Capítulo 15: ¿Me recuerdas?

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«Ahora lo sé. El mundo, tal como está hecho, no es soportable. Por eso necesito la luna, o la felicidad, o la inmortalidad, en definitiva, algo que quizás sea insensato, pero que no sea de este mundo».

-Albert Camus.

Si le preguntaban cuánto tiempo llevaba con el dedo pulgar flotando por encima del marcador, respondería que no podría llevar más de dos minutos, pero lo cierto era que ya habían pasado casi diez minutos. Diez minutos y no podía pulsar el botón de llamar.

¿Qué tan patética era? ¿Qué tan cobarde? ¿Qué tan inteligente?

Marcar significaba un punto de no retorno, pero resistirse la llevaría a convertirse en la clase de persona que despreciaba: aquella que se escondía detrás del miedo, evitando el riesgo de ser herida, aunque fuera a expensas de lastimar a otros con acciones egoístas.

—Eres patética —susurró para sí misma—. Hazlo o suelta el maldito celular.

Se percató de lo absurda que parecía al hablar consigo misma, pero, de alguna manera, resultó reconfortante. Contuvo la respiración y presionó el botón. Un zumbido tenso llenó el aire, y el sonido de su corazón latiendo con fuerza lo ahogaba todo.

Uf.

Sonó tres veces, y se alejó el celular para colgar, pero en el cuarto timbrazo, una voz rasposa, como si acabara de despertar, respondió. Una voz tan profunda, tan pacífica... tan correcta.

Allô —Era Dominic. ¡Dominic!—. ¿Quién habla?

Carraspeó, nerviosa.

—Eh... hola. Soy Lauren Russo, la... eh, hermana de Drew. Compartimos algunas clases, eh—.

Dominic la interrumpió.

—Lauren, sé quién eres —se escuchó con un deje de incredulidad, como si le sorprendiera que ella fuera quien le llamaba. Sin embargo, había una nota de irritación en su voz. ¿Acaso Dominic no quería que alguien como ella tuviera su número guardado?

—Um, sí —rió, incómoda—. Lo sabes, por supuesto.

—Desde el carraspeo.

Lauren no lo comprendió, pero decidió dejarlo pasar. Después de todo, se conocían desde hacía muchos años; ¿no era eso lo normal?

Dominic emitió un ligero bostezo.

—No estarás llamando para cancelar nuestra cita de nuevo, ¿verdad, Russo?

—¿Cita? —resopló, ansiosa—. No es una cita.

—Ah, ¿no lo es? —se burló—. ¿Cómo debería llamarla, entonces?

—Una salida de... —se mordió el labio. Agradecía no tenerlo de frente, ya que Dominic notaría su nerviosismo—, de amigos.

—Amigos —repitió—. ¿Somos amigos, Laurie?

El término se sentía incorrecto. Había algo que no le sentaba bien con ellos teniendo una amistad.

peut-être —murmuró—. Nunca lo mencioné, pero los espaguetis a la carbonara, sabían deliciosos.

Escuchó una pequeña risa provenir de Dominic.

—Los prepararé mañana.

—¿Mañana? Mañana es la gala —le recordó.

—Y mañana también es nuestra cita. —Se quedó en silencio algunos segundos y después se corrigió—: Es decir, nuestra salida de amigos.

—Amigos. —Se sentía tan extrañada que no se dio cuenta de que repitió de manera atontada las mismas palabras.

Divinos Dioses HeridosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora