«Yo le llamo arte a todo aquello que de alguna manera nos devuelve la vida».
-Elena Poe.
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La cabeza de Liv fue la última parte de su cuerpo en girar y la primera en alcanzar la posición final. Sus ojos se enfocaron en un punto fijo en línea recta, y su cuerpo completó un maravilloso fouetté.
Lauren vería toda la vida a Liv bailar y encontraría algo nuevo que la fascinaría. Era hermosa, elegante y talentosa. Era más que un cuerpo en movimiento y un rostro pétreo; era la razón por la cual el ballet se consideraba un arte.
Mientras la música clásica sonaba, las bailarinas danzaban y los espectadores gozaban, un carraspeo se escuchó discreto a su costado. Levantó la mirada y se encontró con los profundos ojos azules de Dominic.
Era tan atractivo.
El traje azul marino se ceñía a su cuerpo musculoso, acentuando los amplios hombros y brazos. Los anillos en sus dedos destellaban, y el brillo de su reloj resaltaba en la penumbra. Con el cabello negro peinado hacia atrás, su rostro irradiaba una presencia majestuosa.
—Hola —masculló, nerviosa.
—Hola —reciprocó en un susurro pesado. Señaló el asiento a su costado y cuestionó—: ¿Puedo sentarme?
Lauren accedió, y Dominic dejó escapar un suspiro aliviado antes de sentarse.
—Te peinaste —mencionó con un tono burlón.
La miró de soslayo con una pequeña sonrisa, y respondió:
—Mi hermano me obligó. Me advirtió que no me dejaría acompañarlo si no lo hacía.
—Tu hermano se escucha más sensato que tú.
—Se llevarían bien —asintió—. Ambos son igual de... tensos.
Resopló. No entendía por qué Blackwell insistía en llamarla así. Le gustaba el orden y, a veces, necesitaba explicaciones detalladas, pero eso no significaba que fuera tensa; simplemente, era estúpida.
—Me gusta —comentó, sin medir sus palabras. Se preguntó si el cambio de color en las mejillas de Dom fue normal.
—¿Te... te gusta? —trastabilló.
—Sí —rompió el contacto visual con incomodidad—. Aunque, el cabello desordenado es más... te hace tú. —Eso no tuvo sentido.
Él ladeó la cabeza y pestañeó con pesadez. Estaba tan consciente de sus acciones que se percató de cada movimiento aún sin mirarlo.
—En ocasiones es un poco complicado entender qué sucede en esa cabecita tuya.
Lauren rodó los ojos.
—Ya sabes a lo que me refiero.
—No, no lo hago.
—Entonces, no hay nada que pueda hacer. —Avergonzada, se cruzó de brazos, adoptando una postura defensiva—. Si me permites, estoy disfrutando la presentación de mi amiga.
—Prefiero verte a ti.
Lauren tensó las manos, y el corazón comenzó a latirle con rapidez. Sus comentarios la confundían, haciéndole creer que era genuino.
—Dom —advirtió.
—¿Sí?
Tensó la mandíbula.
—Guarda silencio.
—Qué mandona —dijo, pero se quedó en silencio unos segundos después. Su actitud era como la de un niño malcriado que detestaba obedecer, pero que lo hacía de todas formas.
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Divinos Dioses Heridos
RomanceLa existencia humana es un entramado infinito de palabras, regido por un poder superior a ellos mismos. Fuerte, poderoso, imponente. Aterrador y deslumbrante. La belleza de un ángel, envuelto en dinero y veneno con sabor a afrodisíaco. El apellido R...