Capítulo 48: Fe en el futuro.

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«Al final, las almas gemelas se encuentran porque tienen el mismo escondite».

-Robert Brault.

Salió del examen final de Economía Internacional como el mejor de su clase. No se molestó en fingir modestia, ya que no había nada que ocultar. Era bueno en lo que hacía y no lo escondía.

Caminó por el pasillo y se encontró con su novia, que sostenía su ordenador sobre el pecho. Ella lo vio y le sonrió, mostrando los adorables pliegues a los costados de los ojos.

Suspiró. Era hermosa y amaba verla sonreír. No lo veía con frecuencia últimamente, por lo que tomaba cada pedacito de ella como el imbécil codicioso que era.

—Fácilmente un sobresaliente. —Lau le guiñó un ojo—. Bianchi me adora.

Echó la cabeza hacia atrás y soltó una fuerte carcajada.

—¿De qué te ríes, Blackwell?

—¿Tu examen lo supervisó Bianchi? —preguntó con una sonrisa burlona. La acercó por la cintura y susurró cerca de ella—: ¿Te aseguraste de escribir bien tu apellido, Russo?

Entrecerró los ojos y resopló. Lo empujó del pecho, pero él no la soltó. Al contrario, la atrajo más hacia sí.

—Culo arrogante.
   
Jamás pensó que extrañaría tanto un apodo grosero.

—Qué boquita. —Se reclinó sobre ella y agregó—: Dale un mejor uso y bésame, Russo.

Ella sacudió la cabeza.

—¿No? —burlón—. Me rompe el corazón que me rechaces. Me recuerda a todos esos años en los que babeaba por ti a la distancia, pero tú, tan tensa, no lo veías.

—¿Tensa? —resopló, ofendida—. Olvidas la parte donde actuabas como un idiota engreído y me ignorabas.

Dominic rió.

—Beso —demandó, observando con ansias esos carnosos labios. Jamás tendría suficiente de su chica.

—Mandón —murmuró. Chocó los labios con los de él y se fundieron en un beso ruidoso que duró un par de minutos.

Ella estaba tranquila porque no había nadie en los pasillos, pero él quería que todos vieran que Lauren Russo era suya.

Lauren descansó las manos en su cabello. Con un gemido, él la sujetó con más fuerza de la cintura y profundizó el beso. Con la mano libre, inclinó su nuca para tener más acceso a su boca y mover la lengua con rapidez.
   
Era un infierno. Un infierno adictivo del que jamás saldría.

—Joder, Russo. —Jadeó entre respiraciones—. Estoy tan enamorado de ti.

Ella sonrió y le brindó un beso corto en los labios, otro en la nariz y otro en la frente.

—Y yo estoy enamorada de ti, Blackwell.

No, estaba equivocado. No era un infierno, era el paraíso.

ΨΨΨ

Hace un par de semanas, Lauren y Drew tomaron una decisión importante: mudarse con Charlotte y abandonar la historia que tuvieron con Alessandro. Vivirían con ella hasta terminar la universidad y luego se mudarían. No sería fácil y arriesgaban su confianza en su madre, pero en los últimos meses, Charlotte demostró cuánto le importaba. Al menos, le brindarían el beneficio de la duda.

El semestre concluyó, marcando el final del séptimo periodo académico. La idea de estar a solo un semestre de terminar la universidad la aterraba, pero Gabriella la ayudó a enfrentarlo. Hablaron sobre el duelo, su futuro, sus sueños, sus planes laborales, sus relaciones con amigos y su novio, así como sobre los sentimientos que tenía hacia su mamá y su papá. También discutieron el duelo por Liv y por Raphael.

Divinos Dioses HeridosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora