Penitencia

Capítulo 28

⚠️ Advertencia de Contenido ⚠️

Este capítulo contiene escenas de violencia emocional y física, lenguaje fuerte y temas de relaciones tóxicas que pueden resultar perturbadores para algunos lectores. 

Se recomienda discreción y leer solo si te sientes cómodo y seguro, especialmente si eres sensible a situaciones de abuso o conflicto intenso en relaciones. Recuerda que priorizar tu bienestar emocional es lo más importante.

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Katerin aún escuchaba murmullos en la distancia. Intentaba dormir, pero el estrés que sentía desde la tarde no le daba tregua. Miró el celular una vez más; los mensajes a Azrael seguían sin recibir respuesta desde las siete de la noche, y a Ketzaly, aunque parecían llegarle, no contestaba. Todos estaban en alerta. Eso no era normal. ¿Y si se habían hecho daño? No quería alarmar aún a los padres de ninguno de los dos, pero si en unas horas más no sabían de ellos, tendrían que recurrir a las autoridades.

Después de buscarlos sin éxito, Katerin se enteró de que las amigas de Ketzaly y el profesor Alexander habían ido a otro sitio. En cambio, ella, Cristiam y Jorge se dirigieron a la casa de este último, donde finalmente Katerin les confesó toda la verdad: que Azrael y Ketzaly no estaban casados por amor, sino por obligación, y que esa misma obligación había surgido después de que Azrael la violara. Había dudado en contarles esa parte, pero no tenía opción, ya que fue ella misma quien lo mencionó durante su confrontación con Azrael, sin darse cuenta de que Cristiam y Jorge también la escuchaban. Solo esperaba que ambos mantuvieran su promesa de actuar con normalidad.

Esa misma noche, se declaró una tormenta de aguanieve, y Jorge ofreció que se quedaran en su casa por precaución. A Katerin le propuso dormir en su habitación, mientras que él y Cristiam se acomodaron en la sala. Mirando de nuevo el celular, sin ninguna novedad, sintió la necesidad de levantarse. Miró por la ventana; el paisaje estaba cubierto de neblina. Esperaba que Jorge no se molestara al ver que llevaba puesta su chaqueta, pues bajó abrazándosela con fuerza hasta llegar a la pequeña sala, donde ambos estaban recargados en un sillón y sentados en el suelo, frente a la chimenea. Los dos miraron hacia atrás al escuchar sus pasos.

—¿Todo bien? —preguntó Jorge al notar que traía su chaqueta.

—No puedo dormir —respondió, acomodándose entre ellos. El espacio era reducido, pero ninguno se movió.

—¿Tú tampoco? —Cristiam no despegaba la vista del fuego.

—No... Estoy muy preocupada por Azrael.

—Estuvimos investigando sobre su enfermedad. Es... bastante extrema —comentó Jorge, lanzando un suspiro—. En pocas palabras, puede explotar por situaciones mínimas como si fueran problemas graves.

—Exactamente —afirmó ella—. Y por eso, si se enoja o entra en crisis, estar cerca es peligroso.

—Mierda... ¿Y qué vamos a hacer? —preguntó Cristiam.

—Avisar a su madre —respondió Katerin mientras miraba el móvil, esperando que la segunda palomita azul apareciera en sus mensajes—. O tal vez hablar con los padres de Ketzaly.

—El profesor Alexander me dijo que planea hablar con el papá de ella mañana mismo —dijo Jorge, dejando caer el cuerpo contra el sillón—. Solo espero que estén bien.

Ketzaly despertó sobresaltada por el dolor en su garganta; cada vez que tragaba, sentía punzadas que la molestaban. La nariz también le dolía; era seguro que se iba a enfermar. Entreabrió los ojos con esfuerzo, deseando volver a cerrarlos. Pero cuando reconoció la habitación, su corazón dio un vuelco y recordó fragmentos de la noche anterior. El cuarto aún estaba oscuro, y dedujo que debía ser de madrugada. Necesitaba regresar a su habitación antes de que Azrael despertara y la encontrara allí.