lista?

-Si ¿tardé?

-No, creo estamos a tiempo.

Ella no se le quedo viendo mucho, lo que si noto es que estaba mejor vestido de lo que usualmente solía verlo en la escuela, recordaba que siempre traía una chamarra azul simple y pantalones entre negros y grises, la mayoría deslavados o flojos, no era que lo criticara o que se la pasara viéndolo, era consciente de su existencia por ser hermano de la chica con la que se accidento y porque le gustaba a Jeaqueline, el chico guapo de doceavo grado de mercadotecnia, era como solían llamarlo.

Ahora tenía pantalones negros ajustados, aun una chamarra azul, pero esta era de mezclilla que claramente tenía tela polar por dentro, checo su teléfono, estaban a 7 grados, y avisaba que la temperatura iba a descender aún más, como fuera, ella con un simple suéter tejido estaba bien, antes pasaría por un café, si de por si tenía problemas para dormir, esa noche la había pasado fatal, pensando en varios escenarios donde podía quitarle el seguro a su puerta y la abusaba, incluso, como cada noche, había vuelto a soñar con la primera vez que la violo.

Esa era su tortura, y él, justo como lo había dicho el padre David, su penitencia...

Porque todo había sido su culpa.

Salieron del penthouse y en total silencio llegaron hasta la camioneta, Ketzaly al recordarla volvió a bufar abrió la segunda puerta y aventó la mochila, subiéndose ahora del lado del conductor, Azrael, ya en el asiento del copiloto la veía con el ceño fruncido.

-¿Qué tienes?

-Odio los autos grandes, odio más las camionetas, no sé porque compraron algo así – se puso el cinturón de seguridad, Azrael al ver eso también se lo puso de manera lenta sin dejar de verla – si querían que trajéramos un buen auto pudo ser hasta un Mercedes, o un BMW, pero ¿porque un Cadillac? Somos dos, no 8 maldita sea.

Aunque quiso evitarlo, no pudo, Azrael sonrió viendo el enojo de Ketzaly mientras los espasmos de su cabeza la ganaban y se le iba de lado, no se miraba como una enferma, parecía un puchero.

-Pregúntale y si quieres que la cambien.

-No la va a cambiar, nos dio esta camioneta por algo.

Se echo de reversa rápido sin ver bien a los lados, todos los cajones estaban solos, el único auto en todo el estacionamiento era el de ellos, y así como dio reversa, le piso al acelerador para salir del subterráneo, Azrael se echó para atrás.

-¿Y te piensas ir manejando así?

-Si no te gusta bájate o maneja tú – mierda, apenas termino de decir eso se arrepintió.

Encendió la radio, se detuvo un rato esperando a que sincronizara con su cuenta de Spotify y apenas estaba listo, dio en la única lista de reproducción que tenía, música clásica.

-Qué horror de música, quítala.

-El que maneja escoge la música.

-Si pudiera manejaba yo.

Al salir, dio la vuelta, tomando la carretera de salida, aparco la camioneta.

-Conduce.

-Te dije ayer que no podría manejarla – su rostro cambio, poniéndose serio.

PenitenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora